Como si el frío del invierno porteño fuera un mero dato estadístico, miles de personas desfilaron por la Avenida de Mayo en medio de una doble fila de puestos de artesanías, tatuajes de henna y comidas tradicionales. En el escenario dispuesto de espaldas a la Rosada, un enorme cartel de «Buenos Aires celebra India» daba marco a la presentación de espectáculos tan atractivos como opuestos: desde un grupo que cantaba semitonos de delicadas melodías, al desborde musical que proponía una coreografía estilo Bollywood. Una combinación extrema, como la que suele proponer la India.

Precisamente, este último concepto es destacado por el indólogo Gustavo Canzobre, director del Colegio de Profesores de la Fundación Hastinapura, durante una entrevista que descubre sorprendentes cuestiones de género de la sociedad india y analiza el origen político de otras costumbres no menos llamativas. «Hay que entender que estamos hablando de un país que encuentra su fuerza vital a partir de los contrastes», explica el especialista en arte y filosofía de la India.

–¿A qué atribuye el interés que despierta la India?

–Existen dos facetas. Una está relacionada con la creciente búsqueda de salidas alternativas ante la falta de perspectivas generales, y la otra tiene que ver con un componente exótico de lo desconocido como camino hacia una salida fácil. En este contexto, la Argentina siempre ha tenido una actitud de apertura porque si bien este año se cumplen 70 años del inicio de los vínculos diplomáticos, las relaciones culturales entre ambos pueblos comenzaron a mitad del siglo XIX. Además, no podemos negar el impulso que le ha dado el gobierno de Modi (Narendra, primer ministro de la India) con la declaración del Día Internacional del Yoga y su política de «poder blando».

¿Referirse a las políticas de Modi no cree que le quita mérito al valor del yoga como expresión cultural, por seguir con su ejemplo?

–El yoga funciona como un factor multiplicador de la manera que se viene dando cultivo a la cultura de la India, algo que está muy arraigado en la Argentina desde hace décadas. Sin ir más lejos, Indra Devi fue la primera maestra de yoga importante que hubo en la tradición india. Otro ejemplo, no azarosamente con otra mujer, fue el establecimiento de la Orden Ramakrishna en el año 36, gracias al trabajo de Adelina del Carril, quien en la historia sólo es conocida como la esposa de Ricardo Guiraldes.

¿Por qué enfatiza que estas intervenciones no fueron azarosas?

–La razón es que las mujeres han tenido un rol central en la difusión de la cultura de la India. En la Argentina han jugado un papel fundamental nombres como Victoria Ocampo, Adelina del Carril, Indra Devi, Ada Albrecht o Mirta Barbié. Pero cuidado porque así como nombramos a estas mujeres, también podemos citar a Lola Mora o a Eva Duarte. Es que tenemos una tradición de mujeres que, contra viento y marea, siempre se han plantado.

Un rol muy diferente al que parecen tener en la India, donde dan la sensación de vivir siglos de atraso.

–Es un tema crítico y, como todos los temas sociales de la India, muy difícil de entender desde el exterior. En los últimos años se ha desarrollado un nuevo género literario, la ficción mitológica, que es una especie de versión india de El Señor de los Anillos, con la diferencia de que recurre a mitos vivientes y propone volver a contar las historias tradicionales desde una perspectiva moderna. Estos libros hoy son todos bestsellers. Uno de ellos se llama Ms Kuru returns to Delhi y en la foto de la tapa aparece Kuru (una de las tres mujeres principales de la gesta del Mahabhárata) junto a Draupadi (la esposa de los cinco príncipes) y Gandhari (la mujer del rey derrotado). Las tres están descendiendo en un auto en la Delhi actual y quedan azoradas por el papel de la mujer en la India de hoy, sin poder entender cómo después de decenas de siglos han involucionado tanto. Esto está pasando hoy, el tema de las mujeres es algo crítico en la cultura de la India de hoy.

¿Qué otras cuestiones cree que son difíciles de entender?

–Si bien el tema de las castas es una cuestión complejísima, un tema delicado es la elección de las parejas para casarse. Porque son los jóvenes, y no los viejos, quienes defienden que los padres les elijan con quién deben contraer matrimonio. El motivo es que los casamientos no son de individuos, sino de familias.

Suena antiguo.

–Claro. En un sentido puede sonar a atraso pero desde lo económico, hablamos de una estructura que sigue permitiendo beneficios sociales que nuestra cultura no ofrece. En la India un desocupado nunca se queda desamparado, sino que es rescatado por su familia.

–Sorprende que esta situación de las bodas acordadas siga vigente.

–Es que la India tiene siglos de absorber influencias, de los griegos, árabes, mogoles e ingleses. Recién hace menos de un año se decretó la invalidez de una práctica musulmana que otorgaba automáticamente el divorcio a un hombre que repetía tres veces «Pido el divorcio», incluso a través de mensajes de texto. Suena raro, pero hay que entender que era una ley que se remontaba a la independencia de la India, cuando se aceptó que la población musulmana se rigiera por sus tradiciones, como una forma de incluirlos. Reitero, la India es un país de contrastes.

Esos contrastes parecen ser cada vez mayores. Con millones de pobres, la India va camino a convertirse en una de las mayores economías globales.

–A reconvertirse. En 1750 producía el 25% del producto bruto mundial, pero bajó al 3% en la época del imperialismo británico. Cuando los ingleses se fueron había un 17% de alfabetos y después de 70 años, la población alfabeta está orillando el 80%. Sólo en la India puede ocurrir algo semejante.  «

¿YOGA BANAL?

«En Occidente hay una banalización del yoga, pero es un proceso que también tiene raíces en la India. Para que sea transformador, no puede ser superficial, no alcanza con vestirse y asistir a algunas clases. Si hubiera un verdadero interés en seguir el mensaje del yoga, no habría tanta gente durmiendo
en la calle».