Ya llegó el gran día. Hoy a las 22 horas HBO estrenará el primer capítulo de la octava y última temporada de Game of Thrones, la serie más premiada y una de las más populares de todos los tiempos. Es también el final de un ciclo: el que se conoció como la nueva era de oro de las series en televisión. Lo que viene se acerca más al invierno tan anunciado en cada una de las temporadas de GoT que a una nueva etapa que continúe estos años de gloria.

La serie creada por David Benioff y D. B. Weiss comenzó en abril de 2011 y está basada en la serie de novelas «Canción de hielo y fuego», de George R. R. Martin. Su trama comienza a partir de los 15 años posteriores a la guerra civil conocida como «La rebelión de Robert», cuando Robert Baratheon expulsa del Trono de Hierro a los tiranos Targaryen y es proclamado gobernante de Poniente. En ese mundo que había alcanzado la paz, la muerte de la Mano del Rey, Jon Arryn, lleva a Robert a convocar a su amigo Ned Stark –Lord de Invernalia– a ocupar su puesto y participar activamente del gobierno. Pero al llegar a Desembarco del Rey –capital de Poniente–, Ned empieza a descubrir que algo huele mal en Dinamarca. Comprueba que está en lo cierto cuando, súbitamente, muere Robert Baratheon: los Lannister reclaman todo el poder para ellos, desconociendo los pactos con el resto de las familias nobiliarias que habían llevado a tanto tiempo de prosperidad. Lo que vendrá es un largo, cruel y sangriento derrotero, un dolor permanente resumido en el «Winter is coming».

Games of Thrones comenzó como la gran apuesta de HBO para mantener su lugar preferencial entre la audiencia a partir de series como Sex and the City, Los Soprano y Six Feet Under, tuvo un golpe de efecto fenomenal en el último capítulo de esa primera temporada. No se trataba de una serie de «aventuritas medievales». La muerte –y su modo– de Ned Stark, un personaje principal (y esencial) de la historia, daba la pauta de que el relato no transitaría por los lugares hasta el momento acostumbrados por el resto de las series –y películas–.

Pero el descalabro que esa muerte –y su modo– produjo hacia el interior de la historia generó un efecto dominó: ya no hay nada seguro en el porvenir, nada previsible, ni –por momentos– imaginable. La incertidumbre es total. Con ella, el surgimiento de un libre albedrío que en más de un caso desconoce absolutamente los órdenes y sentidos que habían regido la vida previa a esa muerte. Es el vale todo que la punta de la pirámide social tanto anhela y la base tanto teme: en una sociedad tan jerarquizada y desigual como la de Poniente, desatar esa incertidumbre es la garantía de prevalecer indefinidamente sobre los más débiles, de explotar sus más profundas miserias en beneficio propio, de humillarlos hasta la inanición sólo para saborear el propio poder. Las cosas que se ven –y su modo– en la serie son decididamente feroces y angustiantes.

Las crónicas de época han rescatado profundos llantos en los octavos o novenos capítulos de algunas temporadas: cuando la serie tenía diez homogéneos episodios en su duración, en ellos se producía el clímax que nunca dejaba de sorprender a los espectadores. Siempre se podía sufrir más. Nadie puede decir que GoT es una fantasía alejada de la realidad.

De ahí que tiene en su haber varios estudios académicos; incluso una importante polémica dentro y fuera del feminismo (y dentro y fuera de la academia) acerca de si Jaime Lannister viola o no a su amante en una escena escalofriante. GoT también tiene merchandising, videojuegos y una tapa en la Rolling Stone con las hermanas Stark para promocionar su última temporada. Y tiene un enano como protagonista y héroe, y una mujer de 1,91 m de altura como heroína. Un fenómeno pop de alcance incalculable, como todo fenómeno pop.

Por eso al igual que otros de estos tiempos –de diversa masividad–, para mantenerse en la preferencia del público parece tener una especie de testeo del humor social: porque si antes las historias triunfantes trabajaban sobre los sueños a alcanzar algún día, hoy el éxito es darles respuestas distintas a situaciones gemelas; nuevas preguntas a sufrimientos fotocopiados; esperanzas, aunque sean vanas, a vidas que parecen haber perdido todo tipo de explicación.

Así, las especulaciones sobre este final se dividen entre los que sostienen que prevalecerá la ilusión de la unidad para el triunfo frente a los invasores, y los que dicen que todo termina como una mera lucha por la supervivencia. En uno u otro, «Winter is coming».  «

Game of Thrones, temporada final. Desde hoy, domingos a las 22 por HBO y disponible en Flow. El primer capítulo también se emitirá por Cinemax.