El Ciclo Teatros de Mi País, que se realiza en Timbre 4, está destinado a traer a Buenos Aires los mejores espectáculos de las provincias, con la creencia de que no hay “un” teatro argentino sino teatros argentinos, en plural, por la diversidad de imaginarios, formas de producción y poéticas del mapa escénico nacional. La propuesta es conocer y disfrutar los teatros nacionales, en su diversidad, y abandonar la errónea idea de que lo mejor del teatro argentino está en Buenos Aires. 

Este domingo, a las 14, en la sala de México 3554, participará del ciclo el dramaturgo Alejandro Finzi, de Neuquén, quien leerá su obra Fuentealba: clase abierta, en homenaje al maestro Carlos Fuentealba asesinado en 2007. Docente de Química, Matemáticas y Física, activista gremial y militante socialista, Fuentealba fue asesinado por la espalda a quemarropa por un policía de la provincia del Neuquén durante un operativo que buscaba impedir un corte de ruta el 4 de abril de 2007. 

En Fuentealba: clase abierta, Finzi imagina al maestro en una clase con sus alumnos (los espectadores), mientras dialoga con una bandurria, ave patagónica. Es muy común en la dramaturgia de Finzi la presencia de animales como personajes: en Chaneton (el alacrán Príncipe Andrei), Martín Bresler (la araña Solange), Voto y madrugo (Magallanes la pulga andaluza y Blake el bicho de tres cabezas), Tosco (una luciérnaga), incluso en La isla de fin de siglo se relata el encuentro de Freud con un grillo, o cómo los pingüinos adoptan a Charles Darwin. 

 Nacido en Buenos Aires en 1951, Finzi se radicó en la ciudad de Neuquén en 1984 y desde la Patagonia, sin “pagar peaje” en Buenos Aires, irradia su teatro a todo el mundo. Es docente e investigador de la Universidad Nacional del Comahue. El Instituto Nacional del Teatro le otorgó en 2012 en reconocimiento a su trayectoria un subsidio especial para la publicación de su Obra reunida, que se editó en Neuquén bajo el sello Con Doble Zeta. El volumen, de más de quinientas páginas, reúne 18 de sus piezas, de diversa extensión, en un arco de producción que va de 1981 hasta 2009. No están todas sus obras, porque escribió más de treinta. 

Buena parte de las obras de Finzi se han estrenado primero en Europa: Nocturno o el viento siempre hacia el sur, en Nancy, Francia, 1981; Viejos hospitales, en Metz, Francia, 1983; La piel, en Aix-en-Province, Francia, 1997; La isla del fin del siglo en París, en 2000; El niño travieso, en Dinamarca, 2003; Sueñe, Carmelinda, en París, 2005. Otras, han tenido sus estrenos en provincias argentinas (Neuquén, Córdoba, Santa Fe, Salta), y luego versiones en Europa, África y Latinoamérica. Por ejemplo, Aguirre el Marañón o la leyenda de El Dorado se conoció en Córdoba, en 1989, y más tarde en Biarritz; Patagonia, corral de estrellas, en Neuquén, y luego en París. Chaneton, estrenada en Neuquén en 1994, hizo gira argentina, latinoamericana y europea tres años. 

El teatro de Finzi ha sido traducido al francés, inglés, polaco, árabe, italiano, ruso y portugués. En los últimos años, gratamente, se han multiplicado las puestas de sus obras en Buenos Aires. 

En entrevista con Beatriz Molinari, dice Finzi de su Obra reunida: “Todas mis obras son experimentales desde el momento que no acuerdan con el glosario de los procedimientos dramatúrgicos. La escritura, lo que busco en ella, es andar en un territorio de indagación, de subversión, de quiebre, de abrir la palabra a nuevos sentidos”. 

Una de las zonas más atractivas de su producción es el “ciclo patagónico”, que incluye Benigar, Martín Bresler, Chaneton, El secreto de la isla Huemul, Patagonia corral de estrellas o el último vuelo de Saint-Exupéry, La isla del fin del siglo, Bairoletto y Germinal, Camino de cornisa... Al respecto dice Finzi en la mencionada entrevista incluida en Obra reunida: “Hay cierta ‘orgánica’ en esta serie de textos. Es asociable a la existencia de lo que fue el grupo de teatro Río Vivo, que creara Daniel Vitulich. La vida de este grupo ha sido la experiencia artística que más huella dejó en mi vida. Nunca viví, ni viviré algo semejante. Crecí en el seno de ese grupo y me realicé como autor teatral definitivamente”. La edición de Fuentealba: clase abierta (Con Doble Zeta, Neuquén) incluye un prólogo de Finzi donde explica: “¿Qué puedo hacer con mi oficio para denunciar este crimen contra la sociedad de mi país? ¿Para qué puede servir escribir una obra de teatro sobre este profesor del CPEM 69? No lo conocí personalmente, supe de él cuando lo mataron. El esquema del texto llegó a mi cabeza. Iba a proponer a la escena una de sus clases”. “Fuentealba es el ejemplo de lo que nunca tendría que ocurrir en nuestro país, donde mueren niños, jóvenes, a manos de la policía y los políticos y del hambre que estos engendran con sus promesas y sus fraudes”. 

El estilo de Finzi es inconfundible. A manera de adelanto del texto que se presentará el domingo en Timbre 4 en la voz del propio dramaturgo, reproducimos el fragmento inicial: “Se escucha, entre la oscuridad, el aleteo de Carola, la bandurria. Ella nos habla: ¿Van a la escuela los asesinos de un maestro? ¿Escuchan su clase, toman apuntes, preparan una prueba, rinden un examen, reciben un boletín? ¿Se levantan temprano a la mañana para ir al aula? Sí. ¿Entonces por qué mataron a Carlos Fuentealba? ¿Dónde aprende un gobernador a mandar a eliminar a un docente? ¿Dónde aprende un policía a reprimir a un profesor? La autoridad, cuando se ejerce, se traduce en libertad, no en muerte. No existe, entonces, la autoridad: existen el crimen y la barbarie. El viento cordillerano se lleva el canto corneta del ave”.