Delfina Merino tiene 20 años, está en Sudáfrica jugando la Sparta Cup 2009 en su primera convocatoria al seleccionado. De un lado la tiene a Luciana Aymar. Del otro, a Soledad García y a Carla Rebecchi. De ellas aprendió. Carlos Retegui fue quien le dio esa primera oportunidad. Eran otros tiempos: Las Leonas parecían imbatibles y ese equipo –quizás el mejor de la historia– sería campeón del mundo al año siguiente en Rosario. Ella también. Así empezó su historia con Las Leonas.

«No puedo creerlo, es una locura. Todos sabemos lo que fue Lucha para el hockey, lo que ella consiguió es de una extraterrestre. Hablamos y le dije que me iba ganando 8 a 1», contó Delfina desde Berlín a pocas horas de haber recibido el premio a la mejor jugadora del mundo que entrega la Federación Internacional de Hockey. «La sucesora de Aymar», titularon algunos medios en una elección más vendible que realista porque Merino –íntima amiga de Lucha, hace poco fue a visitarla a Chile, donde vive ya retirada del hockey– sabe perfectamente lo que fue Aymar en una cancha.

«No me dediqué al hockey para ser la mejor del mundo, mi sueño era estar en Las Leonas y para eso hay que tomarte en serio el hockey. Estar en Las Leonas es un estilo de vida, es dejar un montón de cosas de lado para priorizar cosas que después te llevan a la selección», dice Delfina en una nota al programa Basta de todo. Su premio –es la tercera argentina en lograrlo detrás de la rosarina y de Cecilia Rognoni– es producto de su trabajo silencioso, metódico, y llega en un momento de reconstrucción de Las Leonas.

Desde el retiro de Aymar (2014), Las Leonas se volvieron un equipo más terrenal. Y si bien entre 1998 y 2015 se metieron al menos en las semifinales de los torneos más importantes, el golpe del séptimo puesto en los Juegos Olímpicos de Río y el reciente quinto puesto en las finales de la World League 2017, con una derrota inesperada ante Nueva Zelanda en los cuartos, expuso la necesidad de reacomodar el equipo y el juego. En ese contexto, Delfina podría haber aceptado volver a Holanda este año (en 2010 y 2016 estuvo en el SCHC), pero priorizó quedarse en el país para ayudar a potenciar a las más chicas. Porque Las Leonas hoy están en una carrera contra el tiempo: en cinco meses jugarán el Mundial femenino, del 21 de julio al 5 de agosto en Londres. Y la historia también juega: en los últimos cuatro Mundiales, Argentina siempre estuvo en el podio (campeón en Perth 2002 y Rosario 2010). Agustín Corradini, entrenador de Las Leonas desde mayo de 2017, sabe que necesita de la mejor del mundo.

«Ella ya es líder de este grupo pero debe seguir construyendo ese liderazgo a partir del ejemplo, que es la única manera de liderar sanamente. Ella cada día es mejor líder porque además está aprendiendo a comunicar cada vez mejor», le cuenta su actual DT a Tiempo Argentino. Y agrega: «Es la mejor del mundo porque se propuso mejorar. Y por su talento. A eso le agregó ferocidad defensiva y recuperación de pelota. Es la mejor porque ha tenido la humildad de escuchar y mejorar, de aceptar críticas constructivas. Es una gran profesional que se rompe el lomo entrenando». Este reconocimiento individual llega en el momento más irregular desde lo colectivo pero así lo entiende el entrenador del seleccionado: «Se da porque hay un sistema y cuando hay un sistema, se da el lugar para que brillen las individuales».

El Chapa, hoy entrenador de Los Leones (últimos campeones olímpicos), también la recuerda. «Era una jugadora muy hábil, con mucho talento. Ahora es mucho más completa, con mucha experiencia. Delfi se merecía ser la mejor jugadora del mundo ya hace un par de años porque hizo un gran trabajo, es muy profesional y es una chica que al talento le ha sumado entrega, compromiso y disciplina. Estoy muy orgulloso por ella», le dice a Tiempo.

Delfina es además fanática de Racing y estudiante de Derecho en la UBA. Juega en la Primera de Banco Provincia, club al que llegó con cinco años porque su papá y su mamá jugaban ahí (hoy su hermano también se dedica al hockey). Entra siempre con el pie derecho a la cancha y usa la misma gomita de pelo para no perder sus cábalas. Así lleva 250 partidos internacionales, se consagró campeona del mundo en Rosario 2010 y obtuvo la medalla de bronce en el Mundial de La Haya 2014. Además, disputó dos Juegos Olímpicos: fue plata en Londres 2012 y vivió la tristeza de Río 2016. 

Desde esta semana es además la mejor jugadora del mundo. Y es argentina.