Para algunos malpensados, era casi un trabajo de marketing de la prensa británica para calentar motores antes de la semifinal de la Copa del Mundo que finalmente no fue por la pericia de los croatas a la hora de los penales. En una línea similar se expresa Ludwig Watzal, un analista político alemán, cuando señala que el nuevo caso de envenenamiento con el agente nervioso Novichok que denuncia el gobierno de TheresaMay sirve para ocultar que el desarrollo del certamen Rusia 2018 es un éxito organizativo que no esperaban. Wantzal incluso sostiene que a los medios alemanes el caso les viene bien para no tener que hurgar en el fiasco del equipo dirigido por Joachim Löw, que se volvió en la primera ronda. Incluso se especula en las implicancias que puede tener la cumbre de la OTAN, que se desarrollará la semana entrante en Bruselas, y el posterior encuentro entre Donald Trump y Vladimir Putin.

El caso es que el sábado pasado dos súbditos del Reino Unido fueron internados de urgencia en el hospital del distrito de Salisbury con un cuadro que parecía de sobredosis de droga. Recién el martes, el titular de la organización de contraterrorismo británica, Neil Basu, indicó ante las cámaras de televisión que dos personas habían sido encontradas inconscientes en una residencia de Amesbury y no descartó que seguramente habían sido expuestos al mismo tóxico que el 4 de marzo pasado había llevado al borde de la muerte al ex doble agente de inteligencia ruso Sergei Skripal y a su hija Yulia. 

Ese dato alcanzó al ministro de Interior, Savid Javid, para señalar que «ha llegado el momento de que el Estado ruso dé un paso adelante y explique exactamente qué pasó». María Zajarova, vocera de la cancillería, respondió a nombre de su gobierno. «Llamamos a las fuerzas del orden británicas a no dejarse llevar por el juego político sucio iniciado por determinadas fuerzas en Londres» , dijo.

El caso tiene mucho de juego de intrigas y las pocas certezas no hacen sino profundizar las desconfianzas. Los paramédicos acudieron a un llamado de una vivienda de Muggleton Road, en Amesbury. Una mujer de 44 años, Dawn Sturgess, se había descompensado y escupía espuma por la boca. Horas después debieron volver por el anfitrión, Charlie Rowley, de 45.

Sturgess vivía en una residencia para sin techo de Salisbury, cerca de la pizzería Zizzi y según la familia, es una adicta a la heroína que se desmoronó luego de su tercer parto, perdiendo un trabajo como docente y cayendo en lo más hondo desde entonces.  Las primeras informaciones sobre Rowley lo ponen en una situación parecida.

Según cuenta Sam Hobson, el amigo que llamó a las autoridades para pedir socorro estuvo con ellos el viernes a la noche. Dijo que llegaban de Salisbury, donde al parecer encontraron un frasco atractivo entre la basura.

En Salisbury vivía Serguei Skripal. El espía y su hija fueron encontrados en estado inconsciente frente a Zizzi. Salisbury, una ciudad de unos 45 mil habitantes, está a 15 kilómetros de Amesbury. A medio camino está el Laboratorio Científico y Tecnológico de Defensa de Porton Down, donde desde la Primera Guerra Mundial se estudia –y potencialmente desarrolla– todo tipo de tóxicos.

Si hay alguien en Gran Bretaña que sabe cómo se hace y qué efectos produce el Novichok son los expertos de Porton Down. Un equipo de ellos habían detectado que el envenenamiento de los Skripal fue a través de la piel en el pomo de la puerta de entrada a la casa.

¿Qué ocurrió realmente con Sturgess y Rowley? ¿Algún descuidado dejó un tarro con restos del veneno cerca de Zizzi con tan mala suerte que ellos lo encontraron?  ¿Qué tan letal es el Novichok, que en marzo tenía cerca de la tumba a los Skripal pero que ya están dados de alta aunque totalmente aislados de la prensa, como para nadie haga preguntas incómodas? «

Trump en el laberinto

Miles de personas se manifestaron contra la cumbre de la OTAN que se iniciará el próximo viernes y la presencia de Donald Trump en Bruselas. El estadounidense viene fogoneando desde que llegó a la Casa Blanca la idea de que los europeos tienen que poner más dinero para sostener la organización de defensa creada durante la Guerra Fría para oponerse a la Unión Soviética y el bloque socialista. Trump tiene luego otro encuentro clave, con Vladimir Putin, el 16 de julio en Helsinki, la capital finlandesa que fue centro de encuentros de los líderes soviéticos con Ronald Reagan hace casi 40 años.


Putin viene siendo demonizado en los países occidentales desde que decidió enfrentar el avance europeo sobre países que pertenecieron a la Unión Soviética. Cualquier incidente que tense la cuerda entre la UE y Rusia sirve a los intereses de la alianza militar. Al mismo tiempo, le hace más difícil a Trump cualquier intento de acercamiento con Moscú. Bastante tiene ya con las acusaciones en su país de que recibió ayuda del Kremlin para ganar la elección de 2016.