Incendios, explosiones e inundaciones en el subte se produjeron en serie durante este lunes y los Metrodelegados insisten con la aplicación del protocolo de seguridad que la empresa se niega a reconocer. Mientras tanto, la línea C circula sin mantenimiento hace más de una semana.

La jornada del lunes sirvió para terminar de evacuar todas las dudas acerca de las denuncias recurrentes que los trabajadores vienen haciendo con relación a las condiciones de seguridad e higiene en el subterráneo.

Estas denuncias tomaron mayor vuelo a partir de la muerte por electrocución del operario de talleres Matías Kruger el pasado 7 de diciembre, que se sumó a los cuatro decesos anteriores ocurridos en apenas cinco años en condiciones similares.

El lunes se produjeron tres incidentes antes y durante el fuerte temporal que azotó a la Ciudad de Buenos Aires a partir de las 19. Otra vez se puso en riesgo la integridad física de trabajadores y usuarios.

El primero de ellos se produjo antes del temporal. Alrededor de las 15, una formación de la línea E marca General Electric y con una antigüedad de 70 años, sufrió un principio de incendio en la cabecera de Virreyes y mantuvo la línea E interrumpida durante varias horas.

Según Christian Paletti, “Metrovías trató de taparlo pero el temporal, a las pocas horas, volvió a poner la precariedad en el centro de la escena”.

Es que, continuó el delegado del taller San José, “en la línea C, mientras circulaba una formación con pasajeros, se produjo una explosión en el pantógrafo que alimenta la formación con 1500 volts de alta tensión y la línea estuvo parada durante una hora”.

Al mismo tiempo se producían las inundaciones de varias estaciones en la línea D y en la línea B. En la D hubo desprendimientos de mampostería y en las boleterías ingresaba agua por los tableros lo que obligó a cerrar preventivamente algunas de ellas.

Más allá de la escena dantesca, el riesgo es concreto.

Según explica Paletti, “en la B hay tercer riel donde circula energía eléctrica por 700 volts. Allí es donde falleció hace cuatro años, y en medio de un temporal, Antonio Villares cuando fue a descargar la zona de bombas. Murió electrocutado”.

Desde la muerte de Kruger a esta parte se produjeron varias reuniones en la secretaría de Trabajo de las que participó Metrovías. Allí la empresa negó reiteradamente la existencia de una situación de riesgo en la seguridad y se negó insistentemente a avalar el protocolo de seguridad que elaboraron los metrodelegados. Por ese motivo, la parte sindical resolvió una suerte de quite de colaboración consistente en la interrupción de las tareas allí donde consideren que existe riesgo para la integridad física de los operarios.

En el último mes, por ese motivo, se produjo la interrupción de tareas en los talleres Canning de la línea D, Polvorín de la A, Constitución de la E, San José de la C y Colonia de la H donde falleció Kruger.