La premonitoria declaración de Edgardo Bauza, pocas horas antes de que Lionel Messi se desgarrara el aductor de su pierna derecha, estaba enfocada en los posibles escenarios que se podían dar, como ahora, ante una eventual lesión. Lo que preocupaba al Patón, al igual que a todos los entrenadores que lo tuvieron en la Selección, era, con razón, cómo se hace para suplir la ausencia de Leo. “El equipo –había dicho durante la mañana del 21 de septiembre– tiene que aprender a jugar con y sin Messi”. Por la tarde, el rosarino, en un síntoma que viene a demostrar que con 29 años ya no es inmune a las leyes de su anatomía, se lesionaba ante el Atlético de Madrid y encendía las alarmas, como a finales del año pasado, cuando estuvo casi dos meses sin jugar.

La preocupación de Bauza, que no podrá contar con Leo para la próxima doble fecha de Eliminatorias (el jueves ante Perú y el martes 11 ante Paraguay), no es más que una reacción lógica a un problema que puede ser grave si no se trata con anticipación. Argentina, sin Messi, es un equipo alejado de lo que dice el ranking FIFA, en el que ocupa el primer lugar. Sin él, en partidos por los puntos, la Selección baja casi un 15% su eficacia, del 67,56% al 53,33 por ciento. La respuesta tal vez esté en que Argentina es mucho más dependiente de Messi que el Barcelona, en donde las cargas de su ausencia se reparten de manera más natural.

El estilo de juego, el tiempo de trabajo y el aceitado mecanismo provocan que en Cataluña, cuando Messi no está, el engranaje no se perturbe del todo. Se siente el vacío que deja, sí, pero ante ese escenario Neymar y Luis Suárez suelen tomar el liderazgo en la zona de ataque. El brasileño y el uruguayo, cuando el argentino falta, se adjudican la responsabilidad de equilibrar el rendimiento.

En la Selección, en cambio, su ausencia desdibuja el rendimiento general y, sobre todo, cambia la forma de jugar. Mientras que Messi en el Barcelona es una pieza –la más importante– de un plan superior, en Argentina es el Sol sobre el que orbitan los planetas, la piedra angular del plantel nacional. Ahí es donde Sergio Agüero y Gonzalo Higuaín, dos de los mejores delanteros del mundo, tienen que tomar las riendas.

Cuando Messi no estuvo, Higuaín jugó tres partidos (los tres como titular) y Agüero participó en dos (uno desde el arranque, el otro como suplente). Ninguno de ellos pudo convertir durante ese lapso. Si se cuentan los diez encuentros que se perdió el rosarino, la Selección anotó 14 goles. El que más convirtió fue Ezequiel Lavezzi, con tres tantos, seguido por Maxi Rodríguez, quien hizo dos (ambos, en el mismo partido).

Aunque sin Leo la responsabilidad recae en todos los jugadores, es en Higuaín y en Agüero sobre quienes se centran las miradas, principalmente porque atraviesan uno de sus mejores momentos en sus clubes, Manchester City y Juventus. El Kun, que en la temporada acumula once tantos en seis partidos, y el Pipita, con cinco en ocho, están entre los siete máximos goleadores de Europa en lo que va del año, incluyendo también los convertidos en selecciones. Messi, en esa lista, ocupa el primer lugar, que comparte con el uruguayo Suárez.

La diferencia, en principio, está en la generación de juego. En el equipo culé, el fútbol es un entramado de pases, conexiones que hacen que la pelota llegue a la última zona con más sentido. La Selección, a todo esto, depende más de los raptos individuales, de los momentos eureka en los que el talento toma el protagonismo.

Messi, en su anterior lesión importante, ocurrida el 26 de septiembre del año pasado, estuvo 56 días sin jugar por la rotura del ligamento colateral interno de su rodilla izquierda. Recién volvió el 21 de noviembre. Durante ese tiempo Neymar y Suárez anotaron todos –todos– los goles del Barcelona en la Liga española. En esa competición hubo 14 tantos –ocho de Neymar y seis de Suárez– en cinco partidos (cuatro victorias y una derrota). El día del regreso del rosarino, Barcelona goleó al Real Madrid 4 a 0, con dos de Suárez, uno de Neymar y otro de Iniesta.

Por Champions League, también durante esos casi dos meses, el Barcelona le ganó 2-1 al Bayer Leverkusen (Suárez y Sergi Roberto) y al Bate Borisov en dos oportunidades: 0-2 (dos de Rakitic) y 3-0 (dos de Neymar, uno de Suárez). Cuando volvió por Champions, hubo triunfo 6-1 sobre la Roma (dos de Messi, dos de Suárez, uno de Piqué y otro de Adriano).

Barcelona supo repartir las cargas de la ausencia de Messi. En la Selección, dependiente de las individualidades, sucede lo contrario. Ante esas reglas, Higuaín y Agüero, grandes goleadores a nivel mundial, son dos buenos candidatos para cumplir la difícil misión de reducir los daños que provoca la falta del mejor.