La violencia de género se basa en la desigualdad entre hombres y mujeres. Puede tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico. Como informa la ley 26.485 existen distintos tipo de violencia de género: física, psicológica, sexual, económica y simbólica, dadas ya sea en la casa, en el trabajo, en una institución, en un hospital (obstétrica) o en los medios. La violencia hombre-mujer es susceptible de ser catalogada como heteronormativa, en el caso de la psicológica es la más invisible, pero sustancial. Su medición se eslabona en cadena, en serie, desde el kilómetro cero, por la ruta de la agresión a destino, no sólo ni únicamente entre bofetadas y hematomas, aunque podría culminar en una definición fatídica, también puede haber violencia de control social, donde entran celos, acoso e intentos de aislamiento. El más extremo: el femicidio, la anulación de la mujer, su asesinato. La primera de control social o la psicológica puede ser constante y pasar desapercibida. Pero ahí está, escondida. 

La violencia de género no se da de un día para otro. La ejercen varones violentos; no tiene rostro ni nombre, o por lo menos los medios lo olvidan y en denuncias no se los ha investiga o investigan; la violencia es un cargo que puede ser ocupado por diferentes hombres que se llaman tal o cual, que viven allí o aquí, que acosan, aíslan, poseen, pegan, violan o matan. Son parte de un sistema. Y el sistema difunde en los casos más extremos y visibles rostros y nombres de mujeres abusadas y violadas, en casos ocultando el o los agresores. Y esos varones ocupan ese rol social con esfuerzo y dedicación. Acosar requiere ahínco y entrega.

 También, mucha energía necesita para que la puedan aplicar con denuedo. Especulación, maniqueísmo los más ingeniosos y violentos estrategas. La violencia de género del hombre hacia la mujer parece no tener rostro. ¿Y en una relación entre mujeres? ¿Existe violencia o violencia machista? ¿Y si acaso, cambiando los paradigmas, saliera del cuerpo hombre-hetero? ¿La violencia podría no sólo alojarse en el binomio varón violento-mujer víctima? La violencia tiene muchas casas en donde residir, nombres, apellidos. Sin sitio fijo, la violencia es nómada y, también, simultánea. 

Y repito la pregunta porque abre el debate y se cuestiona dentro de las ramas del feminismo. Alguien puede decir que es una forma arriesgada, o no estar de acuerdo. Pero la pregunta debe hacerse: ¿entre mujeres también podría existir el ejercicio de la violencia machista? Según la ley, no le pertenece, ¿pero la normaliza, la practica? Si estás en pareja con una mujer, ¿podés sufrir acoso, anulación, muerte de una manera machista? Ese «golpe», en sentido o no figurado machista, ¿puede tener palma de mujer y sombra en los ojos? Y a esa violencia también debemos dilucidarla, al menos problematizarla, pensarla, luchar para detenerla, representarla en la escena, entenderla y tras hacerla consciente, combatirla, resistirla. 

Hay, en forma de resistencia y construcción positiva, una sororidad entre mujeres. Sororidad es un término que dio contraparte a la violencia machista, fue estudiado, es practicado en talleres y cada vez más difundido. Es la forma más amorosa de resistencia con prácticas diarias. Opinar que la violencia machista entre mujeres es coronada por una tiranía vincular replicada, arriesga un pensamiento de malas copias, de imitaciones. ¿La falsa violencia? La violencia de de género está a punto de salir del closet. 

A lo largo del tiempo, conocí formas distintas de acoso off y online de mujeres a mujeres, violencias psicológicas y físicas. Por ejemplo: “Parece un chabón”; “Es como un milico”, “Me ocupé de la casa y de todo para que ella pudiera desarrollar su trabajo”. “Parece mi viejo”. Entonces, ¿existen  situaciones de violencia así? “Ella es como mi ex novio”, “me controla como mi ex marido”. ¿Copia? ¿Falsa violencia?

Mi pasaje por este día tiene que ver con abrir interrogantes, introduciendo la duda acerca de la «réplica» de la violencia machista entre las mujeres que forman sus parejas. Y que, en contrapartida, por desarrollo de conciencia, resistencia y lucha social la forma más verdadera contra aquella tiranía, está la sororidad, una forma de vínculo entre mujeres que se ayudan, fraternizan y hermanan. Un abrazo verdadero, hasta las manos, único, el más particular y autónomo, comprometido, el que se distingue y se prioriza. Contemos con la sororidad en el Día de la Eliminación de la Violencia a Mujeres como la forma más alta de amor entre mujeres, la más verdadera, la que confía en formas vinculares no reproducidas, no calcadas, no duplicadas. Luchar por lo singular.

*Coautora de El Sabor, obra de teatro con una nueva mirada de género.

Función gratuita: miércoles 28 de noviembre, 14:30, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la violencia a las mujeres, en las Jornadas de 14 a 18, del Instituto Nacional de las Mujeres en La Manzana de las Luces, Perú 222.

Si vivís situaciones de violencia llamá al 144.