Después de tres triunfos seguidos y de avanzar bastante en la nueva construcción de un equipo, a River le tocó tropezar. Empató con San Martín de San Juan de local, en un partido que podría haber ganado tanto como perdido, pero el tropezón no pasa por el resultado esta vez. O sí, pero como consecuencia del mal que sufrió este domingo en el Monumental y que necesita corregir para intentar aspirar realmente al armado de un equipo competitivo y ganador, eso que desvela a Marcelo Gallardo.

Este nuevo River que forjó el Muñeco en la larga y tranquila pretemporada atraviesa sus primeros partidos con chispazos de gran potencialidad, un título que ayuda a afianzar el estima y, hasta este encuentro, todas alegrías. Lo peor que le pasó a River, además de dejar dos puntos de local, fue no haber afianzado la idea de juego cuando más la necesitó. Hasta este partido había logrado ilusionar a los hinchas con algunas similitudes de aquel equipo perfecto de 2014 (presión en campo contrario y precisión en velocidad a la hora de atacar), a pesar de que casi todas las victorias de este inicio de la temporada no hayan sido consecuencia de esa búsqueda. Contra Talleres los laterales se comieron la cancha y Andrés D’Alessandro jugó con la pelota pegada a su botín, pero la victoria se gestó en una gran atajada de Augusto Batalla y en el oportunismo de Arturo Mina. Algo similar había pasado en la primera fecha, cuando goleó a Banfield, en el un partido que logró quebrar cuando peor jugaba y que más padeció en el resultado cuando deleitaba con su manejo de la pelota y su voracidad para buscar el arco contrario.

En cambio, esta vez todo lo que acercó a River a ganarle a San Martín fue producto de ese juego asociado que busca todo el tiempo en campo contrario, y todo lo que lo alejó de los tres puntos, además del buen partido del rival cuando tuvo la pelota, fue producto de haber vendido las ideas y de buscar el gol de cualquier modo. Cuando el contingente de zurdos se encontró en la mitad de la cancha, hizo daño. Cuando Nacho Fernández y D’Alessandro jugaron juntos, Lucas Alario abrió el marcador, cuando Sebastián Driussi y el Pity Martinez se buscaron, el 2-0 no llegó solo por una mala definidión, y cuando los laterales pasaron al ataque como punta de lanza, el travesaño le sacó la victoria a Iván Alonso. Pero cuando no hizo nada de esto, cuando los zurdos no dieron pie con bola, sus satélites dejaron de creerles y brillaron los pelotazos y los arrestos individuales. Es decir, se dejó de apostar por la idea.

Pocas cosas pueden afectar tanto la confianza en sí mismo que la falta de resultados. Contra San Martín de San Juan, el nuevo River demostró que un gol del rival y unos cuantos pases errados lo afectaron demasiado y el equipo se pareció, por momentos, bastante al del año que lo precedió. En vez de machacar por una vía que preparó para que sea la mejor, el equipo buscó atajos a la primera de cambio y no se animó a duplicar la apuesta. Perdió la confianza en sus cartas y eso puede ser muy peligroso. Sobre todo, si lo hace ante el primer paso en falso.

El resumen de River 1-1 San Martín de San Juan, con sonido ambiente:

 Crédito del video: El Gráfico