A su llegada a Buenos Aires, durante la conferencia de prensa, en el hotel Four Seasons, en el primer contacto con los medios locales, el músico se mostró relajado y risueño. En las próximas semanas recorrerá varias localidades de nuestro país y se presentará en el Luna Park el 11, 12, 15, 16, 22 y 23 de noviembre, y el 1, 2, 5, 7 y 9 de diciembre. “¿Qué hacen acá? ¿Habéis dejado solo a Macri?” bromeó para romper el hielo. Acto seguido, antes de las preguntas recibió el disco de oro por las ventas de su nuevo álbum, y luego, con su cervecita de costado, comenzó a hablar. «Lo mejor de tener canciones nuevas es poder someter al público a la tortura durante la primera media hora de darle canciones que no escucharon, porque siempre quieren las viejas», anticipó el cantautor, que trabajo con el escritor Benjamín Prado y el músico Leiva de Pereza, promesa de la música de la península ibérica.

«Necesitaba rejuvenecer el estilo con otra gente, con otras ideas. Desde ‘19 días y 500 noches’ no tenía esa urgencia, esa necesidad de contar. Hemos escrito las canciones sin dormir como lo hacíamos hace 15 años, pero esta vez sin polvos blancos que me ayudaran, por lo que fue más difícil aún», reconoció el español que se dio cuenta que los colaboradores elegidos supieron interpretar mejor que él lo que el disco necesitaba.

Hasta se animó a un reggae, un ritmo infrecuente en tu repertorio. “-Viví en Londres entre los 20 y 27 años. En ese momento, comenzó a surgir el movimiento con los jamaiquinos de la ciudad. Yo me metía por curiosidad, imagínate lo que eran esos bares llenos de rastas. Siempre quise hacer un reggae. Un día, mi amigo y jefe de la compañía Afo Verde me contó que tuvo un grupo de reggae y le dije que me haga un ritmo que yo lo hacía, y así fue. Además, me gustó la broma de hacer un tema con el jefe de la discográfica” dijo.

Sabina también habló del secreto de la permanencia de su música y la falta de referentes con los músicos actuales: «La gente ha ido viendo que somos fieles a lo nuestro, que no somos unos monigotes de las multinacionales, que no estamos en el marketing», dijo, y agrego “Me preocupa no ver a versiones jóvenes de Bob Dylan, Leonard Cohen o David Bowie. Lo nuestro fue un proceso de acumulación de año tras año, y a pesar de nuevas plataformas para mostrar lo que se hace, se ve que faltan recursos para hacer una obra con cimientos sólidos.”

Su opinión sobre el presidente Mauricio Macri fue muy escueta: «Es un gobierno de ricos eso es lo único que sé, es bastante obvio». De lo que habló con mayor seguridad fue de la situación actual en su país: «Una banda de políticos profundamente irresponsables ha estado a punto de llevar a los catalanes a un abismo imposible. Estoy radicalmente en contra de los nacionalismos. En Europa, el nacionalismo ha sido la causa de todas las desgracias y de mucha sangre durante todo el siglo XX». No se olvidó de solidarizarse con su amigo Joan Manuel Serrat, que fue atacado por sus opiniones en contra del referéndum: «Los independentistas han hecho un mundo de peores y mejores catalanes. Es una cosa diabólica». Para Sabina cree que en el siglo XXI hay que construir puentes y no levantar muros. “Es una locura que le digan fascista a Serrat. ¿Te lo puedes creer? Eso está pasando. Es terrible”, comentó.

Luego contesto una serie de preguntas sobre su afinidad con los fanáticos argentinos y conto la anécdota de una persona que desde el auto le mostraba a sus hijos, un niño y una niña, a los que nombró Joaquín y Sabina, respectivamente.

Hacia el final de la conferencia, el cantautor contó que su último disco en definitiva habla de un sentimiento de finitud y que hay un espíritu de réquiem en sus canciones. «Réquiem quiere decir olorcillo a fúnebre. Lo que ocurre es que tengo 68 años. No sé escribir sin hablar de lo que me preocupa. Y naturalmente lo que me preocupa es el proceso de envejecer», reconociendo que en muchas canciones quería burlarse del personaje que se armo de él, sobre todo cuando vio una frase que publicaron en un diario de Chile. Pusieron: “Llega el profeta del vicio”. Y pensó: “Me sobrevaloran. Hablan del juglar del asfalto y cursilerías así de terribles. Yo di pie a eso por ser un bocazas y por mi vida noctámbula y callejera. Pero bueno, soy un músico urbano, como el tango por eso quizá la empatía que tengo con vosotros”.

Al ser consultado por si sería su último disco Joaquín fue claro: “La verdad es que llevo 20 años diciendo eso. Siempre que hago un disco pienso que ya no tendré la energía ni las ganas para sacar otro. En realidad, estaba un poco aburrido de mi trabajo en el estudio. Sigo disfrutando mucho de las giras, de los viajes y de subir a un escenario. No me gusta eso del botoncito para afinar. ¡A mí me gusta desafinar! Estaba un poco harto de todo eso. Me veo dentro de unos años tocando en teatritos en plan acústico, donde se puedan oír mejor los matices y la relación con el público sea menos tribal y más humana”.