La serie Homecoming concita la atención de público de todo el mundo por su protagonista: Julia Roberts. Pese a tener como director y uno de sus impulsores a Sam Esmail, consagrado a partir de creaciones como Mr. Robot, y de haber sido rodada más cerca de las condiciones cinematográficas que televisivas. Durante los 30 minutos de duración de cada uno de los diez capítulos el imán de Roberts es tan potente que casi todos hablan sólo de ella.

Eso no obsta que la serie pueda ser calificada de muy buena sin sonrojarse. Se trata de la historia de una psicóloga con poca experiencia porque se recibió de grande, una mujer que se abrió camino pese a las dificultades que le ha plantado delante la vida (que no se detallan pero sí flotan en el ambiente) y que es remisa a «sentar cabeza» con un hombre. La trama apuesta todo al clima y la atmósfera para crear una distopía que pone los pelos de punta al vencer el listón de credibilidad con el que el espectador promedio enfrenta a cualquier obra. En otras palabras, Homecoming hace creíble el cuentito que cuenta de principio a fin.

Para más detalles hay que decir que Heidi Bergman (sí, Julia Roberts es Heidi, nombre por demás apropiado para su personaje), comanda un proyecto por el que pasan todos los soldados que Estados Unidos envía a los distintos conflictos bélicos que mantiene en el mundo antes de reincorporarse a la vida civil. En Homecoming –secreto por el Gobierno Federal–, sin contacto alguno con familiares y otros seres queridos, los soldados pasan un tiempo de acondicionamiento para volver a la vida diaria.

El relato comienza el día en que Heidi Bergman recibe a Walter Cruz. Él le cuenta algunos de sus pesares y angustias, en paralelo, y como parte del tratamiento, los soldados están obligados a ingerir las pastillas que les dan. En breve, Heidi/Roberts aparece como camarera en un aislado pueblo portuario de Estados Unidos, en el que se apersona un funcionario del Departamento de Defensa para preguntar por un hecho sucedido en Homecoming que implica a Walter Cruz. Ella prácticamente desconoce de qué le habla este señor. El anzuelo ha sido lanzado de manera precisa para morderlo y no soltarlo hasta el fin.

Sin embargo, Homecoming pasará a la historia porque la última mohicana les ha dado el sí a las series, que por más streaming y cinematográfica que se la quiera ornamentar, tienen una clara matriz televisiva. Algunos dirán que la última mohicana es Meryl Streep, que hará su debut en Big Little Lie en 2019, pero eso ya se sabía antes de que estuviera confirmado el «debut» de Roberts (que tuvo participaciones menores en otras series en diversas décadas). Luego de ellas ya no quedarán grandes estrellas de Hollywood sin haber hecho su experiencia en esta nueva edad de oro de la televisión. Un cambio de paradigma que el espectador no puede dejar de saborear mientras ve Homecoming.

En buena medida, precisamente, por todos los reparos que hizo la misma Roberts. «No me lo planteé en ningún momento en términos de que fuera una serie de televisión. Simplemente me atrajo el material y el loquísimo grupo de gente que estaba tratando de sacarlo adelante. El hecho de que fuera una serie era una consideración totalmente secundaria para mí. Además, la hemos hecho como una película. Parece una película, se siente como una película, se ve como una película. No puedo decir que haya trabajado en televisión (…) Conocía a gran parte del equipo técnico del mundo del cine, rodamos cada episodio por separado… Fue totalmente como una película», explicó Roberts.

Hace mucho tiempo Freud habló de la negación. Puesto en términos más populares: si mueve la cola, tiene cuatro patas y ladra, es un perro. «

HOMECOMING

Creadores: Micah Bloomberg, Eli Horowitz, Sam Esmail. Con Julia Roberts, Dermot Mulroney y Sissy Spacek. Por Amazon Prime Video.