Cuando se habla de turismo en la Capital y de esa ciudad «pintoresca» que vende el gobierno porteño en estampitas y postales, las miradas van hacia La Boca. Pero detrás de Caminito, la Usina del Arte y la Bombonera se esconde otra realidad más oscura. Un barrio que año a año se vuelve tan precario como expulsivo, especialmente desde 2012, cuando se creó el Distrito de las Artes y creció la especulación inmobiliaria. El panorama se refleja en un dato alarmante: en el último año se registró en el barrio un promedio de tres personas desalojadas por día; y entre febrero y marzo serán expulsadas de sus hogares dos familias cada 24 horas. El gobierno de la Ciudad no invierte en infraestructura, y las organizaciones sociales del barrio piden que se declare la emergencia habitacional.

Miércoles, ocho de la mañana. Los canales de noticias arrancan la jornada hablando del calor. En el barrio se toma como normal un nuevo desalojo que no saldrá en tevé. Poco importan los 30 y largos grados de térmica. El padecimiento es otro. Dentro de pocos minutos –fuerzas de seguridad mediante–, otra familia quedará en la calle. Lo más probable es que decidan irse a Isla Maciel o Avellaneda, para que los niños sigan cerca de la actual escuela y la salita médica. Esta vez el operativo es en Cerri al 1300. Dos días antes había tocado en Necochea al 1300; dos después, en Olavarría 260. El tsunami de desalojos continuará después de los feriados: el miércoles uno, otros dos jueves y viernes. En el mejor de los casos, Ciudad les dará un subsidio que consiste en diez cuotas de 4000 pesos.

«Por el tipo de estructura del barrio, la mayoría son conventillos o casas colectivas. Hay desalojos con una o con 22 familias, como en Vespucio 1346», enfatiza Natalia Quinto, referente del Grupo de Vivienda y Hábitat en «La Boca Resiste y Propone», una red multisectorial que reúne a organizaciones del barrio. Junto al Observatorio del Derecho a la Ciudad (ODC), denunciaron que en los últimos 12 meses fueron expulsados 1106 vecinos. Entre febrero y marzo, les tocará el turno a 64 familias, en 19 desalojos ya ordenados. Y existen otros 61 procesos judiciales en curso que involucran a 300 familias más.

Un factor clave aceleró la llamada «gentrificación». En 2012, el Ejecutivo impulsó el Distrito de las Artes, «un paraíso fiscal para promover los negocios inmobiliarios y la expulsión de los habitantes del barrio», según apuntan las organizaciones. Los empresarios que se instalaron gozan de la exención de impuestos como sello e ingresos brutos, y en octubre crearon el Consorcio del Distrito de las Artes, una «entidad civil sin fines de lucro» que nuclea a una quincena de inversores y desarrolladores que se fueron apoderando de terrenos y viviendas, muchas de ellas en remates fomentados por el propio Estado porteño.

En Suárez 170 desalojaron a una familia que vivía allí hacía más de 40 años. Cuidaban a la propietaria hasta que murió en 2001. En todo este tiempo no apareció heredero alguno. «De un día para el otro, el dueño es Claudio Juan José Cocuzza, un vecino que alquilaba bicicletas en el Parque Lezama hace 20 años, y ahora, sin antecedentes en la AFIP, tiene decenas de conventillos a su nombre y figura en unos diez juicios reclamando desalojos. Claramente –dice Quinto–, acá hay testaferros. Se dividen el barrio en cuatro zonas donde siempre se repiten los mismos apellidos. Lo notás en los abogados que los patrocinan».

Los vecinos del barrio sufren las consecuencias de la especulación inmobiliaria y la suba de los servicios, mientras se producen ventas de tierras públicas como las de Casa Amarilla. El club Boca compró cuatro manzanas destinadas originalmente a 438 viviendas, a 370 dólares el metro cuadrado. Al mismo tiempo, en Blanes al 400 se vende un departamento de tres ambientes y 79 m2 a 143 mil dólares: seis veces más de lo que pagó Boca. Y en un conventillo de Lamadrid al 700 piden 3500 pesos por una habitación en un segundo piso que ni siquiera tiene agua corriente.

Hay otro barrio emergiendo, que busca sustituir la población. El ejemplo es esa mole de lujo llamada Molinos Ciudad, en la ex fábrica Alpargatas, con 360 lofts, piscina, cancha de tenis, de cuyo fideicomiso participa Mauricio Macri. El complejo es uno de los beneficiados con exenciones impositivas.

El Instituto de la Vivienda de la Ciudad se mantiene apartado, sin recibir a las familias. Entre 2010 y el año pasado, no utilizó 251 millones que tuvo presupuestados el programa «Rehabilitación La Boca». Los más damnificados son los conventillos, donde se registran un promedio de ocho incendios por año. Los chicos terminan traumados, pero los turnos para ser atendidos por el psicólogo del Cesac Nº 41 o el del Nº 9 tienen demora de dos meses.

La contradicción es que, según datos del Consejo Económico y Social de la Ciudad, existen más de 340 mil viviendas vacías en la Capital Federal. Patricio Clare, director de Vivienda y Hábitat de la Defensoría del Pueblo porteña, remarca que se trata de una ciudad con un tercio de inquilinos: «La Boca es la zona que presenta el más alto porcentaje de hacinamiento, llegando al 25 por ciento».

Ante este contexto, el Grupo de Vivienda y Hábitat y el ODC reclamaron que se declare la emergencia habitacional en La Boca, para que se suspendan los desalojos de inmuebles hasta tanto no se resuelva la problemática habitacional. El antecedente es la Ley de Emergencia Ambiental y Urbanística, permanentemente incumplida desde 2005. Jonatan Baldiviezo, titular del Observatorio, acota: «Muchas viviendas se desalojan y se mantienen tapiadas, no le otorgan un uso inmediato, es claramente especulativo y expulsivo. Están esperando que se apruebe el nuevo Código Urbanístico del PRO, que les permita construir torres sin límites en toda la zona sur. Recién ahí harán sus negocios inmobiliarios”. «

La extensión de Puerto Madero

Hay otros proyectos urbanísticos que afectarán al barrio. Uno es el Paseo del Bajo, que incluirá el sector de Bajo Autopista. Uno de los tres tramos, que conectará con el puerto y Retiro, será la trinchera semicubierta norte. Fue adjudicada a las empresas IECSA-Fontana Nicastro, de Angelo Calcaterra, primo del presidente de la Nación, por 3100 millones de pesos, el doble de los otros dos tramos. Habrá bares, mucho cemento, pero sobre todo, la necesidad de trasladar a 280 familias que viven en esa traza. Los desalojos –sostienen las organizaciones– ponen de manifiesto “toda una maquinaria institucional y jurídica para destruir el barrio de La Boca y transformarlo en una extensión de Puerto Madero hacia el Riachuelo”.

Los Quintana vuelven a la calle

En Rocha 915 vive la familia Quintana. El miércoles estarán en la calle, por segunda vez. La anterior fue hace cuatro años en Brandsen 760 (donde ahora volverán a desalojar a diez familias). No saben ni tienen adónde ir. El padre trabaja de volantero, en parrillitas, estacionando coches. Lo que salga. Tienen cuatro nenes: Juan, Emiliano, Azul y Tiziano, de dos años, que el viernes disfrutó de la pileta del club Boca, que por primera vez accedió al reclamo y otorgó 45 becas a chicos del barrio en situación vulnerable. Natalia Quinto, docente en la biblioteca popular, cuenta que la semana pasada Tiziano le preguntó: “¿Seño, vas a venir para que no nos saquen de vuelta de la casa?”. Le prometió que sí.