La industria está trabajando sólo al 60,5% de su capacidad, lo que manifiesta el alto grado de paralización que aqueja el complejo productivo argentino. El sector automotriz, en el que la caída de la demanda es nítida, lidera la lista de los más afectados, ya que está trabajando a menos de la mitad de sus posibilidades.

Los datos se desprenden del informe sobre utilización de la capacidad instalada de la industria en el mes de agosto, difundido este jueves por el Indec. Se trata de un guarismo levemente superior al de julio, aunque aún por debajo de lo que ocurría en el mismo mes del año pasado (63%).

El relevamiento fue realizado en un panel de más de 600 empresas. En el análisis sectorial, hay dos sectores que funcionan a menos de media máquina. El automotriz está usando sólo el 43,5% de su capacidad, “originado en la menor cantidad de unidades fabricadas por las terminales automotrices”, según señala el estudio. El otro que manifiesta un sensible parate es el de la industria metalmecánica, con un escaso 47,5% de utilización. El vinculado a la elaboración de productos de caucho y plástico apenas supera la mitad de sus posibilidades (50,2%) “como consecuencia de la disminución en los niveles de producción de manufacturas de plásticos y de neumáticos”. En orden creciente funcionaron los sectores de sustancias y productos químicos (51,6%), edición e impresión (57,9%) y textil (58,8%).

Por encima del promedio, en cambio, trabajaron las industrias alimenticias y de bebidas (63,3%), tabaco (64,6%), minerales no metálicos (71,9%), papel y cartón (73,4%), refinación del petróleo (79,8%) y de industrias metálicas básicas (81,8%). De estos dos últimos, los de mayor actividad, el Indec rescata “el mayor nivel de procesamiento de petróleo crudo”, pero alerta que el segundo está casi cuatro puntos por debajo del nivel que mostraba hace un año por la menor actividad de la industria siderúrgica.

Las cifras corresponden al nivel de agosto, cuando todavía no se sentían la totalidad de los efectos por la devaluación post-elecciones primarias y la nueva oleada inflacionaria que deprimió aún más la demanda de bienes. Por eso, difícilmente el nivel actual esté por encima de estos números, aunque para saberlo habrá que esperar los próximos informes del Indec, que tardan entre cinco y seis semanas en ser elaborados.

El organismo ya había alertado la semana pasada que su índice de producción industrial había arrojado una caída en la actividad de 6,4% en agosto con relación al mismo mes de 2018. La cara visible de estos números es el cierre de plantas, la suspensión de personal y el adelantamiento de vacaciones. En los últimos días se han conocido varios de estos casos: los cierres de la planta de cemento de Loma Negra, en Sierras Bayas (cerca de Olavarría); de la fabricante de motos Zanella, en la localidad bonaerense de Caseros, con su secuela de 70 personas sin trabajo; y de la papelera Kimberly Clark, en Bernal, que causó 200 despidos. Además, Arcor (que ya había cerrado su línea de conservas de La Campagnola, en Mendoza) anunció su decisión de anticipar las vacaciones a los 2.500 operarios de todas sus plantas para tratar de reducir su stock de alimentos y golosinas.