El vocero de la reunión que se realizó el jueves pasado en la sede Azopardo de la CGT fue el ministro de Trabajo, Jorge Triaca. Todo un símbolo.

El ministro que impulsa la reforma laboral y las pasantías, y que fue el artífice de los acuerdos en los que las cámaras patronales se comprometieron una y otra vez a no realizar despidos que igualmente hicieron, fue el encargado de anunciar a la prensa que se habían logrado los consensos necesarios para evitar un paro de actividades de la CGT.

El acuerdo se sustenta en el compromiso oficial de no avanzar con una reforma laboral al estilo brasileño y en que toda revisión de convenios se basará en el consenso entre el gobierno y los dirigentes sindicales.

Ninguno de los miembros del triunvirato dio a conocer la posición oficial de la CGT al finalizar el cónclave del que participaron los principales dirigentes de la central.

Esto a pesar de que Juan Carlos Schmid, uno de ellos, había sido quien, en la Plaza de Mayo, anunciara la realización de un paro a resolverse en el Confederal que se iba a realizar mañana.

Su postergación para el 3 de octubre tampoco mereció explicaciones oficiales por parte de la central obrera.

La reunión con el gobierno fue un espejo invertido de la movilización del 22 de agosto. El moyanismo, de gran protagonismo en la Plaza, se mostró deslucido. Pablo y Facundo directamente se ausentaron, lo mismo el secretario de prensa de la CGT, Jorge Sola, mientras que los otros referentes de ese espacio tuvieron una intervención con muy bajo perfil. La reunión, de hecho, se inscribió en la estrategia del sector de los Gordos y los Independientes que no subieron al escenario en el acto de un mes atrás.

El paro anunciado en esa oportunidad estuvo fuera del temario de la reunión con Triaca y, por consiguiente, los presentes avanzaron en la idea de la recuperación del diálogo.

Sectores vinculados a la directiva aseguraron a Tiempo que la posibilidad de un paro e incluso las diferencias internas han quedado relegadas porque «se detuvieron los despidos y se están pagando las cuentas».

Juan Carlos Schmid, en la misma línea, reconoció en diálogo con radio Continental que la medida de fuerza no se hará porque «se ha frenado el deterioro de la economía. Hay un canal de diálogo y se están trazando los títulos de una agenda común».

Fuentes cercanas a la conducción de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte, que dirige el propio Schmid, reconocieron a Tiempo que «las cosas han cambiado totalmente. No le vamos a meter un paro al gobierno después de las PASO y en el tercer y cuarto mes en los que la Argentina empieza a mostrar algunos signos de crecimiento». Y aseguraron que «un paro le restaría más a la CGT de lo que le sumaría. Comenzó una nueva etapa en la relación con el gobierno, habrá que ver como se afianza».

En el entorno moyanista justificaron su ausencia dando a entender que desconfían de que el gobierno cumpla con el consenso que promete. Para eso se valen del ejemplo de Autopistas Urbanas SA donde, en forma unilateral, se avanzó con la incorporación del sistema ‘free flow’ para el cobro de peajes que compromete puestos de trabajo. Con todo, el faltazo es una muestra de que esa posición, de existir, se encuentra en minoría.

Esta nueva realidad ha dejado el confederal, a realizarse el próximo 3 de octubre, en un limbo. Allí no se resolverá un plan de acción. La nueva instancia de diálogo con el gobierno que han saludado los triunviros, ha congelado las divergencias y postergado una posible fractura o una renovación de la conducción.

Al respecto, Héctor Amichetti, totular de los Gráficos Bonaerenses, le dijo a Tiempo que «abrir un diálogo con el gobierno puede servir para abordar los temas más urgentes, como la reforma laboral o el blanqueo, pero nos preocupa mucho más la cuestión de fondo que es la política económica. Esa es la diferencia que tenemos con esta nueva instancia de diálogo. En el confederal insistiremos con que, si el diálogo no incluye los problemas de la política económica, vamos a reclamar un plan de acción que incluya un paro y una actitud más activa de la CGT». «