Lo primero que dijo Gonzalo Chávez cuando se sentó frente a los jueces fue que ingresó a la Juventud Peronista en 1972 y que llegó a ser miembro de la mesa de conducción. En la última audiencia del juicio por la Contraofensiva de Montoneros, que comenzó el 12 de abril pasado y tiene nueve imputados por 94 acusaciones de delitos de lesa humanidad cometidos por la última dictadura cívico-militar en los años 1979 y 1980, el militante peronista expuso el contexto sindical en el que intentó operar la organización en ese intento de regreso al país.

Chávez habló en la decimoséptima audiencia del debate que realiza el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°4 de San Martín, donde recordó que en el año 1972 la JP resolvió sumarse a la organización Montoneros y que el 8 de agosto de 1974 la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) mató a su padre, su hermano y otros dos militantes en La Plata: “al Gringo (Carlos) Pierini, dirigente petrolero; Luis Marcor, estudiante recién recibido de periodista; a mi padre Horacio Irineo Cháves, suboficial mayor del ejército (RE) y secretario general del PJ de La Plata, y a mi hermano Rolando Horacio (Cháves), que era técnico mecánico”, recordó. Y acotó: “La Triple A también me fue a buscar a mi casa en Los Hornos. Me había mudado hacía unos meses así que zafé en esa oportunidad”.

El linaje de Gonzalo Chávez está marcado en el peronismo: su padre participó de la toma del Regimiento 7 de La Plata bajo las ordenes del teniente coronel Lorenzo Cogorno en la fallida rebelión del 9 de junio de 1956. En el debate recordó que después de la muerte de su hermano y su padre vivió una década en la clandestinidad una década, hasta la vuelta de la democracia.  “En marzo del 77 junto a mi compañera y mis 2 hijos nos fuimos del país, camino al exilio. Estuvimos en Roma y después en Madrid, participe de la conferencia de Roma del ‘77 donde se relanzó el Movimiento Peronista Montonero”, contó.

Contó también que en Madrid se conformó el bloque sindical del peronismo montonero, donde se reencontró con Armando Croatto y conoció a José Dalmaso López y a Aldo Morán. “Con los tres estuvimos en la OIT desde el ‘77 al ‘81 denunciando al comité del bloque sindical pidiendo la libertad de los dirigentes sindicales presos y la aparición con vida”, recordó.  

“¿Que pasó con Croatto y con Morán?”, preguntó el presidente del tribunal cuando Chávez enumeraba los conflictos gremiales de aquella época y la resistencia sindical a la dictadura. “Ellos volvieron para organizar la resistencia sindical y Armando Croatto, me enteré por compañeros de su intento de secuestro y su muerte”, contó. “De Aldo Morán se que está bien. Soy amigo de él, lo he visto varias veces”, completó.

En su relato, Chávez reconstruyó su exilio: después de instalarse en Madrid regresó con su familia, a mediados del ’78 al país. “Volvimos con mi compañera y mis hijos: nos fuimos cuatro, volvimos cinco, volvimos clandestinos. Fuimos a Chile, al sur, cruzamos por Neuquén y nos establecimos en la zona sur del Cconurbano. Ahí comenzamos un trabajo de organización”, reconstruyó.

El testigo contó que vivió clandestino hasta principios de 1980, cuando volvió a exiliarse. “Durante ese periodo de militancia acá publicamos un boletín que se llamaba Conferencia Sindical y participamos en muchos conflictos realizados en nuestra región”, recordó.

Esa fue la tarea del bloque sindical. También establecieron vínculos con las empresas de zona sur de la provincia de Buenos Aires.  

-¿Supiste con qué tareas o misión vinieron Croatto y López?

-Si. Ellos eran dirigentes sindicales. Vinieron con la misión de reorganizar la resistencia, ayudar para los paros las movilizaciones, nosotros veíamos que a partir de 1979 había un crecimiento en las luchas sindicales en el país. Y nos permitiría ir creciendo.

En ese camino, Chávez recordó que gracias a ese trabajo recuperaron ocho gremios en la democracia, con un trabajo iniciado en la clandestinidad. “Esto daría para confirmar que nuestra clase trabajadora tuvo una actitud de rebeldía ante la dictadura, que fue uno de los actores principales para que vuelva la democracia”, completó.

En la audiencia también declaró Gabriela Chicolla, que fue nombrada cuando declararon la viuda y la hija de Juan Carlos Silva, una de las víctimas de la represión de la dictadura. Siguieron Teresita Elena González y Juan Carlos Villalba, dos militantes que sobrevivieron a las caídas que el Batallón de Inteligencia 601 provocó en Perú. Desde Suecia, por videoconferencia habló Mariano Andrés Amarilla.

Las audiencias del juicio continuarán este martes, cuando se prevé que hablen Ana Maria Lazarini, Víctor Antonio Tovo, Alicia Ruscosqui, Ana Pecoraro, Dalia Canteloro y Arturo Halldman ante los jueces Esteban Rodríguez Eggers, Alejandro De Korvez y Matías Alejandro Mancini, del TOF4.

En el juicio están acusados Raúl Guillermo Pascual Muñoz, ex jefe del departamento de personal del Estado Mayor, y los miembros del Destacamento de Inteligencia 201, Carlos Blas Casuccio, Jorge Eligio Bano, Eduardo Ascheri, Marcelo Cinto Courteaux y Alberto Daniel Sotomayor. También,  Roberto Dambrossi y Luis Angel Firpo, del Batallón 601, y al ex jefe de la división de Inteligencia Subversiva Terrorista del Departamento Interior de la Jefatura II de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército, Jorge Norberto Apa.