El sol se mete como una lanza por el ventanal del estudio de la radio. Era jueves. Sólo 24 horas después había un diluvio gris, húmedo, furioso, cuando llegó el momento del repiqueteo habitual con mi admirado compañero de la mañana de la 750, Gustavo Campana. Vale la pena recordar algunos de ellos, ocurridos mientras en el Congreso se aprestaban a tratar la Ley de Solidaridad Social y en las calles se vislumbraba una de las más patéticas manifestaciones de algunos estúpidos que, influenciados por la mafia mediática, reclamaban : «Les dan a los que menos tienen, ¿y a nosotros?».

Dijo Gustavo: –Eluden la Memoria, Verdad y Justicia sobre cuatro años de destrucción de la economía real y un país que quedó hipotecado por tres o cuatro generaciones. La diferencia entre un país que quiere revisar lo que pasó porque si no, no hay forma de explicar lo que se viene, y otro que pretende olvidarlo para que no haya culpas ni culpables.

Digo yo: –Son datos oficiales. Hay 1.282.000 desocupados, 160 mil más que hace un año. Junto al millón y medio de subocupados, da un total de casi tres millones con problemas laborales. ¿Si eso no es pesada herencia, qué es? Julia Strada, del CEPA, aporta datos que surgen de comparar lo que se podía comprar con un sueldo mínimo en 2015 ($ 5588) y ahora, en el 2019 ($ 16 mil). Por ejemplo, pan francés tipo flauta: comprabas 213 kg y ahora sólo 149 kg. O harina de trigo, 790 kg y 449 kg.

Replica él: –Durante cuatro años se fueron incrementando los precios, dolarizados, de aquellos productos que son de consumo cotidiano, en virtud de que todos los de importación fueron a tu mesa. Así se suma otro problema a la inflación, que son los monopolios: un tipo poniendo el precio y fijando el que se le canta.

Agrego: –Hamburguesas: 141 kg contra 93 de ahora; leche entera común: de 510 litros a 376; leche en polvo: de 120 a 82. Queso rallado: 215 kg a 124 kg. Manteca: 298kg a 149 kg. Aceite de girasol: 248 litros a 134. Azúcar: 520 kg y 413 kg. Agua mineral: 393 botellas contra 254. Sal fina: 817 kg y 416. Café molido: comprabas 218 unidades y hoy, 154. La derrota anda siempre por más del 40%. Eso le quitaron a la mesa de los argentinos. Los valores duplican a la pérdida nominal del salario. Durante toda la era kirchnerista hubo una inflación del 700% pero aumentos salariales del 1400%: es la gran diferencia entre un proceso de distribución y uno de concentración. 

Reflexiona Campana: –El industricidio no fue una casualidad. Una planificación. Un proyecto. Un modelo de un país de servicio que se completa con la apertura indiscriminada de importación. Una colonia a la que le sobran 13 millones de habitantes. Hoy, sin industria no sos nación. Por eso, no va a ser poco el impulso a la demanda comercial para que haya demanda industrial y que de ese modo se empiece a generar demanda laboral.

Confirmo: –Las fábricas mantienen su crisis y el acumulado del derrumbe de 2019 supera el 5%. Pero la mafia comunicacional te engaña: dicen que los ocupados que buscan otro empleo y están satisfechos con el que tienen son 3,5 millones. Encima te hablan de que es incierto el panorama para los jubilados. Increíble. Lo que venga siempre será mejor que lo que pasamos, que determinó una derrota mes por mes para los jubilados. 

Aporta mi compañero: –El FMI fue algo más que socio. Es el eterno responsable de la miseria planificada. Lo hizo por tercera vez en 46 años. En este caso por una extrema necesidad de Trump de sostener políticamente el triángulo Brasil-Argentina-Chile para que el neoliberalismo apuntale el no regreso de la primera década del siglo XXI. Para salvar un gobierno pusieron 47 mil millones de dólares.

Digo: –El FMI va a tener que decir que sí, porque si dice que no, el gobierno argentino se puede parar de manos y va a tener mucho apoyo internacional. La deuda es más de 300 mil millones: 276 mil más la deuda en pesos que configura otros 50 mil millones de dólares. Y la deuda de las empresas. La fiesta del neoliberalismo siempre la paga el pueblo. 

Insisto: –La zanja que hay entre los más ricos y los más pobres es cada día más honda. El 10% más rico ganó 23 veces más que el 10% más pobre. El que más tiene se quedó con el 33%; el más golpeado, con el 1,4%. La canasta básica indica $ 37.526: pero el 60% de los argentinos tiene ingresos menores a los 25 mil…

Eso es lo que defienden los Magnetto y los Saguier de la Argentina, y algunos otros perejiles. Una cuestión estrictamente de clase. Robar a los más pobres de la forma en que lo han hecho. Por eso, la tapa de Barcelona es una genialidad, cuando pone la foto de AF y dice: «Por qué fracasó». Iban cinco días de gobierno y hubo un ataque disciplinador, brutal y artero de medios de comunicación que no le dan ni eso para reparar lo que le hicieron al país en estos cuatro años. Macri fue apenas un instrumento, sin luces, sin capacidad, sin moral, completamente al servicio de estos otros que son mil veces más vivos y mil veces más peligrosos.

Estamos hablando de los medios de comunicación que enloquecen a la gente. A la que dicen en la puerta del Congreso: «Basta de gobernar para los pobres, volvieron los zurdos, la pobreza aumentó cuando ganó AF». Son marchas impulsadas por el odio. La malicia de siempre que ahora reaparece. Pero no nos vamos a dar por vencidos. Lo entiendo a Alberto Fernández cuando en AEA –un emporio de la dominación de una élite, una caterva de ventajeros– soslaya que está entre verdaderos ladrones, porque tiene que gobernar. Lo entiendo cuando dice «otra vez, Héctor», porque pelear contra Clarín implica algo muy duro. Tiene otras urgencias: hay que darle de comer a la gente, devolverle el trabajo, gobernar para los más vulnerables. Pero no nos vamos a bajar de la batalla cultural, mientras tengamos alguna herramienta. Estos tipos no te dejan vivir. Todos saben cómo pensamos y tal vez debamos apelar a la tolerancia. Es muy triste reconocer la derrota: a Clarín hay que pelearlo. Es el monstruo nacional. Un dragón que expulsa fuego, vomita lo peor del periodismo mundial y ha envilecido la vida del país, tiene a la Justicia a su servicio, también a políticos y ha puesto gente en la cárcel.

La batalla cultural. Finalmente Campana me acerca una frase de Rodolfo Walsh en su dolorosamente célebre carta abierta: «Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance. A mano. A máquina. A mimeógrafo. Mande copias a sus amigos. Nueve de cada diez lo están esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Vuelva a sentir la satisfacción de un acto de libertad. Derrote al terror».«