«A los 30 años tengo que ser una buena actriz», se dijo Graciela Dufau y se puso a estudiar. Las circunstancias de su vida la llevaron a tomar ese camino y se dio cuenta de que era lo que quería para su vida. Hoy, 45 años después, se prepara para salir al escenario del Cervantes sabiendo que cada minuto de la vida es una ocasión. Después de muchos años volvió a ese escenario (ver recuadro) donde de jueves a domingos protagoniza la obra de teatro «No me pienso morir».

Dufau trabaja desde los 16 años, cuando murió su padre y arrancó su vida laboral como modelo hasta que se encontró con el mundo del arte. «Mi padre era periodista, murió de un infarto», cuenta la actriz. Para ella, él fue su gran influencia. «Me dejó tres estantes de libros», comenta y agrega que así fue como comenzó su gusto por la lectura y sobre todo por el teatro. «Mis padres no tenían mucho dinero pero se las rebuscaban para conseguirme una entrada, así vi a Edith Piaf cuando vino a la Argentina y fui al Teatro Colón una vez por mes. Ahora pienso cuánto sacrificio habrán hecho. Tener posibilidad de acercarse a la belleza y contactarse con el arte es una enorme ayuda. Quiero eso para mi país, siento que es parte de la salvación. Si de chico has tenido acercamiento al arte, siempre es un bálsamo», expresa con firmeza Dufau.

Perseguir los sueños fue la clave para la actriz, por eso aunque era alumna promedio 9, dejó la secundaria y se fue por su cuenta a Italia. «Allí conocí a Michelangelo Antonioni, que me dijo que me volviera a hacer carrera en mi país porque allá estaba difícil. Él ya era conocido y a pesar de eso, me contó que tuvo que robar un pedazo de carne porque no tenía nada para comer. Le hice caso, me volví y a los tres meses de estar acá conseguí trabajo».

La pantalla chica fue un espacio interesante para Dufau. «Estuve en la televisión una época en que tenía una puesta más teatral, había mucha ficción. Ir a cobrar a la Asociación de Actores era un suplicio porque era una época en la que llegó a haber 16 teleteatros en el aire. Ahora no», explica y agrega: «A cambio, hoy hay más de 400 salas de teatro independiente, así que esa energía sigue estando».

A pesar de la trayectoria, Dufau no deja de sufrir de nervios antes de salir del camarín y, en este caso, algo de melancolía. «Mi carrera está terminada, este es el último estreno que hago», reflexiona. «El final está cerca, por edad y por energía», afirma. «Cuando pienso en mi vocación no le temo a la vida, como dice un personaje de Chejov», afirma mientras acomoda sus cosas.

El teatro comercial

Un hito en su carrera fue el éxito de Brujas. «Pensé que iba durar tres meses y duró siete años. A los tres años yo quería dejarlo, pero China Zorrilla me dijo que nunca se deja un éxito. Y tenía razón. Con ese dinero pude comprar los derechos de Sandor Marai para hacer La mujer justa y obras de Mankell. La vida es así en el teatro, juntás la plata para hacer otra obra y después otra. Aunque después te encontrás con que tenés que ir al supermercado y llevar a los chicos al colegio. No hay éxito ni premio que te abrace cuando te vas a dormir. El fracaso y el éxito son dos cosas difíciles de atravesar, pero el éxito es más peligroso que el fracaso. Siempre lo digo». «

Para pensar en el amor

Graciela Dufau protagoniza No me pienso morir, escrita y dirigida por Mariana Chaud. Es un itinerario sobre la vida y los vaivenes del deseo a lo largo del tiempo y describe también el universo de algunas personas de una clase social que no necesitan hacer nada para subsistir porque lo económico está resuelto desde la cuna.

«Amalia, mi personaje, en cierto momento tuvo la posibilidad de un gran amor, pero quedó trunco y ella lo vive casi con naturalidad. Esta es una obra que pone a pensar si se puede disfrutar de la vida, del amor y de las pequeñas cosas sin tener problemas económicos», dice la actriz
La obra fue seleccionada a partir de la convocatoria de proyectos teatrales para programación 2017 y toma como punto de partida la novela Amalia, de José Mármol.

No me pienso morir, de jueves a domingos a las 21, en la sala Orestes Caviglia del Teatro Cervantes.

El regreso luego de Gabo

Hace 29 años fue el estreno mundial de Diatriba para un hombre sentado, de Gabriel García Márquez. La función fue en la sala de la esquina de Córdoba y Libertad y el texto tuvo como musa inspiradora a Dufau. La anécdota es una de las tantas particulares en la vida de Dufau: los organizadores del Festival Internacional de Cine de La Habana le habían pedido que haga un recital de poesía en el Cabaret del Hotel Nacional y ella puso como condición que no se pudiera beber y que se cerraran las puertas del lugar. Al día siguiente, se enteró de que «Gabo» había quedado afuera. Al día siguente fue a verla al teatro junto a Fidel Castro y la invitó a cenar. Allí le comentó que tenía una idea para teatro, nueve meses después de aquel encuentro y sin haber tenido otro contacto, sonó el teléfono de la casa de Dufau. «Respondí y alguien me dijo: ‘Conozco esa voz, soy Gabo y no me mandes al carajo pensando que esto es una broma'», así le acercó la obra. «Nunca logré volver a montarla, por eso hace poco hablé con Tantanián y quizá se pueda el año que viene. No tengo la edad para hacer el personaje, pero algo pensaremos», adelantó.