El nuevo prime time del periodismo político en Estados Unidos empieza a las 5 de la tarde, horario del este. A esa hora, el Washington Post publicó el lunes pasado que Donald Trump había compartido información confidencial con el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia. 

El martes, el New York Times hizo lo mismo con los memos del exdirector del FBI James Comey, que daban cuenta de un pedido del presidente para abandonar la investigación contra uno de sus colaboradores. Ahora, mientras la palabra impeachment sobrevuela Washington, los estadounidenses se preguntan cada tarde si habrá una nueva noticia que haga temblar el tablero político del país. 

No es para menos. El tema Rusia se ha convertido en la principal amenaza para Trump. Tanto que, según CNN, los asesores legales de la Casa Blanca dedicaron la tarde del viernes a investigar qué hacer en el caso de que el juicio político se convierta en una posibilidad concreta. La acusación ya no es solo la de haber revelado a los funcionarios rusos información de los servicios de inteligencia que, para colmo, no era propia sino de Israel. Es también la de que Comey fue apartado precisamente por investigar si Rusia interfirió en las elecciones que llevaron a Trump a la presidencia. 

Según el New York Times, hay un registro de la reunión entre Trump y el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sérguei Lavrov, en el que el presidente reconoce que echó a Comey por esa investigación. «Estaba bajo una gran presión por el tema de Rusia. Eso ya no está», reconoció Trump. Para los demócratas, e incluso para algunos republicanos, esto podría significar una obstrucción de la justicia. 

Comey ya ha aceptado declarar en una sesión pública ante la Comisión de Inteligencia del Senado estadounidense. Todavía no hay fecha para su presentación, pero se espera que lo haga después del Día de los Caídos, que se conmemora el último lunes de mayo. Se prevé que, en su testimonio, el exjefe del FBI brinde información sobre la investigación que dirigía y clarifique algunos de los hechos que se conocieron recientemente. 

Entre ellos, la noticia de que dejó una anotación de cada reunión que mantuvo con el jefe de Estado. Según el New York Times, uno de esos memos da cuenta de una charla en la que el presidente estadounidense pidió a Comey «dejar» la investigación contra Michael Flynn, uno de los primeros nombres que Trump apuntó para su gobierno. Flynn duró menos de un mes como asesor de seguridad nacional, tras conocerse que tenía vínculos con el embajador ruso en Washington, Serguéi Kisliak. 

El escándalo no ha cambiado las reacciones de Trump. «¡Esta es la mayor caza de brujas contra un político en la historia estadounidense!», se quejó el jueves. Muy temprano, cada mañana, el presidente se dedica a defenderse a través de su cuenta de Twitter. Es un reconocimiento tácito de que las noticias se basan en hechos reales, aunque sus colaboradores primero intenten negarlas. «Como presidente quise compartir con Rusia (en un evento abierto de la Casa Blanca), como es mi derecho absoluto, hechos sobre terrorismo y seguridad aeronáutica», admitió sobre la reunión con el embajador y el ministro rusos. 

«Le he pedido al director Comey y a otros, desde el comienzo de mi administración, que encuentren a los que filtran información en la comunidad de inteligencia», publicó, como forma de justificar el despido del jefe del FBI. 

La relación del presidente con las agencias propias nunca ha sido buena, pero luego de que Trump compartiera información con los rusos, los especialistas en materia de inteligencia temen que eso pueda dañar el vínculo con los servicios extranjeros y ponga en riesgo la seguridad del país. Por lo pronto, las filtraciones, sobre todo las relacionadas con la investigación sobre Rusia, parecen continuar. «

El viaje en medio del escándalo

La decisión de James Comey de testificar frente al Senado encontró a Trump a bordo del Air Force One rumbo a Arabia Saudita. Es su primer viaje oficial, con el que busca dejar atrás la crisis política, al menos por nueve días. Una gira por cinco países con «significado histórico para el pueblo estadounidense», según el discurso que publicó en las redes sociales. 

El jefe de Estado se reunirá en Arabia Saudita con una docena de líderes musulmanes y árabes. Es la primera parada de un recorrido por «tierras asociadas con tres de las grandes religiones del mundo». Trump asegura que viaja con los objetivos de «fortalecer viejas amistades, construir nuevos lazos y unir el mundo civilizado en una pelea contra el terrorismo». 

Luego viajará a Jerusalén. Allí se reunirá con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. «Israel es un aliado importante de Estados Unidos, pero en los años recientes no los hemos tratado siempre de esa forma», dijo Trump antes de partir. También tiene previsto un encuentro en Belén con el presidente de la Autoridad Palestina. 

Finalmente, se dirigirá al Vaticano, para una audiencia con el Papa Francisco, y a Bélgica y a Italia, en donde espera encontrarse con «amigos y aliados». Volverá a Estados Unidos el 27 de mayo.