La demora de la Corte Suprema en resolver el planteo a favor de la libertad de Milagro Sala es una pésima señal para la encarcelada líder de la agrupación Social Túpac Amaru.

A principios de abril pasado, después de un trámite formal y rutinario que podría haber obviado, la Corte tuvo en sus manos dos dictámenes de la Procuración General de la Nación que recomendaban excarcelar a Sala. Desde ese momento está en condiciones de resolver, pero no lo hace.

Cuando en un expediente judicial hay personas detenidas, ese asunto es prioritario, porque está en juego uno de los principales derechos consagrados en la Constitución Nacional. Si una persona está injustamente detenida, el tiempo que permanece privada de la libertad no es reparable, no se recupera. Nunca. Aun cuando hubiera una reparación económica (muy rara vez la hay, porque se presume que no hay arbitrariedad y que el accionar estatal es lícito, más allá de un eventual error), ese resarcimiento no compensa siquiera mínimamente la pérdida temporal de la libertad.

Entonces los jueces, de todas las instancias, se abocan a resolver esas causas, concediendo o denegando la excarcelación en tiempos breves. Por caso, un juez de primera instancia que recibe un pedido de excarcelación tiene sólo 24 horas para resolver si la concede o la deniega. Los tiempos en los tribunales revisores son más laxos, pero igualmente deben ser cortos. Están a punto de cumplirse tres meses desde aquellos dictámenes en los que la procuradora Alejandra Gils Carbó sostuvo que la detención de Milagro Sala no sólo es arbitraria sino, también, ilegal, porque tenía inmunidad de arresto en su calidad de legisladora del Parlasur.

¿Por qué la Corte no resuelve? Según la versión más o menos oficial, no resuelve porque no hay unanimidad de criterios. Y, después del escándalo que generó la aplicación del “2 x 1” a represores de la última dictadura, los asuntos importantes deben salir por consenso. Es una suerte de norma autoimpuesta, en un intento de reconstruir una unidad monolítica que, claramente, el máximo tribunal hace rato que no tiene.

La señal es mala porque si hubiera una mayoría para excarcelar a Milagro Sala ya debería haber firmado el fallo, aun cuando no hubiera unanimidad. Si hay tres votos por la liberación y dos por la permanencia en prisión, prolongar la discusión con el reo tras las rejas se parece (mucho) a una privación ilegal de la libertad. Jueces de la Corte, tranquilos: no hay forma de probar tal delito en este caso.

Pero hay otra norma no escrita en el Poder Judicial que establece que si hay una persona detenida, con un pedido de excarcelación pendiente de resolución, y el fallo se prolonga, lo más probable es que esa persona vaya a continuar detenida.

Entretanto, el expediente se devanea entre pedidos y remisiones de informes sobre la salud de la detenida, y los jueces “discuten” y “analizan” el caso en debates privados que no cuentan con registros oficiales.