Mauricio Macri inauguró el 137° período de sesiones ordinarias y dejó en claro que el Parlamento no será una prioridad, como en casi todos los años electorales, tanto por no tener ya capacidad de negociación como por no poder garantizar el funcionamiento de su bloque. Más allá de esto, lo cierto es que luego de tres períodos en minoría, el presidente cosechó más fracasos que éxitos en lo que concierne a sus pedidos para avanzar con legislación a través del Parlamento.

En el discurso brindado el viernes, Mauricio Macri hizo tan sólo un pedido a los legisladores: que aprueben la reforma del régimen penal juvenil. No hubo anuncios vinculados a otro tipo de proyectos. Sin embargo, desde Cambiemos aseguran que si hay condiciones avanzarán con la modificación de la norma que regula el financiamiento de la política. No mucho más que eso.

Sin agenda clara y preparado para lo que dicte la campaña electoral, Cambiemos hará funcionar lo menos posible el Congreso de la Nación, por lo menos, durante este primer semestre de 2019. En ese marco, el punitivismo y la corrupción esperan su turno para ser desplegados  sobre las bancas.

La oposición espera su oportunidad, una convocatoria a sesión ordinaria para voltear el DNU en el que se establece la figura de la extinción de dominio (ver aparte).

Desde 2015 hasta hoy muchos de los pedidos realizados por Macri al Congreso en el marco de la apertura de sesiones quedaron a mitad de camino. Algunos otros, los menos, se convirtieron en ley.

Si bien Cambiemos nunca tuvo mayoría, en los primeros dos años de gobierno contó con un bloque homogéneo y el apoyo de un sector del peronismo que le permitió avanzar en acuerdos para lograr la sanción de determinadas normas. Por ejemplo: el pago a los fondos buitre y la reforma tributaria. 

El paso del tiempo y la crisis económica en que está sumida la Argentina desde  diciembre de 2017 erosionaron, tanto la articulación con la oposición como la unidad interna del interbloque oficialista que conduce Mario Negri.

En sus dos primeros años de gestión, Cambiemos logró aprobar en el Congreso el nuevo Código Procesal Penal de la Nación, la Ley de Responsabilidad Penal de las Empresas, la de Reforma del Mercado de Capitales, la de Acceso a la Información Pública y norma que permitió el pago de la deuda a los holdouts y a los fondos buitre.

En diciembre de 2017 la crisis y los tarifazos comenzaron a penetrar los muros del Parlamento. Cambiemos consiguió la reforma previsional, con la polémica modificación de la fórmula de movilidad jubilatoria, tras dos revueltas callejeras con heridos y detenidos. Ese fue el principio del fin del dominio palaciego de Cambiemos.

Más allá de la buena relación de los primeros años con parte de la oposición, el macrismo acumula fracasos parlamentarios desde sus inicios. En 2016, por ejemplo, Macri reclamó una ley para que sea obligatorio el jardín de infantes a partir de los tres años. El proyecto obtuvo la media sanción de Diputados ese mismo año pero nunca fue tratado en el Senado.

En ese mismo período, Macri les pidió a los legisladores avanzar con la reforma electoral y en el cambio de sistema de votación para abandonar la boleta de papel. En este caso también la norma obtuvo la aprobación de Diputados pero nunca pasó el filtro del Senado. El macrismo no insistió.

En 2018, y en el marco de la oleada feminista, Macri envió  el proyecto de equidad salarial. Nunca pudo salir de trabajo en Comisión, ya que los distintos bloques denunciaron que dentro del proyecto se escondían diversos artículos que iban contra derechos adquiridos de los trabajadores.

Ya a fines del año pasado, las intenciones del macrismo comenzaron a chocar con una debilidad parlamentaria cada vez más visible. En ese contexto, y en el marco de un llamado a sesiones extraordinarias, no pudo hacer aprobar ni la norma que endurece las penas para los barrabravas ni la reforma de la ley de financiamiento de los partidos políticos. Tampoco pudo con la extinción de dominio.

Macri también reclamó ante la Asamblea Legislativa, en distintas oportunidades, la  Creación del Instituto Nacional de Evaluación de Calidad educativa y una ley de emprendedores. Tampoco logró
sancionarlas. «

La primera pulseada será la extinción de dominio

La oposición buscará rechazar el DNU de extinción de dominio en la primera sesión ordinaria del año. Más allá de la intención de la posibilidad numérica de lograrlo, los principales referentes de la oposición son cautelosos. Es que nadie cree que el oficialismo convoque a sesiones ordinarias. En la oposición aseguran que, como viene sucediendo en los últimos dos años, el oficialismo se manejará con sesiones especiales con temario definido por el gobierno.
El DNU que establece la extinción de dominio ya cuenta con dictamen de rechazo de la comisión Bicameral de Trámite Legislativo. Para dejar sin vigencia el DNU la oposición deberá lograr el rechazo tanto del Senado como de Diputados. Con el aval de una sola de la Cámaras el texto quedará vigente.
El propio trámite parlamentario del DNU hace complejo su tratamiento integral por parte del Congreso de la Nación y más en un año electoral. Sin embargo, la oposición lo intentará.