Graduado en Relaciones Internacionales, con un doctorado en Historia y especialista en gestión de recursos de la Defensa –lo que equivale a decir experto en temas militares–, Dmitry Feoktistov es el flamante embajador de la Federación Rusa en la Argentina.

El lunes pasado, el diplomático presentó sus cartas credenciales en el Palacio San Martín y en la Casa Rosada. Es el trámite protocolar pero imprescindible para iniciar la labor diplomática.

En la tarde del jueves, el enviado de Rusia recibió a un grupo de periodistas en la representación de Moscú en Buenos Aires. Fue una larga entrevista conjunta, que se inició con unas palabras de presentación del propio embajador.

El encuentro tuvo como disparador, junto al inicio de su función en la Argentina, la 13ª cumbre del G-20 que se celebrará en Buenos Aires los días 30 de noviembre y 1 de diciembre. Vladimir Putin, como se sabe, ya confirmó su asistencia. Secundado por un traductor (Feoktistov habla inglés y japonés además de su idioma natal), otros colaboradores más la agregada de prensa, el embajador adelantó en un tramo de la conversación que la edición argentina del G-20 –que tendrá lugar en medio de un contexto internacional atravesado por las pujas comerciales y la estrategia proteccionista de algunos países– podría derivar en diferencias a la hora de firmar la declaración final.

Un antecedente en este sentido, que mencionó el diplomático, fue la decisión de EE UU de no sumarse al compromiso internacional conjunto contra el cambio climático, conocido como Acuerdo de París.

Desde la sala de conferencias del histórico edificio de la embajada rusa, sobre la calle Rodríguez Peña, Feoktistov enumeró lo que consideró prioridades de la relación bilateral. «La cooperación comercial y económica es lo principal para nuestros países. Es el tema número 1 para nuestros presidentes», remarcó. Con el escudo del águila bicéfala que identifica a su país tras la disolución de la URSS bien visible en las instalaciones, el embajador mencionó como posibles convenios con la Argentina el tendido de una vía ferroviaria hasta Vaca Muerta y, también, la construcción de dos nuevos puertos en el río Paraná financiada por el Gazprombank –el tercer banco más grande de Rusia–, con inversiones correspondientes a 500 millones y 200 millones de dólares para cada terminal portuaria. Con diplomacia pero sin dejar de decirlo, Feoktistov también abogó por el rescate de la idea de construir dos nuevas centrales nucleares para la Argentina, iniciativa que el gobierno canceló por el ajuste y las limitaciones que acarrea el acuerdo con el FMI.

«Un gran proyecto de inversión en este ámbito (de energía nuclear) por ahora fue aplazado. Por eso, Rusia ahora propone a Argentina explorar nuevas oportunidades y estudiar la posibilidad de construir las centrales atómicas diseñadas especialmente como las que fueron construidas (por la empresa estatal rusa Rosatom) en Turquía y Finlandia», planteó.

Tanto en sus palabras previas como en la entrevista, el diplomático ruso mostró un gran interés porque la Casa Rosada acuerde con el Kremlin en temas ligados a la Defensa y la Seguridad, como un Convenio Internacional de lucha contra el terrorismo y otro similar en materia de ciberseguridad.

También propuso que el país adhiera al Banco Internacional de Datos sobre Terrorismo creado por el Servicio Federal de Seguridad (FSB) de la Federación Rusa, principal organismo de inteligencia de ese país, el sucesor de la famosa KGB.

En el diálogo con los periodistas, entre ellos Tiempo, Feoktistov abogó por la posibilidad de que empresas rusas que participen en licitaciones internacionales puedan ofrecer «las mejores condiciones» para «el suministro de equipamiento eléctrico». «Más o menos el 20% de la energía eléctrica de la Argentina se produce en equipamientos de fabricación rusa», recordó, no casualmente, al referirse a ese punto.

En el reportaje tampoco faltó la alusión a una cuestión sensible que –nunca se sabe aunque es poco probable– puede escalar en términos diplomáticos: uno de los interrogantes se refirió a la reciente visita a Moscú del funcionario iraní Ali Akbar Velayati, excanciller de la república islámica cuando se produjo el atentado a la AMIA. Consejero en temas internacionales del líder supremo (ayatolá) Alí Khamanei, Velayati llegó a la capital rusa el jueves 12 de julio en el marco de una misión oficial. Sobre Velayati pesa un pedido de captura internacional emitido desde Argentina, pero su nombre no figura en la lista de «alertas rojas» porque Interpol no acepta ordenar la detención de funcionarios políticos de primer rango, como exmandatarios y excancilleres.

Antes de escuchar las preguntas y responder punto por punto con un orden que reflejaba gran memoria y concentración en los detalles, Feoktistov contó una de sus primeras experiencias en Buenos Aires: intentó llegar a una reunión justo a la misma hora –en la jornada del miércoles– en que se trataba en el Senado la legalización del aborto. «Estuve más de una hora dando vueltas con el auto pero no llegué, debido a las marchas. Tuve que volver a la embajada. Yo estuve en la Cancillería en Moscú y en la misión diplomática de Nueva York. En un primer momento pensé que en la Argentina podría aburrirme pero fue al revés. La vida en Buenos Aires es muy dinámica y se parece a la vida de Moscú», confió entre sonrisas y haciendo pausas para que el traductor lo replicara en castellano.

–¿Cómo será la declaración final de la cumbre del G-20 de Buenos Aires teniendo en cuenta las controversias recientes que llevan a hablar de guerras comerciales?

–Este tema es muy actual. En primer lugar hay que tener en cuenta la posición proteccionista de la administración del presidente Donald Trump. No hay que descartar que esta cuestión pueda causar problemas durante la coordinación de la declaración final de la cumbre del G-20. Esta cuestión fue abordada durante mi encuentro con el «sherpa» argentino (Pedro Villagra Delgado, ex vicecanciller de Susana Malcorra, NdR) en el G-20. Una situación parecida ya se vivió cuando se estaba consensuando la declaración sobre cambio climático. El resultado fue que, por primera vez en la historia del G-20, surgió la necesidad de incluir la posición especial de varios países, incluidos los Estados Unidos. Es poco probable que alguien quiera que esta situación se repita en el ámbito comercial. Las opiniones especiales que se mencionan en las declaraciones finales indican la debilidad de los foros internacionales.

–Hace poco visitó Moscú un funcionario del gobierno de Irán, Alí Akbar Velayati, que tiene pedido de captura internacional por el atentado en la Argentina. ¿Cuál fue la respuesta que dio Rusia al gobierno argentino?

–Es verdad, el consejero superior del líder supremo iraní Velayati visitó Moscú el día 12 de julio. El gobierno iraní le encargó dialogar sobre las cuestiones de Medio Oriente en los encuentros con los funcionarios de Rusia, incluso con el presidente Vladimir Putin. El señor Velayati vino a Moscú con una misión política muy importante y gozaba de la inmunidad diplomática. El pedido de la parte argentina fue recibido el día siguiente, el día 13 de julio. Y fue enviado a consideración de la Fiscalía General de la Federación de Rusia. Este pedido será considerado. Por ahora se está examinando. Y la Federación de Rusia va a enviar una respuesta oficial al gobierno argentino. Que yo sepa el señor Velayati no se encuentra en la lista de las personas buscadas a nivel internacional. Es decir, no está en la lista roja de Interpol. En todo caso, la Federación de Rusia trata el pedido argentino muy seriamente y va a enviar la respuesta oficial por los canales correspondientes. Yo tengo planes de ir a los lugares en los que sucedieron los atentados terroristas y colocar una ofrenda floral para conmemorar a las víctimas. También se están preparando mis reuniones con las organizaciones judías. 

–¿Qué opina de la persecución judicial a líderes populares de la región, como Lula y otros, más el desplazamiento de Lugo en Paraguay? Se habla de la utilización de la Justicia como un instrumento a persecución política.

–¿Es una pregunta o una afirmación? La respuesta a esa pregunta es evidente. Sí, es verdad que la prensa es el cuarto poder. Muchas veces la presentación de los acontecimientos en los medios influye en la formación de la opinión pública. De eso depende, habitualmente. Y la influencia en la opinión pública incluye distintos objetivos. Uno de esos métodos es acosar permanentemente a alguien. En este punto hay que delimitar bien diferentes conceptos. La libertad de prensa y el acto de permitirlo todo no son lo mismo. La libertad de prensa hay que garantizarla porque los ciudadanos de cualquier país tienen derecho a elegir por las noticias honestas. Pero usted tiene razón en que a veces los medios de comunicación se utilizan para objetivos ilícitos. Por ejemplo, hay casos en los que los periodistas filman a las tropas especiales que están realizando un operativo antiterrorista, que se están preparando para subir a un edificio. De vez en cuando también los medios se utilizan para apoyar a los que están realizando las llamadas «revoluciones de colores»: se los utiliza para reclutar partidarios y para incitar los ánimos. Es necesario encontrar un cierto equilibro. Usted habló del uso de la Justicia con fines desfavorables. Sí, eso pasa, pero cuando eso pasa, indica que las instituciones tienen ciertas debilidades. Rusia respeta de modo absoluto el Derecho Internacional y la soberanía de cada país: respetamos el principio de la solidaridad internacional y la no injerencia en asuntos internos. Y la solución pacífica de los conflictos. Los Estados que tienen instituciones débiles tienen que mejorar la situación a través de la política. Nosotros aspiramos a que todos los Estados sean fuertes, libres e independientes.