En cada fase de una nueva ola de coronavirus, los términos cambian. Palabras como  “ocupación” y «camas UTI» se volvieron claves para entender la situación de un sistema sanitario al borde del colapso. Ahora aparece otra palabra: «derivación», en distritos que deben hacer malabares para que nadie se quede sin cama como Berazategui, Berisso, San Isidro, Vicente López e Ituzaingó, que poseen arriba del 85% de camas ocupadas.

Juan Sebastian Riera, director provincial de Hospitales, explica en diálogo con Tiempo que la Provincia tiene un 70% de ocupación de camas de cuidados intensivos, “pero varía de acuerdo a las regiones, el AMBA y La Plata y Gran La Plata ya está por encima del 80%, en el interior escala a casi el 60% pero ciudades más grandes como Mar del Plata, Bahía Blanca y Olavarría están más comprometidas. A diferencia de la primera ola, no se está dando la distribución del virus no es como una mancha de aceite, ahora circula por toda la provincia, con la particularidad de las nuevas cepas”. Y agrega en referencia a este tema: “En La Plata vimos que el 70% de las muestras son cepa Manaos, y eso se refleja ese comportamiento en los cuadros clínicos; es una cepa con mayor contagiosidad que hace cuadros evolutivos más rápidos y en muchos casos con más severidad, eso también afecta a grupos etarios más jóvenes. Es una de las diferencias con la primera ola”.

–¿La presencia de más jóvenes responde a las nuevas cepas o a la vacunación de mayores?

–Son varios factores: indudablemente incide la cobertura de adultos mayores. Hoy estamos con un 84% de mayores de 70 años vacunados, y el 74% de mayores de 60. Esta semana llegaremos al hito de tener cubiertos mayores de 60 años. Y se nota: esta población no está cayendo mayoritariamente en terapia. Además, porque al haber sido la de mayor riesgo en la primera ola, adquirió medidas de autocuidado y respeto a las normas y restricciones. Los más jóvenes, en cambio, se movieron mucho más, no se sintieron en riesgo ni amenazados. Están más expuestos al virus, y sin vacunarse, con cepas más virulentas. Por eso incluso se ven fallecimientos de jóvenes sin comorbilidad, eso quiebra mucho a grupos de trabajo, porque no era habitual.

-¿Cuántas camas tiene Provincia?

-La Dirección Provincial que reúne a 80 hospitales, tiene 1200 camas de terapia intensivas operativas, después se suman los centros municipales y privados. En la primera ola triplicamos las camas que teníamos cuando asumimos, para la segunda ola sumamos otras 150 camas, y ahora estamos aumentando 100 más.

-¿Cómo organizan las derivaciones con el sector privado?

-Lo que estamos teniendo ahora son personas del sector privado de CABA que están demandando lugar, porque allá no consiguen, y terminan en hospitales públicos de la Provincia. Nosotros tenemos un sistema de gestión de camas, con un panel integrado de camas críticas, tanto las privadas como las provinciales, las municipales y nacionales. Ahí se ve el stock completo de cada zona, con la información actualizada de las camas. Está integrado al sistema de emergencias, y cuando se precisa una cama se busca la que esté libre más cercana, no importa si es privada, provincial o municipal. Cuando vemos que alguno está sobrecargado, por ejemplo muchos pacientes mutualizados en el sistema público, ahí pedimos a las obras sociales, como IOMA o PAMI, para que nos consigan un efector propio de ellos donde derivar sus afiliados, por una cuestión de equidad. La persona que sólo depende del hospital público tiene una sola cobertura.

-¿Qué criterios de atención se utiliza si llegan a quedarse sin camas?

-Para esa situación tenemos en funcionamiento todos los comité de ética de los hospitales, conformados por profesionales, jefes de servicio y directivos. Esas situaciones ya suceden ahora, se toman decisiones con criterios de ética todo el tiempo. Por ejemplo, si una persona tiene que pasar de cuidados intermedio a intensivo de manera urgente y no hay cama, hay que analizar si hay un paciente que ya no se beneficia con el sostén de terapia intensiva y hay otro que sí se beneficiaría, el criterio siempre es con aquél que tiene más chances de mejorar en terapia. Porque la mortalidad en terapia intensiva oscila entre el 60 y el 70%. Y para las cuestiones donde no hay acuerdo en el comité de ética de un hospital, tenemos un Comité de Ética Central en la Provincia.

-¿Cómo ven la situación en CABA?

-Nos da la sensación de que hay manifestaciones de la gestión política del gobierno de la Ciudad que no se condicen con la situación asistencial y epidemiológica, tendríamos que estar discutiendo cuales son las medidas políticas para disminuir cantidad de casos, y están llevando la discusión a cuestiones que no hacen a esa acción. Hay una disociación, que tiene más que ver con una mirada de política electoral y no sobre la necesidad imperiosa de que los casos primero se desaceleren y después bajen. Si el evento catastrófico y sanitario se viera en las calles como una inundación, sería fácilmente comunicable. Esto es más difícil. Lo que nos preocupa es que no son sólo los casos positivos de ahora, los de la semana pasada se complican y ocupan las terapias, necesitás tiempo para ver cómo se desarrollan los casos, no se puede afirmar que dejaron de subir los casos, porque no pasa sólo por ahí.

-¿Considera que hay que aumentar las restricciones?

-Son absolutamente necesarias, y restringir la circulación nos permitiría descomprimir las terapias, incluso evitando los accidentes en la vía pública que tienen su efecto inmediato en la ocupación de camas. Hoy la circulación es casi normal. Estamos con el sistema tan al límite que esperemos que el efecto de las medidas tomadas hasta el momento sea suficiente. Si el sistema colapsa por la demanda, empieza a funcionar mal, se quiebra y se rompe.