La industria trabajó solamente al 46,4% de sus posibilidades en el mes de mayo. El cálculo fue realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en base a un relevamiento en todo el sector manufacturero.

El dato que surge del informe sobre Utilización de la capacidad instalada en la industria, que elabora mensualmente el organismo, implica un rebote contra el paupérrimo 42% correspondiente a abril. De todas maneras, ambas cifras son las más bajas desde que empezó a elaborarse este indicador, en enero de 2016.

No había expectativas de un nivel más elevado, habida cuenta de las múltiples restricciones que generó el COVID-19. Muchas empresas se vieron afectadas por la cuarentena, que afectó el abastecimiento de insumos y la asistencia de los trabajadores. Pero sería erróneo creer que la causa de esta debacle es el coronavirus y no visualizar el frágil estado en el que se encontraba el sector manufacturero antes de que comenzara la pandemia. Como referencia, en mayo del año pasado la capacidad instalada sólo era usada en un 62%, nivel bastante alejado de la producción plena.

“Según la encuesta cualitativa de la industria manufacturera en el contexto de COVID-19, realizada por el INDEC a más de 1.700 locales manufactureros, en mayo se observó una menor proporción sin actividad con relación a abril. De los más de 1.700 locales manufactureros relevados, casi el 40% operó con normalidad, mientras que más del 60% operó parcialmente o no tuvo actividad productiva”, resume el informe.

Entre los rubros más perjudicados se encuentra el automotriz. En abril todas las terminales permanecieron cerradas y si bien en mayo volvieron a abrir sus puertas, sólo emplearon el 6,2% de su capacidad instalada. Según la explicación formal de Adefa (la Asociación de Fabricantes de Automotores) que reproduce el Indec, “el regreso al normal funcionamiento de las plantas demorará algún tiempo, debido a la complejidad de la cadena de valor de la industria y a cómo evolucione el nivel de demanda tanto interna como externa. Cabe mencionar que en mayo del año pasado, el uso de la capacidad en las terminales automotrices se ubicó en 36,6%”.

El sector textil fue otro de los que más sufrió las consecuencias de la pandemia. De un movimiento mínimo en abril (apenas 4,2%) pasó a un escuálido 17,8%. También la pasaron mal las industrias metálicas básicas (39%) y las de metalmecánica excepto automotores (31,7%). Los que mejor anduvieron fueron los vinculados a la producción de papel y cartón (65%), químicos (63%), tabaco (62,2%) y alimentos y bebidas (57%).

El cuadro preocupa tanto a los empresarios como a los sindicatos. El virtual parate de las actividades derivó en una ola de suspensiones y despidos, incluso por fuera de las normas laborales y de los acuerdos entre las centrales fabriles y los gremios. De cara a la pospandemia, la Unión Industrial Argentina presentó una propuesta con alto costo fiscal que contempla reducciones impositivas, créditos subsidiados y reintegros a las exportaciones. Mientras tanto, las autoridades deben definir cómo continuarán las actividades desde el fin de semana, cuando finalice otra etapa de esta larga cuarentena.