Con un jurado formado por Alberto Blecua, Fernando Delgado, Juan Eslava Galán, Pere Gimferrer, Carmen Posadas, Rosa Regás y Belén López, Javier Cercas se hizo acreedor de uno de los premios más codiciados del mundo literario. Su coterráneo Manuel Vilas fue el finalista. Ambos son dos figuras de mucho peso en el campo de la literatura.

Javier Cercas trascendió las fronteras de su país con Soldados de Salamina y posiblemente haya consolidado su fama con un libro singular: El impostor, basado en un caso real.

Esta vez, la novela premiada que llegará a las librerías españolas en noviembre se llama Terra alta aunque en el original el título era Cristales rotos y la presentó con el seudónimo Melchor Marín. Es un relato de orden psicológico referido al mosso de Esquadra héroe involuntario de los atentados yihadistas de Cambrils cuando luego del atentado de las Ramblas de Barcelona, un grupo de yihadistas intentaron provcar una masacre.

«Tengo 57 años- le dijo Cercas a la prensa española luego de conocerse el fallo del jurado- y a mi edad uno de los peligros que corremos los escritores es el de repetirnos. Por eso éste es un intento de reinventarme, de convertirme en otro escritor, aunque la expresión suene un tanto a libro de autoayuda.” Y agregó que la novela sobre «el valor y sentido de la ley, la posibilidad de la justicia y la legitimidad de la venganza. Es, en definitiva, una epopeya de un hombre en busca de su lugar en el mundo». Y agrega que su objetivo al escribir fue que la novela fuera “radicalmente distinta a todos los libros que he escrito y radicalmente fiel al mismo tiempo». Se encargó de aclarar, además, que su libro “no trata del proceso soberanista, de lo que ha ocurrido en Cataluña desde 2012. Ahora bien: sin lo que ha ocurrido estos años en Cataluña, este libro nunca lo habría escrito».

Cercas recibió por el galardón obtenido la suma de 600.100 euros.

Por su parte, Manuel Vilas se hizo acreedor a 150.250 euros por Alegría. El escritor describió el texto premiado como «una historia muy común de un hombre que en la madurez de su vida se da cuenta de que la alegría es un sentimiento más importante que la felicidad y que memoria y alegría son la misma cosa». Y agregó: «Es una novela sobre los afectos profundos, las raíces, el misterio del amor y un tema central y atávico que me obsesiona desde hace años que es la relación entre padres e hijos». Destacó, además, el carácter político de su relato: «Es una novela –dijo- que quiere hablar del presente político y social de España y el mundo, sobre la búsqueda de sentimientos puros en un tiempo de desesperación colectiva».

Su libro anterior, Ordesa, fue considerado por la crítica como uno de los mejores textos de 2018 y los lectores avalaron el veredicto porque vendió 100.000 ejemplares, una cifra abultada considerando que hoy la lectura compite con muchas propuestas tentadoras. Alegría continúa de alguna manera la historia anterior, una suerte de autobiografía y retrato de infancia en la que aparece la relación con los padres. En la novela finalista del Premio Planeta los padres ya han muerto y la historia se desarrolla a partir de ese momento.

La premiación de dos pesos pesados de la literatura española coincide con el festejo de los 70 años de vida de Planeta.