Ocho de cada diez niños con epilepsia refractaria evitaron dos de cada tres crisis al ser tratados con aceite de cannabis, informó hoy el hospital Garrahan, que realizó el primer estudio científico en Latinoamérica sobre la efectividad de ese tratamiento en 49 pacientes durante un año.

«Luego de un año de intenso trabajo, el estudio sobre la efectividad y seguridad del aceite de cannabis en niños con epilepsias refractarias concluyó la etapa más importante, que superó ampliamente las expectativas», destacó el centro de salud en un comunicado.

El presidente del Garrahan, Carlos Kambourian, afirmó a Télam que «los números son muy positivos» y «permiten ver una gran reducción de cantidad de crisis y mejoras en la calidad de vida».

«Este estudio debía responder la pregunta ¿es efectivo y seguro el aceite de cannabis en dosis farmacológicamente controladas? Hoy sabemos que la respuesta es sí», enfatizó Kambourian. El estudio demostró que de los 49 pacientes con «seguimiento suficiente», 39, es decir el 80%, tuvieron una respuesta positiva con reducción en el número de crisis, ya que el promedio grupal inicial de 959 crisis por mes (unas 30 diarias) disminuyó a 381 mensuales (13 por día), lo que equivale a una reducción del 60%. «Esto significa que el tratamiento evitó casi dos de cada tres crisis, mientras que cinco niños están libres de crisis en la actualidad», agregaron los investigadores.

Por su parte Roberto Caraballo, jefe del servicio de Neurología del Garrahan e investigador principal del estudio, señaló que los resultados «confirman lo que percibieron a lo largo de todo el tratamiento con las familias y pacientes con encefalopatías epilépticas refractarias. Son indicadores que nos permiten comprender la importancia, eficacia y seguridad de contar con esta nueva opción terapéutica», remarcó.

Asimismo, durante el estudio la mayoría de los padres reportó mejoras en los aspectos cognitivos, conductuales y motores de sus hijos, lo que «repercute en la calidad de vida en los pacientes y sus familias».

«Fue un trabajo muy intenso, no sólo desde la perspectiva médica sino también desde lo administrativo. Participaron más de 100 personas de varias áreas del hospital para lograr tener el fármaco disponible, cuidarlo y administrarlo», agregó Alejandra Villa, directora médica ejecutiva.

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(Foto: AP)

En cuanto a los efectos adversos, la investigación mostró que fueron en general de «leves a moderados», y que «la mayoría se controló con el ajuste de la dosis de cannabidiol o alguna medicación antiepiléptica».

«La idea de este proyecto surgió frente a la necesidad de evaluar el cannabis sin prejuicios y con rigor científico, para asegurarnos su efectividad y seguridad antes de incorporarlo como un nuevo tratamiento», dijo Graciela Demirdjian, coordinadora de Unidad de Evaluación de Tecnología Sanitaria y asesora metodológica de la investigación.

En tanto, Caraballo comentó que originalmente el estudio involucraba a 100 pacientes, pero que al finalizar la primera etapa el equipo médico realizó un corte de información que arrojó resultados «tan categóricos» que creyeron necesario informarlos. «El estudio continúa incorporando pacientes, y para los chicos que ya ingresaron el seguimiento se prolongará un año más para corroborar que los resultados se mantengan en el tiempo y evaluar el impacto sobre el desarrollo neurocognitivo», completó.

Y Kambourian agregó: «Vamos a trabajar en conjunto con las autoridades nacionales competentes para que, con toda la información generada, decidamos los pasos a seguir en los tiempos más cortos posibles. Estoy convencido de que este es el camino para tener una mejor salud pública», concluyó el presidente del Garrahan.

En la Argentina, el 1% de la población padece epilepsia, y de esa cifra, el 20% son casos muy graves. Los niños que participaron de la investigación del Garrahan padecen formas severas de la enfermedad y no respondían a los tratamientos anticonvulsivantes tradicionales.