Hugo Perea no tiene francos. Madruga el 25 de diciembre y también el 1º de mayo. Tampoco descansa el Día del empleado municipal y eso que ya son 30 años los que lleva como capataz de la Plaza San Martín, en Mar del Plata. Allí se encarga de la limpieza, la jardinería, pero la mayor parte del empeño lo dedica al calendario de piedras, esa rareza de la Costa argentina que se convirtió en postal del verano.

Hugo, que ya tiene 51 años, también es capaz de hacer de historiador. Cuenta que el calendario empezó en la década del ’40, cuando todavía “se hacía con flores que traían desde Tucumán”, y que estaba ubicado cerca del mástil, a la altura de la Municipalidad, hasta su traslado definitivo frente a la Catedral. “Desde el ’88 que estoy a cargo”, avisa con orgullo.

–¿Cómo es su trabajo?

–El calendario se hace con moldes que se rellenan con piedras blancas, después se tira polvo de ladrillo, se fratacha y por último se riega. Terminarlo me lleva entre una hora y una hora y media.

–¿A qué hora empieza a cambiar la fecha?

–Antiguamente se hacía a las doce de la noche, pero teníamos el problema de que durante la madrugada se producían hechos de vandalismo, entonces a la mañana, cuando la gente venía a sacarse fotos, ya estaba todo manoseado o desprolijo. Ahora empezamos a primera hora y antes de las seis ya está listo.

–¿Cuál fue el día en que lo encontró peor?

–Un día que había ganado Argentina en el Mundial de Sudáfrica. No quedó nada. Lo borraron totalmente.

–¿No es muy sacrificado tener que hacerlo todos los días?

–Te tiene que gustar, porque yo vengo todos los días. A mí me encanta todo lo que tenga que ver con la plaza. Las flores y las plantas son lo mejor que hay. «