Tras un año y medio de espera, la octava y última temporada de Game of Thrones se convirtió en el fenómeno mediático del año y confirmó que se trata de una de las series televisivas más importantes de la historia. Esta noche podrá verse la gran final, que promete dejar tantos fanáticos conformes como desencantados.

En plena edad de oro de las series televisivas, GoT se presentó desde un comienzo como una superproducción innovadora que nada tenía que envidiar a los tanques cinematográficos de Hollywood. Asentada en una cuidada estética que combina el drama histórico con la intriga política y el más alto desarrollo de ciencia ficción televisiva. Caminantes blancos, gigantes, hechiceras, dragones y la posibilidad abierta de que cualquier personaje protagónico muera de manera abrupta.

Luego de que Daenerys Targaryen (Emilia Clarke) acompañara a Jon Snow (Kit Harington) a Winterfell y se desencadenara una de las más imponentes batallas de la serie, el devenir de los últimos capítulos nos deja frente a la máxima de las incógnitas: quién se quedará con el Trono de Hierro de los Siete Reinos. Además de los dos personajes centrales, el relato fue tomando un creciente protagonismo matriarcal donde Arya Stark (Maisie Williams), Sansa Stark (Sophie Turner) y Cersei Lannister (Lena Headey) completan el cuadro de disputa de un poder belicoso históricamente narrado desde la masculinidad. 

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Por otra parte, la seducción de la serie se encuentra en una historia que puede leerse como un tratado de ciencia política. Con personajes que representan formas de gobierno y generan adeptos, el relato se convierte en un ajedrez que propicia la elucubración de movimientos de cada personaje hacia la toma del poder. Allí la historia genera desconcierto cuando uno de los buenos realiza acciones contrarias a la moral construida dentro de la diégesis. Se trata entonces de buenos y malos, como se vio en los últimos episodios, que se construyeron lentamente desde historias personales que juegan con la confusión y la imprevisibilidad.


Lo intempestivo de la historia y la posibilidad abierta de que cualquier personaje acreciente o disminuya su participación obedece también a una narrativa que se juega en paralelo con la aparición de las novelas Canción de hielo y fuego de George R. R. Martin, quien en la producción televisiva oficia como un todopoderoso coproductor ejecutivo.

Entre la TV y el streaming

Probablemente haya sido Lost la primera serie que supo conjugar televisión con redes sociales. Para 2004 este universo era novedoso y los fans interpelando a los productores se presentaban como un accesorio al cual sacarle provecho. En la actualidad, el ida y vuelta con los fans forma parte de toda narración que se asuma como transmedia. En este terreno GoT sabe desarrollarse como una ficción televisiva y la más sofisticada experiencia streaming en HBO Go y en pantallas piratas. En ese escenario deviene la ansiedad de los fanáticos con la producción en foros, podcasts, teorías y memes.

Este tipo de consumo lleva al debate por el spoiler como tema recurrente en redes sociales los domingos por la noche. Hay quienes optaron por bloquear palabras o seguidores en Twitter, como otros que decidieron finalmente ver la serie por tanta información que ya conocían.

El fenómeno mediático de esta ficción televisiva puede compararse entonces con la final de un mundial de fútbol o las elecciones presidenciales, dado que nos enteramos de los resultados a la brevedad participemos o no del ritual.

HBO supo crear un producto que se construye sobre las tradicionales dinámicas televisivas como la grilla y el prime time, al tiempo que se asienta en modos de consumo propios del video bajo demanda, como la maratón y el spoiler. Una producción con plena conciencia de época y del rol que ocupan sus fans en la construcción narrativa. Acciones que los seguidores solicitan mediante redes sociales, eventos y en producciones propias se incorporan a la serie bajo la forma del fanservice. Como Netflix creando un capítulo más de Sense8, o los productores de How I meet your mother produciendo un final alternativo ante la disconformidad de los seguidores.


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La filtración de los capítulos de la temporada anterior también puede leerse como una estrategia de marketing propia de la era digital. HBO produce series y se torna ingenuo pensar que se les escape su máxima mercancía. Con el filtrado, sus seguidores no paran la maquinaria del comentario, la viralización y, en consecuencia, del consumo. Asimismo, la súper información deviene en fanáticos que se dividen en emocionados con cualquier alternativa que los guionistas les presenten y desencantados con cierta baja de calidad en el relato con el paso de las temporadas.

La posibilidad de todo

Esta noche podremos ver el capítulo número 73 de la serie. En el terreno de las teorías podemos encontrar un vasto caudal imaginativo. Como alguna vez dijo Varys: «Locura y grandeza son dos caras de la misma moneda y cada vez que un Targaryen nace, los dioses lanzan la moneda al aire y el mundo aguanta la respiración para ver de qué lado caerá». Una fuerte teoría, no sin indicios, apunta a que Daenerys se sentará en el trono de hierro como una reina loca. Los fanáticos lo debaten y los showrunners lo desmienten. Como sea, qué sucederá con sus principios característicos de terminar con las diferencias de clases, romper cadenas y liberar esclavos. Lannister, Baratheon, Stark y Tyrell según Daenerys son rayos de una rueda que suben y bajan y su intención no es detenerla sino romperla.

Otra teoría ya confirmada es que Jon es en realidad Aegon Targaryen, legítimo heredero del trono y que se coronaría como monarca de los Siete Reinos luego de matar a Daenerys. Finalmente hay quienes señalaban que Bran sería el Night King. En este contexto, habría que prestar atención sobre los crecientes roles de Arya, Sansa y Tyrion (Peter Dinklaje), el estratega, quien en teoría debería enfrentar un juicio por traición en el último episodio.

Como uno de los programas de televisión más vistos de la historia, como una fantasía asentada en la interpelación de audiencias comprometidas, no debería juzgarse el final del juego como a toda la serie. Se trató finalmente de adrenalina audiovisual en grandes dosis, magia hecha lenguaje, más allá de que deje tantos seguidores eufóricos o desencantados. «

¿Cuándo?

-Game of Thrones. Capítulo 6 de la 8ª temporada: episodio final. Hoy a las 22 por HBO.