La vida se pasa por nuestros ojos y lo que queda es lo vivido: esa memoria caprichosa y selectiva que se construye –en el mejor de cosos– soñando, haciendo y tomando riesgos. Este es el caso de Geraldine Chaplin (74 años), que se convirtió en una leyenda del cine por mucho más que la portación de un apellido emblemático. Su carrera es justamente como lo buenos vinos: su calidad parece exaltarse con el paso del tiempo.

La estrella internacional asume cada nuevo papel como si fuera el primero. Le saca hasta la última gota con la frescura y el compromiso de los recién iniciados. En la flamante película La fiera y la fiesta volvió a trabajar con los directores Laura Guzmán e Israel Cárdenas, profesionales a los que quiere y respeta profundamente. El film cuenta la historia de Vera, una actriz de una extensa carrera que atraviesa una especie de cuento de hadas mientras dirige la película no finalizada de su difunto amigo, Jean-Louis Jorge. Pero el extinto director se sumará a la aventura, aunque desde un plano menos terrenal. La fiera y la fiesta tuvo un gran estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Berlín y este jueves llegó a los cines argentinos. Geraldine Chaplin habló en forma exclusiva con Tiempo sobre la flamante película y mucho más.

–¿Cómo describirías a tu personaje?

–Es difícil. Vera es una vieja actriz que, la verdad, ha llegado a una edad en donde no distingue entre lo que ha sido, lo que no fue y lo que pudo haber logrado. En su cabeza no sabe exactamente donde está. Tiene una conversación constante con su amigo difunto, Jean-Louis Jorge, que era un director dominicano, pero luego aparece como si fuera su amigo imaginario. Es una vieja interesante.

–¿Qué es lo más le gustó de la película?
–Toda la película me parece genial porque corresponde a un género que no se ha visto nunca. Es una especie de ensayo cinematográfico e histórico sobre un director que ha existido y que es casi desconocido. Se cuenta a través de personajes que lo conocieron y otros que pudieron haberlo conocido. Hay una película dentro de la película donde se rueda y ahí el estilo se vuelve más como de cuentos de hadas. Este es un film inquietante, que te deja pensando y preguntándote cosas.

–¿Qué es lo que le hace pensar o preguntar?
–Yo creo que casi han creado un nuevo idioma en el cine. Nunca vi nada parecido y al principio tenía mis dudas, pero ahora nada. Me parece una obra maestra porque hay de todo y va más allá de todo. –¿Cómo fue el rodaje de la película? –Sí, siempre hay dificultades. A veces las horas no daban, en una parte nada funcionaba y después todo iba bien, pero más allá de eso nunca hubo un problema enorme. Fue muy difícil, ninguna película es fácil. Fue todo un desafío y sabíamos más o menos lo que hacíamos. La verdad es que hay que confiar en el director. A veces Udo Kier decía: «¿Qué es eso?» o ¿»Qué es lo que estamos haciendo?». Pero confiamos en los directores porque son muy buenos y dio excelentes resultados.

–A lo largo de su trayectoria artística en el cine, ¿qué cambios le llamaron más la atención?
–Lo que más me sorprende es entrar en un bar y ver a alguien mirando una película en un teléfono (risas). No por nada lo llaman el séptimo arte. Me sorprende y está muy bien. El concepto de cine ha cambiado para siempre.

–¿Cuáles son sus influencias?
–Primero mi marido, Patricio Castilla, él es quien más me influyó. Además de que está al lado mío siempre escuchando, así que no puedo decir otra cosa (risas). En el cine, evidentemente está mi padre, Charles Chaplin, aunque luego de trabajar con muchos actores todavía hay gente con quien me gustaría trabajar y entre ellos hay actores argentinos. Si te hablo sobre una película elegiría Capernaum, de Nadine Labaki, es la mejor película que vi en siglos. «

En foco
La fiera y la fiesta. Dirección: Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas. Elenco: Geraldine Chaplin, Udo Kier y Luis Ospina.