El contrabajista y compositor Juan Bayon es uno de los músicos más determinantes de la escena de jazz local. Este jueves presentará en Theloniuos su flamante disco “Vidas Simples”. Lo acompañarán Lucas Goicoechea en saxo alto, Diego Urbano en vibráfono, el pianista Santiago Leibson y Sergio Verdinelli en batería.

“Vidas Simples” sorprende por la creatividad de su música, pero también por su nombre. “»La Vida Simple» es una canción dedicada a mis abuelos, o más bien a cómo veo yo que ha sido su vida. Pretende ser un recordatorio musical de no olvidar las cosas y los actos más sencillos que hacen la diferencia. Al mismo tiempo me gusta la ironía y por eso la tapa de «Vidas Simples», con su gigantesca metrópolis-hormiguero (que es La Paz, pero podría ser muchas otras ciudades, incluida Buenos Aires) está puesta en directa contraposición al título para generar un efecto de incomodidad”, devela Bayon.


–¿Compusiste pensando en los músicos que iban a participar del disco o la música que escribías te llevó a los músicos que te acompañan?

–El grupo en sí está estructurado alrededor de Santiago Leibson y Diego Urbano, dos grandes músicos que no viven en Buenos Aires, pero que coincidieron en la ciudad por unos meses el año pasado. No habían tocado nunca juntos pero intuía que podía darse algo especial en esa unión. Así que el repertorio está definitivamente armado en función de un grupo con dos instrumentos armónicos que acompañan en simultáneo, pero también en la imaginación que tienen tanto Leibson como Urbano para llevar muy lejos con armonías relativamente simples. Son dos músicos de mucha sofisticación armónica y con grandes orejas, con lo cual ambos se complementan naturalmente. La combinación de ambos es el disparador de «Vidas Simples», a lo cual luego agregué a Lucas Goicoechea, uno de los solistas más brillantes que conozco, y a Sergio Verdinelli en batería, que creo que no necesita presentación de mi parte.


–¿Cuánto hay de escrito y cuánto de improvisación en el disco?

–Comparado con una obra académica o incluso con una canción de rock, la densidad de música escrita/pautada en lo que hago yo y muchos de mis pares es bastante menor. Un porcentaje importante de la composición es resuelta por los intérpretes y en esto hay variaciones muy notables incluso entre los mismos músicos de noche a noche. Es parte de lo que define al jazz y a la música con mayor grado de improvisación en general, y por eso el proceso compositivo en esta música implica dejar ir la idea de control. Uno dispone los parámetros, elige a los músicos –que también es parte de la composición– y se dispone a escuchar y modificar en tiempo real el tema en tiempo real a medida que se lo va tocando. Cualquier intento de controlar esa espontaneidad da por lo general pésimos resultados.


–¿Cómo fue que te convocó Matthew Golombisky para el sello Ear & Eyes?

–Matt es uno de los pilares de Ears & Eyes. El sello sigue estando basado en Chicago pero él reside hace tiempo en Buenos Aires. Lo conozco hace algunos años a través del pianista croata Matija Dèdic, y a fines del año pasado me propuso hacer algo con el sello. El además tenía muchas ganas de documentar algo de la escena local, que me consta que lo impresionó saludablemente. Para mí, que vengo de participar en el sello cooperativo Kuai –que llevo adelante junto a mis colegas Mauricio Dawid y Damien Poots– es una oportunidad de aprender cómo trabaja Matt con Ears & Eyes, un sello con muchos puntos en común con Kuai, pero también con mayor antigüedad y con muchas cosas resueltas que nosotros todavía estamos aprendiendo a atravesar.


–Hace poco dijiste que “En el jazz argentino falta revisión histórica”.  ¿Te referías a que los músicos argentinos valoran poco a los músicos locales que los precedieron?

–Creo que en la cultura argentina en general falta revisión histórica. Cuando pensamos en cualquier héroe norteamericano del jazz, en general a su par había alguien describiéndolo como un genio en tiempo real. Si hay algo que los gringos saben bien, es vender. Hoy en día podemos leer una y otra vez sobre la genialidad y la creatividad del fraseo de, por ejemplo, Kendrick Lamar. Me pregunto qué hubiese pasado si acá hubiésemos usado tanto ahínco para analizar el imposible fraseo de Julio Sosa en «Bien Bohemia» o algo así. Creo que hace falta revisionismo histórico porque no hubo valoración histórica en general de lo que pasaba en tiempo real. Si eso lo transportamos a una música acostumbrada a mirar y buscar respuestas afuera como el jazz hecho por argentinos, termino pensando que mucha gente -especialmente músicos de las nuevas generaciones- tienden a pensar al jazz local en períodos de no más de 15 años.

–¿Qué nos podés contar de “Soledades Permanentes”, el disco/proyecto inspirado en “Bronca Buenos Aires”?

–»Soledades Permanentes» es el proyecto musical al que le puse más trabajo en mi vida. Hacía años que desde Kuai hablábamos de armar un ensamble propio del sello, agrupado alrededor de líderes con discos en Kuai. Propuse una relectura de «Bronca Buenos Aires», a modo de homenaje a Jorge López Ruíz, que no solo es presencia inspiradora en el jazz argentino, cargando su contrabajo día a día al próximo concierto a los 83 años, sino que además es uno de los primeros compositores de peso del jazz argentino, que pavimentó el camino cuando acá no había ni calle de tierra. Como Kuai es un sello de compositores, trabajé con la partitura original junto a Jazmín Prodan, Andrés Elstein y Damien Poots para producir un nuevo concierto en base a Bronca Buenos Aires, pero que funcionara en forma independiente del original. No hacemos tributos, no reprodujimos lo que ya estaba bien hecho; hicimos música nueva tratando de capturar el intangible de nuestros héroes, que es la diferencia entre la música buena y mala. Además puedo decir orgullosamente que el resultado final no podría haber ocurrido por fuera de la égida de Kuai.


Juan Bayon presenta “Vidas simples”. Jueves 16 de agosto a las 21 en Thelonious Club, Nicaragua 5549.