Las calles de Francia están invadidas de afiches con los rostros de Emmanuel Macron y Marine Le Pen, los dos candidatos a disputar el balotaje este domingo en Francia. La mayoría de esos carteles fueron adulterados por los mismos peatones. «Peste o cólera», dice un mensaje haciendo alusión a las dos propuestas que fueron elegidas por la sociedad para ser el próximo presidente por cinco años. Un reflejo del descontento de una parte de los votantes. 

La última semana antes de la segunda vuelta presidencial pasó sin muchos sobresaltos. Es por eso que los últimos sondeos siguen manteniendo como favorito a Macron con un 62%, dejando relegada a Le Pen con un 38%. La variación fue mínima. Solo un 2% a favor de Macron luego del debate televisivo del miércoles, que más que eso pareció una pelea entre dos adolescentes. 

Le Pen se mantuvo con su misma estrategia: atacar todo el tiempo a Macron por su pasado como ministro de Economía de François Hollande y decir que es el candidato del neoliberalismo más salvaje (algo no tan errado). Hasta le inventó una cuenta offshore en Bahamas, lo que fue desmentido por los medios al día siguiente. 

La estrategia de Macron fue defenderse con alguna que otra acusación, intentando contraponer su plataforma con la de la candidata de la extrema derecha. En varios pasajes del debate, Macron terminó jugando el juego propuesto por Le Pen: él es el candidato con el que Francia va a volver a ser prospera y «feliz» y ella la candidata xenófoba con la que van a salir derrotadas las minorías sociales que conviven en Francia. 

El mismo domingo después de las elecciones, Jean-Luc Mélenchon, líder de la Francia Insumisa, llamó a hacer un referéndum en una plataforma web para que sus votantes decidan por quien debía inclinarse el partido. Ese mismo día, Mélenchon ya había dado una pista diciendo «el terrible error» que representaría votar el Frente Nacional. 

Su 19% alcanzado en la primera vuelta fue uno de los más codiciados a la hora de hacer campaña por parte de los dos candidatos del balotaje. Mélenchon le hizo un guiño a Macron pidiendo alguna reforma en su propuesta para «atraer» a su electorado. Una de ellas era la reforma de la ley de trabajo, pero Macron lo aprovechó para mostrar por primera vez sus dientes: «Los franceses van a elegir entre estos dos modelos, no voy a traicionar a mi electorado ni a nuestra propuesta.»

El resultado del referéndum solicitado por Mélenchon fue contundente: un 36% va a votar en blanco, un 29% se va a abstener y el otro 35% va a votar por Macron. Ahí reside la mayor preocupación y el dilema de los votantes de la izquierda. Rechazar la propuesta de Macron y su imagen de «centro liberal» a través de la abstención o del voto en blanco podría generar la victoria de Le Pen. 

Esta última semana también tuvo como característica el apoyo que recibió Macron por parte de varias personalidades políticas del mundo, como el expresidente de EE UU, Barack Obama. Varios funcionarios alemanes también se declararon a favor de Macron ya que representa a una «Europa unida democrática y pacífica». También hay que sumar el apoyo a Macron por parte de Fillon, candidato de los republicanos, y de Hamon, representante del Partido Socialista. Hollande ya había dicho que votaría por Macron, lo mismo que el expresidente Nicolas Sarkozy y otros de distintos arcos políticos como Alain Juppé, Manuel Valls y Bernard Cazeneuve. 

Según los últimos sondeos, Macron podría quedarse con el 45% de los votos de Fillon, un 54% de los votantes de Mélenchon y un 72% de los de Hamon. Por el lado de Le Pen, su meta fue canalizar y sostener el voto de su primera vuelta: un 30% de los obreros, un 40% de los desempleados y otro 30% de los empleados. Para el balotaje, el voto de los obreros subiría a casi un 60% de quienes no la eligieron hace dos semanas.
Una de las polémicas de la semana fue un discurso que pronunció Le Pen el 1 de mayo en Villepinte, en el cual plagió un discurso entero que pronunció Fillon el pasado 15 de abril. En el mismo hablaba de la identidad francesa y la geografía de Francia en cuanto al contacto con diferentes culturas, lo cual la hace única. Le Pen asumió esto como un «guiño», ya que sostiene que tiene el mismo pensamiento que Fillon en cuanto a la «grandeza y el papel en el mundo» de la nación. 

Durante la semana, Le Pen anunció que en caso de ser electa, designaría a Nicolas Dupont-Aignan como primer ministro. El líder del derechista Debout la France alcanzó solo el 4,8% de los votos en la primera vuelta y había anunciado que votaría por la candidata del Frente Nacional. Si bien ese caudal de votos es poco significativo para Le Pen, lo que intenta es dar la imagen de alguien abierta a realizar coaliciones. 

Los diarios más importantes de Francia también dieron su veredicto sobre la elección de este domingo. El director de Le Monde, Jérome Fenoglio, escribió una editorial en la que resaltó el peligro de que la sociedad sea gobernada por alguien como Le Pen. Luego de una serie de motivos que enumeró para fundamentar su decisión, cerró la nota diciendo que iba a votar por Emmanuel Macron. 

Por otra parte, el diario Libération publicó un editorial redactada por su director Laurent Joffrin en la que anuncia que todo voto en blanco, nulo o abstención, mecánicamente va a beneficiar al Frente Nacional. Habla de lo difícil que sería para la izquierda vivir bajo un gobierno como el de Le Pen.
El domingo a las ocho de la noche se repetirá el mismo ritual de hace dos semanas. Todos pegados a sus televisores, radios o computadoras esperando el resultado de una elección que parece ya resuelta, aunque preparada también para las sorpresas. Lo único que buscan los franceses es un poco de calma hasta las elecciones parlamentarias de junio. «

La disyuntiva entre el voto útil y el sufragio en blanco

El progresismo se debate entre seguir sus principios o evitar que gane Le Pen.


M. L.

«Lo único que espero es que se termine de inmediato este tema de las elecciones», dice una estudiante universitaria a la que se la ve agotada por el dramatismo que generó esta última elección. Así como ella se sienten la mayoría de los franceses que no tienen muy en claro por quién votar este domingo. 

Uno de los intelectuales de mayor relevancia hoy en día, el esloveno Slavoj Zizek, sostiene que los liberales en pánico de Francia dicen que todos deben unirse para que el fantasma del fascismo no vuelva a aparecer en Europa. Pero esta unión de la que hablan es votar por un candidato neoliberal del establishment. Por lo tanto, según Zizek, lo que debería hacer la izquierda es abstenerse. Abstenerse y demostrar con ese tipo de voto cual es su opinión en cuanto a la oferta electoral que dejó la primera vuelta. 

A pesar del análisis de Zizek, el panorama es otro. Los que van a realizar el denominado «voto útil» son los que lo van a hacer por Macron. Van a votar a regañadientes, con bronca tal vez, sabiendo que ese candidato no representa ni un mínimo sus ideales. Pero a la vez sostienen que tener a Le Pen en el poder es peor, aunque están convencidos de que el turno de la nacionalista llegaría en 2022.

Por otra parte, los que van a votar en blanco o se van a abstener son los que siguen manteniendo sus ideales de izquierda. Los más radicales por así decirlo. Los que creen que es una forma de demostrar su descontento a pesar de que esa decisión pueda beneficiar más a uno que otro. Los que, como dicen varios que van a hacerlo, «no traicionan sus ideales ni su pensamiento». 

Pauline, recepcionista de un bar, dice: «Votar por Le Pen no es opción. Hacerlo por Macron es, prácticamente, votar a la derecha. O voto en blanco o en el peor de los casos por Macron, ya que tengo muchos amigos extranjeros viviendo en París y con Le Pen se complicaría su panorama.»
Esta es la disyuntiva que presenta esta elección: con Le Pen como presidente, se verían afectadas las minorías étnicas, los extranjeros y demás grupos sociales que suelen ser hostigados por regímenes de carácter ultra-nacionalista. Si ganara Macron, los que se ven afectados son los más vulnerables, los de trabajo precarizado y los que viven en la pobreza. 

Sin embargo, hay que tener en cuenta que lo que sucede en Francia es un reflejo de la política de estos tiempos. Por un lado, un partido que representa al capitalismo con cierta tolerancia a cuestiones progresistas como las minorías étnicas y los homosexuales y que, además, se denomina a sí mismo como no republicano ni socialista. Del otro lado, un partido anti-sistema populista que va acompañado como base por grupos fascistas y xenófobos. «