Qué tranquilidad que un ministro de Defensa diga que un intento de golpe de Estado fue «un acontecimiento chiquito», ¿verdad?

Casi lo dice con cariño. Capaz es el nuevo tono afectuoso que el gobierno le quiere imprimir a una campaña teñida de incertidumbre. Ah, porque por más que las desacreditadas encuestas adviertan que hay polarización extrema, las verdaderas tendencias de voto no se sabrán hasta el 11 de agosto, el día de las PASO. Mientras tanto, vamos a tener que seguir conviviendo con resultados tan graciosos como el de la encuesta que sumaba 105% de votos para el balotaje. Qué creativos.

También vamos a tener que convivir, ni modo, con el uso y abuso electoralista de la tragedia venezolana. Muy fea la actitud del gobierno macrista de reforzar su campaña del miedo para seguir asustando a los argentinos con la amenaza de que, si gana la fórmula Fernández-Fernández, Argentina se convertirá en Venezuela. A mí me parece una falta de respeto mezclada con ignorancia y la necesidad de sacar provecho de la crisis económica, política y social de un país en el que hay crímenes de lesa humanidad, pero claro, puedo estar equivocada.

Cada vez que escucho al presidente o a algún funcionario con esa falsa comparación, la banda sonora de Psicosis resuena en mi cabeza.

Lo más gracioso es que los macristas acusan a los kirchneristas de autoritarios y antidemocráticos, como Maduro, pero, que yo recuerde, los kirchneristas siempre aceptaron sus derrotas en las urnas.

Ah, no. Me equivoqué. Lo más gracioso es que el macrismo, quizá influido por el invierno, quiere reeditar la Guerra Fría y «acusa» de marxista a Axel Kicillof. Jorge Macri incluso se preguntó si el exministro de Economía se había «curado» del marxismo, como si fuera una enfermedad. Elisa Carrió no se quiso quedar atrás y redobló la apuesta al «denunciar» que la expresidenta no va a Cuba sólo a ver a su hija enferma, sino a negociar con enviados de Putin la intervención rusa en las elecciones presidenciales argentina. ¿Pruebas? ¿Quién necesita pruebas? No podemos dejar de reconocer el éxito de la larga campaña mediática que posicionó a Carrió como una líder política seria, responsable y republicana. En serio. Mucha gente cree que lo es. Lo que se dice un verdadero éxito de la propaganda.

Tan exitoso como el caso de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires. Los macristas se siguen presentando como los adalides de la honestidad, la transparencia, el buen gobierno y el cumplimiento de las leyes. En serio. Mucha gente les cree y los vota por eso. Pero resulta que Vidal violó la veda electoral con un spot de campaña que difundió en la Televisión Pública, en plena final de la Copa América, cinco días antes de lo permitido. Aunque la gobernadora ha estado en maratón mediático, nadie le pregunta, nadie la cuestiona. Qué le vamos a hacer. Seguro ella no tiene la culpa de que sólo la entrevisten periodistas amigos que la miran con embeleso, asienten con la cabeza y le dan la razón en todo lo que dice, sobre todo cuando habla de lo malos y peligrosos que son los kirchneristas.

El que parece que nos va a salir con una sorpresita es el presidente. «Hemos demostrado que se puede convivir con medios totalmente opositores como hemos tenido nosotros con C5N, Página/12 y no sé cuántos más», dijo en el adelanto de la entrevista que le hicieron en CNN. ¿Entonces reconoció que el resto de los diarios y canales son oficialistas y hacen periodismo militante macrista? El «no sé cuántos más» yo creo nos lo va a quedar a deber porque tampoco es que haya una pluralidad exultante en la prensa argentina, ¿no?

Quizá Macri se sinceró porque anda de buen humor y rezándole a Santa Economía para que las cosas se queden como están de aquí a octubre: con un dólar quieto, sin sobresaltos, sin nuevos y bruscos aumentos de la inflación, con superávit primario récord y la plata del FMI llegando en plena campaña por su reelección. A esperar con serenidad y paciencia.

Seguimos. «