La televisión de aire argentina cambió. De un año a otro, con más o menos sutilezas, los cinco canales nacionales pegaron algún tipo de volantazo. Las variables son muchas y contundentes. Desde la política –como el cambio de gobierno y la intervención del AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual), que ofrecía cierto marco regulatorio–, la social –como el interés de una audiencia que a entender de algunos programadores no estaba en lo periodístico o político y resultó que sí–; la cultural –como avance de una industria que satisface de inmediato la avidez de consumo de un televidente al que cada vez le cuesta más sentarse frente a la televisión a la espera de su programa favorito–. Y, por supuesto, y con mayor peso en la mayoría de las grillas: la variable económica.

Aunque la planificación es prudente y necesaria, este año no es la regla que domina el estado de la cuestión cuando se trata de medir el pulso de una pantalla, cada vez más frágil en materia de rentabilidad. Y cuando eso sucede, el diablo mete la cola y la ficción nacional es la más perjudicada en materia de producción.

Hoy, en la grilla de aire, hay 176 horas destinadas a producciones foráneas, y la cifra, claro, cambia a cada rato.
«A la hora de pensar la programación tenés que hacer un balance económico. No es ir en contra de lo cultural, es puramente económico. Fuimos los más criticados en función de eso pero quien mira la grilla con atención se da cuenta de que las latas son un producto que lo usa todo el mundo», dice a Tiempo Diego Toni, gerente de programación de Canal 9, una pantalla que en la última temporada redujo notablemente la emisión de producciones extranjeras.

En su mayoría, lo que viene a suplir la televisión de afuera es la falta de producción de ficción local. Avenida Brasil y Las mil y una noches marcaron una tendencia que sigue en franco ascenso con el éxito de Moisés y los 10 mandamientos, que emite Telefe y es lo más visto en tevé.
Si de números se trata, es justamente ese canal el que lleva la delantera este año en materia de ficciones extranjeras. Una emisora que supo ser líder en ficción cede cada vez más el terreno a exitosas historias foráneas y, en la actualidad, apenas exhibe y con muy buena respuesta Educando a Nina. A excepción de Susana Giménez, tampoco tiene programas de entretenimiento como Escape perfecto o Elegidos, por mencionar algunos.

Para Toni, la ecuación es clara. «El tema de la realización de ficción impacta directamente en la caja de cada gerencia. Hoy no te alcanzaría el dinero porque no se recupera. El momento en que está la industria te obliga a tomar esas decisiones ya que la inversión publicitaria se divide en otras plataformas”, dice aludiendo al cable, Netflix y contenidos on demand.

En El Trece, la proporción de productos extranjeros es fuerte el fin de semana con películas y representa el 50% de la programación de cada día. Sin embargo, de lunes a viernes sólo dos horas están dedicadas a propuestas extranjeras. Apenas con Los ricos no piden permiso y Silencios de familia, el canal lleva la delantera en ficción nacional aunque sigue rindiéndole sus frutos programar una novela turca como Esposa Joven.

América TV ostenta el récord de no tener latas. Liliana Parodi, gerente de programación, afirma: “Nosotros tenemos un formato de canal en vivo de impacto visual. Yo le llamo de temas que conmueven”. Según Parodi, el fuerte de América es tener “líderes de opinión en cada conductor. Pueden contar las mismas historias y noticias pero con un punto de vista distinto”, considera.

Sin embargo, y pese a apostar a la producción nacional, América no tiene ficciones. “Somos 100% producción nacional y todas las personas que trabajan, aunque no sean actores, son periodistas, locutores, técnicos, todos argentinos. No importa si en esta empresa les damos trabajo a esa parte de los profesionales del medio, hay otras que pueden darle a otro. No podemos con las ficciones porque por experiencia nunca han rendido lo suficiente”, dice Parodi. Argumenta, además, que «incluir ficciones cortaría el estilo del canal».

Para la Televisión Pública Argentina los desafíos son distintos. Sin previsión posible, con un pase de mando a las apuradas, los nuevos responsables de los contenidos del canal tuvieron que poner primera de un día para el otro. “Nosotros no es que veníamos con un plan. Nos llamaron en febrero y vinimos y lo que fuimos haciendo lo hicimos sobre la marcha en esto que llamamos nuestra primera transición, con algunas ventajas. Técnicamente el canal está muy bien, en los últimos años hubo mucha inversión que se ve en lo técnico y en la imagen. No es que nos encontramos un canal destruido. Creemos en construir sobre lo que ya está”, explica a Tiempo Martin Teitelbaum, gerente artístico de la emisora estatal, quien desembarcó de la mano de Horacio Levin, cuando este fue designado para hacerse cargo de la dirección ejecutiva.

Sobre la programación, Teitelbaum explica: “Quisimos demostrar una pluralidad de voces, construir sobre lo bueno que estaba construido y hacer los cambios con los que no estábamos de acuerdo. Este es un canal donde trabajan 1000 y pico de personas de planta permanente y, viendo la grilla de años anteriores, la mayoría de los programas estaba hecho por productoras independientes. Nosotros venimos de productoras independientes, no es que las demonizamos, pero creemos que teniendo tanta gente en el canal, en principio, no correspondía generar programas afuera. El compromiso fue que los nuevos programas se produjesen con el personal del canal”.

Debate aparte sobre las preferencias por los contenidos, en la TV Pública Argentina también la ficción nacional es la gran ausente. Si bien se estrenaron El marginal, Ultimatum y en breve se pondrá al aire La última hora, ficciones del BACUA (Banco Audiovisual de contenidos Universales Argentinos) por el momento no hay producciones en marcha. “Nuestra intención es producir ficción pero eso lleva un tiempo muy distinto a otro género. Este año no nos daba el cuero», explica Teitelbaum.

Aunque el canal no se destaca por tener gran cantidad de “latas” sí transmite algunos documentales de Encuentro, y adquirió la telenovela colombiana Celia. El gerente artístico coincide con sus colegas en que la diferencia entre producción local y “lata” es abismal en cuestiones monetarias. “Pero nuestra pantalla tiene otra responsabilidad, no nos podemos mover por el dinero. Nosotros no buscamos la generación de una utilidad. Pero sí, lo que hacemos es tomarnos con mucha responsabilidad el manejo del presupuesto estatal cuidando el mango de una manera bestial”, argumenta y agrega: “Estamos haciendo adquisición de documentales producidos en el mundo pero también buscando los que se han hecho en distintas provincias. Si hay buenos documentales hechos en la Argentina yo los prefiero porque creemos que la relación entre material nacional o extranjero tiene que ser muy dominante de nuestro lado”.

Al momento de tomar decisiones, lo primero que evalúan los programadores, según dicen, es el no poner en riesgo los puestos de trabajo. “Es verdad que no producir ficción nacional es achicar posibilidades a mucha gente, pero vos lo que tenés que tratar es de hacer la mayor cantidad de cosas. Si yo hiciera una novela me insumiría lo que me insumen tres o cuatro programas de aire y detrás de esos programas hay mucha gente. Los actores tienen otras alternativas y tampoco ganan lo mismo que gana un técnico. La sábana es corta, la tirás de un lado y destapás el otro”, explica Toni y continúa: “No son empresas sin fines de lucro. Si hacés una inversión alocada para hacer novelas, lo más probable es que quiebres la compañía».
“Esta es una empresa y hay que generar facturación, que San Ibope te diga que vas por buen camino. Muchas veces se toma el tema del rating como si fuese una competición entre amigos pero el rating hace que exista o no exista esa fuente de trabajo que es un programa”, argumenta Parodi.

Frente a la variable económica, que es la que más empuja la balanza a la hora de programar, menor costo y mayor ganancia es la ecuación perfecta del empresariado. Y los canales, a excepción de TV Pública argentina, son empresas. Pero sucede que la decisión de someter a la ficción local a una excepción en pantalla relega al país, que supo ser un mercado competitivo en las ferias internacionales a la hora de vender sus producciones, a un lugar casi de olvido. Mientras otros, crecen a pasos agigantados.

Turquía, por ejemplo, anunció el año pasado en Mipcom, la feria más importante de contenidos televisivos, que sus distribuidores llevaban vendidas 135 mil horas de telenovelas a 75 países en 2015. En 2004 las exportaciones de sus dramas alcanzaban U$S 10 mil y, una década después U$S 200 millones, ubicándose segundo tras Estados Unidos.

“Hay que recuperar los mercados. Para vender afuera una tira primero tenés que emitir en el país de origen, después tiene que salir a la venta y eso no recupera los costos que son muy altos de realización, por lo cual la balanza sigue en contra. No somos competitivos en el extranjero porque no tenemos un gran volumen”, considera Toni.

¿Cómo salir de esta meseta? Es la gran pregunta por estos tiempos. Con grandes ficciones fuera de la pantalla de aire y los televidentes manejando su propio schedule de visualización, la ficción nacional es la gran deuda pendiente de la grilla. Pero, pese al cambio de paradigma tecnológico y factor monetario, en necesario que la pantalla chica vuelva a tomar riesgos en pos de recuperar competitividad en los mercados extranjeros y retomar las riendas de sus propias historias. «

Algunas números, canal por canal

• Canal 9 transmite casi todo el día, aunque con repeticiones durante la madrugada. De lunes a viernes tiene cinco horas de producciones extranjeras, número que aumenta sustancialmente el sábado, con 10 horas de películas. El domingo, sólo tres horas no son nacionales.

• De 20 horas de transmisión diaria, Telefe tiene casi nueve productos extranjeros. Los fines de semana esta proporción se agranda aun más. De 17 horas de aire, los sábados 11 están destinadas a latas, lo que equivale al 58% del día. El caballito de batalla sigue siendo Los Simpson con siete horas y media en continuado. Los domingos son ocho horas y media del día, en su mayoría a base de películas.

• La TV Pública transmite casi 20 horas diarias y de ese total, cuatro están destinadas a programación de afuera, con la novela Celia y documentales. Los fines de semana aumenta el promedio con películas.

• En El Trece, de 18 horas y media de programación de lunes a viernes sólo dos están dedicadas a la producción extranjera. El fin de semana la balanza se inclina a los enlatados ocupando la mitad de la programación. Los sábados, de 16 horas de emisión, nueve están destinadas a películas, lo que representa más del 50% de la grilla del día. El domingo el promedio no difiere. De 16 horas de programación, siete horas y media están ocupadas por películas.

• América no tiene producción extranjera.