Iván Noble construyó una carrera como cantante y compositor que ya superó los 30 años. En formato solista y al frente de Los Caballeros de la Quema edificó una personalidad reconocida y reconocible. Entre cancionista y cronista de los bajos fondos, Noble desplegó un estilo personal que reúne palabras seleccionados con dedicación y una voz trasnochada. Su curiosidad hizo que en los últimos años también se transformara en un lúcido tuitero, experimentara con el formato podcast (Cuánto cuesta este capricho, Nacional Rock) y se permitiera oficiar de columnista en más de un programa radial. Pero desde el domingo pasado, con entusiasmo y orgullo, comanda Fulanos de nadie (AM del Plata, domingos de 22 a 00), un programa –define– como los que a él le gusta escuchar.

Noble parece tener una facilidad natural para hacer radio. Ese espacio de intimidad  y –al mismo tiempo– comunidad favorece su inconfundible tono que articula formas barriales cultivadas y algo de melancolía. “Fulanos de nadie” le da la oportunidad de hacer realidad una idea que lo venía acompañando hace muchos años.

“Andaba con ganas de hacer radio, es mi medio de comunicación favorito. Soy un oyente empedernido. Que sea una vez por semana me pareció bien, no me podía comprometer a hacer un programa todos los días. Creo que los domingos a la noche es un buen momento para el tipo de programas que me da ganas de hacer”, puntualiza sin dudar. Acaso la vocación del ciclo sea, como frasea en el tema de los Caballeros de la Quema que da nombre al programa, “mojarle una oreja a la soledad”.

-¿Qué diferencias hay entre enfrentar un micrófono como cantante y hacerlo como conductor de un programa de radio?

-El show en vivo y el escenario los conozco de memoria y me siento mucho más cómodo. A pesar de tener cierta experiencia en radio, en este rubro aún soy un novato, un tipo que tiene que aprender mucho. La radio tiene sus tiempos, una forma distinta de construir paisajes y sobre todo hay que imaginarse un oyente. Cuando cantás mirás a los ojos a los de las primeras filas. Esa sensación es distinta a lo que pasa en la radio, donde tenés que sospechar que lo que estás diciendo le está interesado a alguien.

–¿Cómo imaginaste Fulanos de nadie antes de hacer realidad el programa?

–Como un lugar donde convido lo que suelo consumir, un espacio donde comparto los escritores y los discos que me gustan. Básicamente es eso, sin mucho cálculo, sin compromisos comerciales. Es el programa que yo estaría escuchando en mi casa.

–¿Qué ofrece la radio que la diferencia de otros medios?

–La oportunidad de desplegar cierta filosofía de cafetín, de reflexionar sobre qué es todo esto que nos rodea día a día, la de abrirse a la charla amena con quien se preste. Por suerte tengo la oportunidad de ahondar en esas sendas que para nuestros padres y familiares más tradicionales no conducen a nada. La idea es que el programa sea dos horas de música, literatura y poesía. Está buenísimo recorrer esos caminos y rascar para ver que hay más allá de lo que se ve a primera instancia. Cada programa tiene un tópico y lo vamos desarrollando. Es un programa clásico de trasnoche, pero a mi manera, supongo.

–¿Qué sentís cuando mirás este contexto pandémico?

–La sensación más potente que tengo es la de mucha preocupación y mucha tristeza. Lo único que me deja un poco más tranquilo es que algunos familiares tienen al menos una dosis de vacuna. Eso me saca ese temor que nos acompañó en un principio: que esta peste te quite algo que es importante. Por eso estoy un poco más tranquilo con respecto al año pasado. Creo que todos aprendimos qué tenemos que hacer. No todos, es verdad, pero bueno… Eso si mirás a tu alrededor. Más allá puede haber un abismo y uno está en la cornisa. Si pisás mal, chau. Anda a cantarle a Gardel.

–¿Cómo sería eso?

–Todo es frágil, todo es relativo, más que nunca. Es un momento oscurísimo, de mucha desesperación. No se puede hacer futurología. No tengo pronóstico sobre qué va a pasar, sólo deberían hablar los científicos: no quiero decir pavadas gratuitamente sobre algo tan delicado. Así que no tengo mucho más para decir sobre esta locura que nos tocó, espero que pase el tiempo, busco, hago lo que puedo. Ojalá que todo termine de alguna manera. Lo menos mal posible.

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(Foto: Iván Noble Prensa)

–¿Por qué no decís de la mejor manera posible?

–No sería correcto decir de la mejor manera. Por la cantidad de muertos  que hay en el mundo, de ninguna manera esto pueda terminar bien o de una mejor manera.  Estaría bueno que termine pronto. Pero son especulaciones que no sirven de mucho. Creo que mientras podamos tenemos que vivir o sobrevivir, con la fuerza que nos quede. Apreciando lo que nos rodea y cuidándolo. Y claro, pensar en otros, porque si no nadie tampoco va pensar en vos.

–¿Ves en la Argentina muchos sectores que aprovechan las dificultades para sacar rédito político?

–La verdad no tengo  ganas de hacer especulaciones sobre el futuro político del país. Lo único que me interesa a partir de ahora es tratar de pensar con la cabeza fría. Ver qué puedo aportar para revertir el resultado de un partido que vamos perdiendo por goleada. Aunque no es fácil. Hay una hecatombe sanitaria y es lo único que debería  importar.

–En Twitter mostrás una postura política activa y está claro dónde estás parado. Al menos en algunos aspectos de lo cotidiano. ¿Ahí te sentís más seguro para mostrar tu parecer?

–No, es algo divertido y hay de todo en ese micromundo que nada tiene que ver con la realidad. Es una red social que se presta para hablar de lo coyuntural. Pero uno en realidad tira o retuitea algo que le pareció bien, gracioso o ingenioso. Puede ser de un partido que estás mirando o algo que te indigna, como Patricia Bullrich que opina ahora cuando antes no había ni Ministerio de Salud. Entonces sí, pongo: “La jefa de la máquina del cinismo irresponsable”. O cuando veo protestas insólitas que niegan el virus se me ocurre tuitear qué pasaría si un «antisemáforos» va a algún medio de comunicación a poner en duda las ventajas de que la gente se detenga cuando la lucecita está en rojo. Invito a los demás a reflexionar sobre los crápulas, como los  que cometen la irresponsabilidad de pedir medidas para frenar los contagios y luego, cuando se toman, dicen que eso es dictatorial y llaman a un cacerolazo. Pero bueno, en realidad no es que uno se siente más cómodo, es algo que surge en el momento. Las posturas ante la vida también aparecen en una canción o en lo que hace cada uno, depende a qué te dediques.

-¿Que querés que tus canciones sean para los demás?

-Espero que sean un recreo, una caricia o una abstracción momentánea. Mucho más que eso no se puede esperar. La canción tiene esa función en momentos como este y siempre. Uno canta algo que le pasó o piensa, y espera generar algo en el otro. Es trabajar desde uno para los demás. En el mejor de los casos, las canciones son curitas para el alma. Con el programa de radio o con un disco de canciones mediocres pero sinceras uno fantasea que alguien se tome una copita de algo que le guste, baje la luz y se sienta acompañado. Ojalá el programa funcione como un remanso en esta locura. No tengo más pretensiones, no estoy para grandes discursos ni explicaciones que no puedo dar. Hay que hacer lo que uno sabe hacer de la mejor manera posible Ojalá cuando termine la peste podamos encontrarnos y recordarlo.«

Fulanos de nadie

Idea y conducción: Iván Noble. Con la participación de Ayelén Velázquez. Domingos de 22 a 00, por Del Plata AM 1030.


Un disco por venir

Noble estuvo nueve meses sin tocar en vivo. Recién en diciembre, protocolos sanitarios mediante, volvió a pisar un escenario. “Tuve un verano con una pequeña gira o presentaciones en distintos lugares, pero en esta nueva realidad: con burbujas, distancia y aforos reducidos. Fue raro. Ahora la idea es esperar un poco para ver cómo se desarrolla todo este lío”, desliza el músico.

Pero el encierro de 2020 lo ayudó a armar un disco. A fin del año pasado lanzó dos simples: “Adonde sea que estés viajando” y “¿Quién no es una bomba de tiempo?”. “El resto los estoy grabando para que salga de acá a un par de meses”, revela.

Es un disco intimista que intenta retratar el espíritu de estos tiempos: “La angustia, la incertidumbre y la preocupación están a flor de piel. Las canciones van a tener que ver un poco con eso. Es imposible esquivarlo. Estoy convencido que lo que uno sabe hacer termina siendo un refugio para todo eso que alrededor nos desanima. Ojalá lo sea también para la gente que escuche estas canciones”.

“En lo personal la cuarentena me sirvió para agarrar la birome, la guitarra, el piano –confiesa–. Me suelen costar hacer canciones, pero el año pasado me salieron. No te digo de un tirón, pero a muy buen ritmo y unas cuantas. Serán parte de este disco que saldrá en unos meses, vamos a ver cómo queda.”



Con cariño sincero

La música es uno de los puntos fuertes de “Fulanos de nadie”. Para los melómanos, hay un segmento que cuenta la historia detrás de grandes clásicos de la música mundial y otra  sección  de canciones famosas que en realidad son covers. La música, dice el conductor, alterna entre los Beatles y José Larralde, pasando por Vinicius y Dua Lipa. “Eso expresa el espíritu del programa”, define. Y luego agrega: “La selección de los textos y las canciones las hacemos con Ayelén (Velázquez), que tiene mucha radio encima, labura en esto hace mucho tiempo y sabe cómo resolver de la mejor manera”.

“Espero que guste lo que se nos ocurrió, lo hacemos desde el cariño sincero a la diversidad de tópicos que trataremos en esas horas. Al día de la fecha soy un tipo de los que se van a dormir con la radio debajo de la almohada. Trato de imaginar que el que está escuchando está en una situación parecida y la idea es que se vaya a soñar con un estímulo atractivo”, señala Noble.