Desde que Boris Karloff apareció en 1932 cual momia que vuelve de la muerte, la industria entendió que en ese ícono real de la cultura popular que genera innumerables fantasías, había un filón de taquilla a explotar. Aquel film que tuvo a Karloff como figura sobresaliente, tenía como director a Karl Freund y a Zita Johann como protagonistas femenina. Su osadía estaba en ciertos aspectos de la realización que a la vez que permitían hacer creíbles los efectos, transmitían una atmósfera opresiva, como si el espectador fuera el que quedaba hecho una momia al verla. Tampoco asociaba a La Momia con el mal absoluto: su objetivo era concretar una historia de amor trunca.

   

Universal Studios, dueño de la historia original, arremete con una seguidilla de momias en la década de 1940. Arranca con The Mummy’s Hand (La mano de la momia, 1940), dirigida por Christy Cabanne y protagonizada por Dick Foran y Peggy Moran, que poco tuvo que ver con la original y que pasó sin pena ni gloria, aunque dio origen a Kharis, la momia que sería el principal personaje de las próximas. Luego vino The Mummy’s Tomb (La tumba de la momia, 1942), también sin mayor relevancia, excepto que fue el debut como la momia del legendario actor “monstruo” Lon Chaney Jr (varias de las películas de El Hombre Lobo y Frankestein), que también fue la momia de 1944 en The Mummy’s Ghost (El fantasma de la momia). En el mismo año (en esos años hacer dos películas de un mismo personajes no resultaba muy extraño), se estrena otra: The Mummy’s Curse (La maldición de la Momia), continuación directa de la La Tumba… y El Fantasma… y la última vez que Chaney Jr. interpretó a Kharis. Tiempo después Chaney Jr dijo que había odiado hacer de la momia, algo que tal vez haya incidido en la escasa repercusión de las películas.

 

 La idea del “reciclaje” (acaso producto de las limitaciones presupuestarias que imponía la Segunda Guerra) que guió la vertiginosa saga tuvo un abrupto freno, y la secuencia de momias se despidió tiempo después de los estudios Universal con una comedia: Abbott and Costello Meet the Mummy (Abbott y Costello contra la momia, 1955). Y llegaría la era de la Hammer. La Hammer Productions fue una compañía inglesa creada en 1934 por el sir James Carreras, que se hizo famosa y popular por su serie de films de terror gótico entre 1955 y 1979, que tenía como personajes nada menos que a Drácula, Frankenstein y La Momia, y entre sus actores insignia a Christopher Lee y Peter Cushing. Precisamente lo que se conocerá como su época dorada, comienza con La Momia (así, a secas, y ya con Christopher Lee como protagonista, la única momia a la que prácticamente nunca se le ve la cara: su actuación queda supeditada a su talento histriónico).

   

 Pese a que en su momento -y ahora- se pensó que se trataba de una remake de la original, el film toma como partes de varias de sus predecesoras. Algo de La mano…, algo de La tumba, y un poco de todas, por decirlo de alguna manera, pero aggiornado a los nuevos aires que se vienen en los sesenta y que piden un estilo más gore (sangriento) y con toques de cultura pop. Éxito de taquilla y crítica, aún hoy sigue despertando el culto de nuevos cinéfilos, y ha hecho quedar a la Hammer como una verdadera innovadora en la realización de películas.

 

 Luego vinieron tres nuevas entregas. The Curse of the Mummy’s Tomb (La maldición de la momia, 1964), The Mummy’s Shroud (El sudario de la Momia, 1967) y Blood from the Mummy’s Tomb (Sangre en la tumba de la Momia), ninguna con mayor relevancia para la gran público pero sí, como siempre, importante para los seguidores del género.

   

 Habría que esperar a 1999 para que el cine volviera a atreverse con La Momia de la manera que se merecía, un personaje que en otras épocas daba miedo pero que a fuerza de cambios de época había perdido su efecto. Al menos el terrorífico. Podía volver en su forma de maldición, pero ya no como un romántico que intenta redimir su amor trunco. Universal contrata a Stephen Sommers, quien consigue recombinar todo eso con originalidad.

   

 En ellas la pareja Brendan Fraser y Rachel Weisz dieron nuevos bríos a la historia, llevándola del ideal romántico al ideal de la aventura, y despejaron así a la Momia de la necesidad de alguna redención: quedaba explotar sólo la parte de la maldición. Grandes efectos especiales (y novedosos para las historias de momias), y convirtiendo al miedo en una gracia para un poco de risa y mucho de entretenimiento ligero pero agradable, las dos primeras películas pergeñadas por Stephen Sommers resultaron tan eficaces como divertidas. The Mummy (La momia, 1999) y The Mummy Returns (El regreso de la momia, 2001) dieron nuevos nuevas esperanzas a los seguidores, que The Scorpion King (El Rey Escorpión) de alguna manera volvió a fojas cero: Chuck Russell reemplaza a Stephen Sommers en la dirección, pero, lo peor de todo, ya no está la pareja Weisz-Fraser.

Ahora Universal vuelve a la carga con la historia que forma parte de un proceso más ambicioso de relanzar todos sus monstruos, con Tom Cruise como protagonista central. Y con todo su historia cinematográfica detrás, algo que sólo las siguientes entregas definirá como bueno o malo. Porque si bien es cierto que el actor no pudo sacarse totalmente su personaje de la saga de Misión: Imposible, también hay que decir que fue a partir de que tomó el control total de esa franquicia que la saga se convirtió en un tanque de taquilla imposible de quebrar.