La Cámara Federal de Mar del Plata desbarató otro intento de quitarle la Causa D’Alessio al (por ahora) juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla. Se trata de una intrincada alquimia judicial que, mediante un fallo unipersonal de la Cámara de Comodoro Py, firmado por el juez Martín Irurzun, pretendió por un episodio que involucraba como víctima a Pablo Barreiro, el exsecretario de Cristina Fernández de Kirchner, llevar todo el expediente de Dolores hasta Retiro.

Ramos Padilla ya no será el juez de la primera investigación por maniobras ilegales, incluido el espionaje, que impactó de lleno en el gobierno de Cambiemos. Pero no será por un apartamiento forzado y artificial sino porque acaba de recibir el acuerdo del Senado para convertirse en juez federal con competencia electoral de La Plata. Se irá porque cambiará de juzgado. Y eso parece un alivio para casi todos los imputados.

La Cámara de Mar del Plata resolvió el 2 de febrero, apenas reiniciada la actividad judicial tras la feria de verano, rechazar un planteo de nulidad del fiscal Carlos Stornelli y ratificar la competencia de Dolores para juzgar un episodio en el que presuntamente D’Alessio y un indescifrable personaje llamado Carlos Liñani, “Charly”, parecieron preparar el terreno para extorsionar a Barreiro, cuyo padre estuvo preso por la Causa Cuadernos y finalmente terminó desvinculado de ese expediente.

La causa se inició por una denuncia del fiscal Carlos Rívolo, coadyuvante en la Causa Cuadernos, cuando se enteró que D’Alessio y Liñani le habían dicho a Barreiro que tenían llegada a él y podrían beneficiarlo ante una situación de “inminente detención” que nunca existió. 

Según declaró Barreiro públicamente, Liñani le dijo que estaba «hasta las manos». Le pronosticó que sería detenido: «Van por vos. Bonadio y Stornelli van por vos. (…) Imaginate: tu padre preso y vos fuiste el secretario de Cristina. Ya estás esperando que te vengan a detener”. Entonces le transmitió un mensaje de D’Alessio, quien completó lo que denominaba “puesta en pánico”, el paso previo a la extorsión: “Yo te quiero ayudar a vos. Acá hay un tema y es que vos y tu papá no están diciendo la verdad. (…) Tu viejo se tiene que arrepentir. Y vos tenés que ir a declarar y declararte como un arrepentido”.

Barreiro deslizó incluso que le habían pedido una fuerte suma de dinero para aceitar el engranaje que lo pondría a salvo de una detención.

El expediente quedó radicado en el juzgado de Sebastián Casanello y Rívolo aseguró allí que no conocía a Liñani. Casanello indagó y procesó a Liñani por la falsa invocación de una influencia que no tenía (lo que, en la jerga judicial, se denomina “venta de humo”). El procesamiento fue confirmado por la Cámara Federal porteña, en un fallo firmado por los camaristas Leopoldo Bruglia y el propio Irurzun. Pero el abogado de Liñani, Juan Martín Cerolini, advirtió que ya había una investigación por ese episodio que llevaba Ramos Padilla. Y planteó que debía ser el juez de Dolores el que interviniera. Casanello aceptó y le envió el expediente a Ramos Padilla.

Entonces ocurrieron dos situaciones sorpresivas e inesperadas. Stornelli se presentó como pretenso querellante por la falsa influencia de Liñani, pese a que por entonces no aparecía mencionado en la escena que tenía como víctima a Barreiro. Casanello rechazó el pedido, pero la Cámara lo aceptó. El fallo fue firmado por Irurzun.

Ya como querellante, Stornelli -imputado en Dolores- sostuvo que la causa debía quedarse en Comodoro Py. ¿Sólo el episodio de Liñani con Barreiro? No, todo el expediente D’Alessio. Otra vez  Irurzun no sólo coincidió con Stornelli, sino que le ordenó a Casanello que le planteara la “inhibitoria” a Ramos Padilla. Dicho de otro modo: Casanello debía exigirle al juez de Dolores que le mandara toda la investigación porque así se lo mandaba su superior, el camarista Irurzun.

Ese planteo, ciertamente extraño, fue acompañado por el abogado Cerolini, quien pese a que antes había dicho que debía intervenir Ramos Padilla, lo pensó mejor y se adhirió al pedido de Stornelli. Por aquellos días, Stornelli designó a Cerolini como su abogado, pero justamente porque defendía a Liñani y podían existir “intereses contrapuestos”, Ramos Padilla no se lo permitió.

En esa maraña judicial (ya habían existido otros intentos por arrebatarle la causa al juzgado de Dolores) Ramos Padilla rechazó la inhibitoria y mandó su decisión a la Cámara de Mar del Plata para que confirmara si su decisión había sido acertada o no. Stornelli consideró que ese procedimiento era nulo, pero el tribunal marplatense le dio la razón al juez de Dolores.

¿Asunto terminado? No lo parece. La próxima estación de este recorrido debería ser la Cámara Federal de Casación Penal, donde ya hay otro planteo de Stornelli para que revise, una vez más, la cuestión de competencia.

Ramos Padilla transita sus últimos días al frente de la investigación y eso genera una expectativa sobre quién será y, sobre todo, cómo actuará el juez que lo reemplace y tome la posta del expediente. «