Ayer, lunes 12 de noviembre, José Pablo Feinmann fue distinguido por la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAC) como Profesor Honorario de esa casa de estudios.

En el acto, organizado por el Departamento de Humanidades y Artes, acompañaron al homenajeado en el panel Horacio González, Ricardo Forster y Hernán Brienza.

“José Pablo –dijo  Brienza- le robó el fuego a los sabios, le robó el fuego a los dioses de la sabiduría, el conocimiento y el mainstream  y lo bajó al pueblo.”

Por su parte, Ricardo Forster señaló: “Hace tiempo que José Pablo tiene un lugar ganado en una de las tradiciones centrales de la Argentina que es la tradición del ensayo y también en la tradición de la escritura literaria, de la novelística. Creo que ahí hay una obra intensa, poderosa, leída, discutida, publicada.”

“Este es un homenaje a la vitalidad que tiene este momento –expresó Horacio González, un homenaje a una biografía específica, a los nudos que intentó desatar José en la historia argentina.”

Cuando le llegó el turno al homenajeado, que se está recuperando de un ACV, afirmó: “Esto me ayuda mucho. Espero volver a escribir para volver a enamorarme de las cosas de las que siempre estuve enamorado: el ensayo, la narrativa. Espero que eso vuelva.”

Feinman, nacido en marzo de 1943, es licenciado en Filosofía y autor de una vasta obra ensayística y narrativa. Además, es autor teatral, guionista de cine, conductor televisivo, columnista de Página 12 y participó también en otros medios. Es un apasionado de la historia y la política argentinas, cuestiones  sobre las que reflexionó largamente.

Entre sus numerosas novelas se cuentan Últimos días de la víctima, Ni el tiro del final, El ejército de ceniza y El cadáver imposible. Y entre sus múltiples ensayos figuran Peronismo y Nación, El mito del eterno fracaso y La sangre derramada. Mientras que en teatro puede citarse Sabor a Freud y Cuestiones con Ernesto “Che” Guevara.

Filosofía aquí y ahora fue un exitoso ciclo televisivo conducido por él en el que puso el conocimiento filosófico al alcance de todos. En él sumó a sus conceptos teóricos la gran pasión que siempre volcó en todo lo que hizo. Sus libros han sido traducidos a diversos idiomas.

Los medios hegemónicos pretendieron estigmatizarlo con el mote de “filósofo K”, pero más allá de su indudable pertenencia ideológica al campo popular, mantuvo siempre una independencia crítica respecto de cualquier postura política y no dudó en hacerla pública.

Su distinción como Profesor Honorario de la UNDAV hace justicia con uno de los más lúcidos intelectuales de la Argentina, que no siempre tuvo el merecido reconocimiento en el ámbito universitario.