Desde que empezó en el mundo de los espectáculos para chicos (antes como a actor y titiritero, ahora como director y regisseur), hace 20 años, nunca tuvo un desafío como este: Peppa la cerdita y su hermano George no son cualquier personaje. Son mundialmente conocidos, son de los más populares entre los chicos que recién empiezan a experimentar consumos culturales, y sus historias -que involucran a toda la familia, vecinos y amigos del reino animal en forma antropomórfica- son altamente adictivas; quizás porque sus aventuras, donde lo cotidiano es el germen de la trama de todos sus capítulos, tienen siempre el mismo final: caer al piso de la risa.

No es la primera que el director argentino Javier Pironi adapta un dibujo de la pantalla al escenario ( lo hizo con otros como Frutillitas o los Backyardigans). Sabe cómo hacerlo. Primero estudia el universo del personaje con obsesión y luego elige el camino más viable para hacerlo. “Me encanta que todo esté perfecto, porque un detalle puede hacer que nada funcione”, dice. “Pero Peppa tiene una simpleza que tiene que sentirse en cada paso que demos“, afirma Javier mientras acomoda varios elementos escenográficos.

Su lucha diaria pasa por tratar de saber si conviene más que éste o el otro personaje salga primero. En general hay una rutina que se repite pero, la mayor dificultad es que si hay más varones entre el público el más ovacionado es George, aunque el nombre del show sea el de su hermana, y puede ser clave que salga antes que Peppa. “Pero son detalles, lo importante es lo que le contamos, la historia en general que tiene que tratar de abarcar la mayor parte de principios positivos para estimular a los niños con un buen mensaje, no solo con entretenimiento vacío”.

Para las tablas debía ser una historia directa y que permita a los chicos participar. Entre todas las aventuras de Peppa no tardó en aparecer la idea de una pesquisa, una búsqueda del tesoro: en ella participará Pedro Pony, Danny perro, Suzy Oveja, los mejores amigos de la pareja de hermanos porcinos. Irán en el barco del abuelo Dog junto a la Sra. Conejo, la Sra. Pato y el Loro Polly, por distintos escenarios y lugares en búsqueda de algo que los llena de ilusión. “Lo que importa es la aventura y el compartir con amigos esa ilusión del juego”, asegura Javier

El espectáculo, originalmente creado en Inglaterra por Richard Lewis, es liderado creativamente y adaptado por Paroni, quien destaca que el contenido, como la escenografía de esta obra en su gran mayoría fue creado en el país y cumple con las más elevadas y estrictas normas de calidad de la licencia oficial Peppa Pig. Tendrá funciones del viernes 15 al domingo 31 de julio en el teatro Gran Rex (Corrientes 857) a las 12 del mediodía. “Es un excelente horario porque los chicos están más receptivos a esa hora”, cree Pironi.

-Este show montado en Argentina viene de gira hace tiempo, ¿no?
-Estuvimos recorriendo todas las provincias Argentinas, y estuvimos en Chile, en Perú, últimamente. Y hace tres meses estuvimos en Colombia, Panamá, en Honduras, Uruguay. Puerto Rico y República Dominicana. Es el mismo que armamos el año pasado, y el ruedo nos dio la posibilidad de armarlo rápido y que salga perfecto. Pero siempre tiene un gran recibimiento.

-La repetición es algo que a los chiquitos no parece molestarlos, de hecho les gusta, ¿no?
-Es algo muy fuerte que genera Peppa, y es de esas cosas que no sabés bien por qué. 

-¿Por qué creés que pasa?
-Creo que es la simpleza del trazo y los colores. El secreto es la simpleza. El papa tiene que hacer tal cosa y peppa lo ayuda. Trabajo solidario en equipo, culto a la amistad, perfil ecológico, habla de comer sano y jugar con cosas básicas. Cosas que no se encuentran en otros dibujos. Para llevarlo de la pantalla al escenario exploramos muy bien la licencia, para entender de qué se está hablando. Entramos en el juego del chico, de cómo ve el chico a este personaje, eso tratamos de reflejarlo lo más fielmente posible. Y tratamos que se sientan dentro de un capítulo.

-¿Tiene un rango etario muy determinado?
-Es mucho más grande en algunos países, en Centroamérica viene gente adolescente, pero siempre dentro de lo que es el núcleo familiar. Es algo para toda la familia, ya que tiene un humor sutil que los grandes pueden percibir si prestan atención.

-¿Cuál es el mayor desafío que afrontás en tu trabajo?
-El desafío es el de trabajar en equipo. No es fácil llevar 18 personas de gira internacional entre actores y técnicos. Sumado a que en cada lugar se suma mano de obra local. El show necesita 50 personas para llevarse a cabo, y eso que es bien teatral, sin efectos especiales. Todo lo metemos en un esquema sin grandes despliegues, con simpleza, entrando y saliendo, con trabajo de perspectivas, como lo hace la serie.

-¿Cuál es tu reacción ante los rumores que circulan como los supuestos estudios que indican que Peppa puede provocar autismo?
-Yo no creo en nada de eso. Creo que se deben hacer estudios serios sobre la salud de lo más pequeños pero veo poco probable que un dibujito determinado provoque algo tan complejo a nivel psicológico. Son cosas que surgen por la misma exposición y el éxito. La competencia es algo que existe. Hay que saber lidiar con eso. Nunca pensamos que sea el mejor o por ser el más visto nos creemos superior a otros. Siempre pienso en el público, porque lo popular no siempre es sinónimo de calidad y esa es mi guerra: que lo que se ve sea algo bueno, y útil para educar a los niños, para enseñarles valores y costumbres. El mejor parámetro es cuando sale el público y dice “vimos un capítulo de Peppa en el escenario”; lo bueno es que Argentina permite que trabajen todos los que quieran mientras un show sea de calidad y respete al público infantil. Peppa es una de las opciones, mi lucha es lograr que aquel que elija Peppa para llevar a sus hijos, se vaya conforme. Nada más