Desde que el presidente Alberto Fernández firmó el primer decreto para suspender las clases presenciales en el AMBA, la titular del PRO, Patricia Bullrich, transita días intensos y a veces contradictorios. Hace dos semanas cerró filas con el alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, para respaldarlo en la disputa con la Nación. Para sorpresa de los funcionarios capitalinos, llegó a hablar en nombre de la administración larretista para defenderla, pero desde este viernes volvió a tomar distancia. Usó su cuenta de Twitter para cuestionar la flexibilización de la presencialidad en el nivel secundario. Pero el endurecimiento tiene otro componente más espeso. La exministra de Seguridad de Mauricio Macri cree que hay un plan para dejarla afuera de los primeros lugares en las listas para las próximas elecciones, a partir de un acuerdo silencioso para suspender las primarias.

Un síntoma de abrupta soledad surgió el martes pasado en la última aventura fallida para sumar recordación e impacto en la construcción de su candidatura. «Las Islas Malvinas se las podríamos haber dado», dijo, en una entrevista televisiva para negar que la farmacéutica norteamericana Pfizer le hubiera impuesto condiciones inaceptables al gobierno argentino. «Pfizer no pidió cambio a la ley, lo único que pidió fue un seguro de caución, como se lo pidió a todos los países del mundo, que es algo razonable. No pidió los hielos continentales», argumentó.

Al día siguiente firmó un comunicado para bajar un cambio. «Lo expresé incorrectamente y los kirchneristas salieron rápidamente a decir que yo quería entregar las Islas Malvinas a Pfizer», se justificó.

Ninguno de los dirigentes de JxC la acompañó en el sobregiro. La exministra se metió en un pantano pegajoso, cargado de sospechas sobre una relación demasiado promiscua con ese holding farmacéutico. Tan fallida fue la movida, que los demás lobbistas de esa vacuna tuvieron que moderar su prédica. En su autodefensa, Bullrich casi resbaló porque Pfizer sí se resistió. No hizo planteos formales durante los diez días que tuvo antes de la aprobación del proyecto, pero hizo saber su desacuerdo con la utilización de la palabra «negligencia» en el texto que fue aprobado para actualizar el marco legal de la compra de vacunas contra el coronavirus. La declaró de interés público junto con la «investigación, desarrollo y fabricación» de ese fármaco. La multinacional también apuntó a la inembargabilidad de los bienes públicos como garantía y el pago de indemnizaciones en caso de evidente fraude o negligencia.

Desde hace dos semanas hay una presión cada vez más fuerte para que el gobierno nacional renegocie con el laboratorio norteamericano y las palabras de Bullrich pusieron todo en crisis. Además, empañó la iniciativa de su propio partido para aportar los cambios a la ley, que lleva la firma de la macrista Carmen Polledo.

Una alta fuente del oficialismo en materia sanitaria refutó la argumentación de JxC. «El presidente podría proponerle a Pfizer sacar la palabra negligencia por DNU a cambio de que le entreguen mañana las vacunas que no entregaron. No sucederá, porque el problema no es el contrato, sino que ese laboratorio le debe vacunas a todo el mundo», detalló.

En el gobierno consideran que la opción de Pfizer «está sobrevalorada por razones electorales» y que el lobby se diluirá este mes porque estiman que AztraZeneca entregará en forma progresiva 20 millones de dosis. Si se concreta la mitad de esa expectativa, el gobierno lograría inclinar a su favor la carrera contra el tiempo que transita para inmunizar a más de 15 millones de personas antes de junio.

El avance del plan de vacunación es la pieza que definirá la realización del calendario electoral y la postergación de los comicios o la suspensión de las PASO. El 10 de mayo vence el plazo para que el Ejecutivo las convoque y el ministro del Interior, Eduardo «Wado» De Pedro, anticipó que no enviará un proyecto para impulsar la postergación de las legislativas nacionales.  El plan parece deshilacharse, incluso dentro del PRO. En las entrañas del partido amarillo hablan de un acuerdo inicial entre Larreta, la exgobernadora María Eugenia Vidal, el titular del bloque macrista en Diputados, Cristian Ritondo, y el expresidente de la Cámara Baja, Emilio Monzó, de aceptar la suspensión de las primarias a partir de un pacto para definir el armado las listas. Bullrich no fue invitada a esa mesa y es una de las principales interesadas en mantener las PASO ante la posibilidad de no ser beneficiada con el dedazo de Larreta, que sigue apostando a que Vidal sea candidata a diputada nacional en la Ciudad.

Cerca de la exmandataria aclararon que «está más cerca de acompañar a los candidatos que de jugar en la lista», pero no especificaron en qué territorio lo hará. El próximo martes la alianza opositora tendrá otra reunión presencial de su Mesa Nacional y hasta ahora las coincidencias a favor de la suspensión transitan por debajo de la alfombra.

En la Coalición Cívica no han salido con vehemencia a señalar el poco tiempo que queda para cambiar el cronograma y en la UCR se aferran a sus últimas declaraciones a favor de mantenerlas con tal de que sean postergadas.

En el macrismo duro están al tanto del renovado interés para aceptar una eventual suspensión que reduciría las chances de Bullrich como principal arrastre de su núcleo más intransigente de votantes. Vidal podría hacerle una sombra demasiado grande y sus socios creen que el kirchnerismo ya no está tan interesado en mantener las primarias porque está a un paso de ordenar la interna del PJ bonaerense, para que lo presida Máximo Kirchner, jefe del bloque oficialista en Diputados.

Con esas opciones sobre la mesa, en la Ciudad aguardan la postergada definición de la Corte sobre el recurso de inconstitucionalidad del DNU que suspendió las clases presenciales. El máximo tribunal podría buscar una salida intermedia, pero se diluyeron las prospecciones ante el silencio de sus cortesanos. Sin embargo, la contienda se renovó desde que el presidente firmó otro instrumento con medidas similares y Larreta confirmó la desobediencia de la medida, pero con matices. Apenas lo hizo, el castigo vino de adentro. Las diferencias que tiene en su partido son mucho más agudas que la buena relación con Pzifer o forma de mantener la escuelas abiertas en la previa de un calendario electoral que todavía no tiene fecha de arranque.   «