Al término de 2020, la economía argentina registrará una caída similar a la del fatídico 2002. La última medición del Indec, actualizada al tercer trimestre, señala que el Producto Bruto Interno bajó un 10,2% interanual, apenas siete décimas porcentuales por debajo del año que siguió al corralito, el estallido de la convertibilidad, los cinco presidentes y la devaluación. Medido a precios constantes, el país produce en la actualidad lo mismo que en 2009. La pandemia terminó de hundir lo que las zigzagueantes recetas económicas aplicadas en los últimos años habían dañado de gravedad.

A pesar de ello, algunos datos oficiales sugieren que el piso de la crisis ya se tocó y que, con mayor o menor fuerza, el rebote ha comenzado. Así como el Indec informó tan brusca caída en comparación con el año pasado, un indicador más actualizado el EMAE (Estimador Mensual de Actividad Económica, que suele anticipar las tendencias del PBI) detectó en octubre una mejora del 1,9% con relación a septiembre. Del estudio se desprende que el sector financiero está un 9,4% por encima de sus niveles del año pasado y que el comercio, siempre importante por el empleo que genera, está apenas un 0,7% por debajo del nivel de octubre de 2019.

Estudios privados dan cuenta de otros indicadores favorables. El Instituto de Trabajo y Economía (ITE) señala que «mientras la demanda de energía residencial, las cantidades exportadas, la recaudación de la seguridad social y las ventas minoristas se mantienen en terreno negativo, otros componentes comienzan a mostrar crecimiento en términos interanuales; se destacan dentro de este último grupo los despachos de cemento y los préstamos comerciales en términos reales, con incrementos anuales del 28% y 45% respectivamente». Para ese centro, ya se recuperó el 78% del nivel perdido desde el piso de la crisis, en abril del año pasado.

Esperanzas

La esperanza de las autoridades es que con la vacunación en marcha, buena parte de las industrias y comercios adaptados a la nueva normalidad y con los protocolos adecuados para evitar los contagios, haya un fuerte crecimiento en comparación con el anémico año pasado. Por cierto, el repunte no será uniforme. Algunas actividades, como hotelería, gastronomía y espectáculos, dependerán de que mejore la situación sanitaria para recuperar sus niveles prepandemia y eso todavía puede llevar bastante tiempo. La evaluación en el gobierno es sostener el auxilio de esos sectores, aunque hay un debate sobre cuáles deberían ser los mecanismos a utilizar para ello, si los subsidios directos, los créditos subsidiados o los programas Repro (por los cuales el Estado cubre una parte de los sueldos de los trabajadores), o una combinación de todos. Sin embargo, la decisión de desmantelar el ATP, al cual se destinaron alrededor de $ 370 mil millones en préstamos blandos y transferencias directas a empresas y trabajadores, está tomada.

Con las disparidades del caso, el Presupuesto 2021 prevé una suba del PBI de un 5,5% durante el año. «Esta recuperación se daría de la mano de todos los componentes de la demanda agregada. Para el consumo privado se estima un crecimiento del 5,5% interanual y para el público un alza del 2,0% interanual. En tanto, la inversión, que fue el rubro más severamente afectado en la crisis, podría alcanzar un crecimiento interanual del 18,1%, contribuyendo especialmente a impulsar la recuperación económica», dice el documento preparado por el Ministerio de Economía.

Desde esa cartera les ponen fichas a determinadas acciones para que sirvan de motores a la tan esperada reactivación. Una es la obra pública: la inversión en infraestructura suma $ 842 mil millones, casi el doble en términos reales que el año pasado. Se pondrá el énfasis en «obras de transporte vial, obras sanitarias (relacionadas con el acceso al agua potable y a redes cloacales) y ambientales», señalan desde el Palacio de Hacienda. Ya hubo algunos movimientos políticos para poner en marcha las más de 6000 obras en carpeta: entre ellos, la rescisión de los polémicos contratos que celebró el macrismo para que empresas privadas se hicieran cargo de los corredores viales (ninguna consiguió el financiamiento prometido para desarrollar los trabajos comprometidos) y el recambio en la cúpula del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat, que tiene a su cargo los planes de vivienda Procrear.

Otro eje de crecimiento son los hidrocarburos, en especial el Plan Gas, a través del cual el gobierno asegura contratos de compra del fluido a largo plazo para que las empresas tengan certidumbre y se comprometan a incrementar la producción. Un paper de la Secretaría de Energía estima que se generarán inversiones por U$S 5000 millones en los próximos tres años, lo que no solo generará mayor empleo y asegurará el suministro sino que reportará al Estado unos U$S 2500 millones en recaudación de impuestos.

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¿Y los privados?

«A ocho meses del shock inicial de la pandemia, así como de las medidas efectuadas para hacerle frente, se observan signos de reactivación en dos sectores clave: la construcción y el sector automotriz. Será clave sostener la tendencia ascendente en estas dos divisiones de la industria para que la recuperación productiva no solo tome fuerza sino que también pueda mantenerse», reza un informe de la consultora PxQ, dirigida por el ex viceministro de Economía, Emmanuel Álvarez Agis. Son dos sectores privados relevantes; uno genera gran cantidad de empleo y el otro es el centro de un entramado de pequeñas empresas autopartistas que bailan al ritmo fijado por las terminales automotrices.

En cuanto a la construcción, «la actividad del sector se ubica 3,9% por debajo (interanual), lo que da cuenta de una recuperación considerable dado que en abril de 2020 la caída anual llegó a ser de 76%», dice el estudio. «Al interior de la actividad se observa un comportamiento dispar, que se explica por el freno a las obras de gran dimensión que forzó la pandemia y, al mismo tiempo, por la mayor demanda de refacciones menores que generó la cuarentena. Los datos de octubre y noviembre muestran que la buena performance de la actividad de la construcción continúa y parece seguir liderando la recuperación en la actividad por el lado de la oferta».

Otro sector fundamental para la economía, como el agropecuario, se encuentra en un cono de sombras (ver aparte).

En tanto, en el sector automotriz, Adefa (la asociación que nuclea a los fabricantes de vehículos) reportó que en noviembre se produjeron 32.570 unidades, un 20,2% más que el mismo mes de 2019. Se estima que el número final de 2020 rondará en torno a los 250 mil rodados, cifra que estará por debajo del año anterior pero que puede ser un buen punto de partida para el ejercicio que comienza. «

El maíz y la actividad agropecuaria

La actividad agropecuaria podría registrar un retroceso este año, a pesar de los elevados precios internacionales, tanto de los granos y las oleaginosas como de la carne.

Hay varias razones que pesan en ello. La última es la advertencia de la dirigencia financiera y agropecuaria de que el gobierno está «dañando los incentivos para producir e invertir a lo largo de toda la cadena de valor», según expresaron en un comunicado común las siete Bolsa de Cereales del país por la decisión oficial de prohibir las exportaciones de maíz hasta la nueva cosecha, que arranca en marzo. El gobierno considera que el remanente de 4,2 millones de toneladas es muy justo para las necesidades del consumo interno y la alimentación del ganado ovino, porcino y aviar.

Al respecto, la Mesa de Enlace picó en punta y llamó a realizar asambleas y evaluar medidas. Y de paso, agravió al Consejo Agroindustrial Argentino, su enemigo interno por la representación del sector. «Confiaron en el gobierno, así les fue», acusaron.