“Podemos decir muy contentos que nuestro equipo logró bajar la Tasa de Mortalidad Infantil (TMI) a la más baja de la historia en la provincia. También hemos disminuido la mortalidad materna. Todo esto es una muy buena noticia en dos semanas cargadas de información dura del ámbito económico”. Con esta frase, la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal anunció este jueves que la TMI disminuyó del 9,9 registrado en 2016, al 9,5 de 2017. El cálculo significa que de 1000 bebés nacidos vivos en Buenos Aires, murieron 9,5. Sin embargo, la cifra difundida por la gobernadora despertó dudas en algunas personas del ámbito de la salud que cuestionaron a la cartera sanitaria provincial.

“Por lo que nosotros sabemos, desde el Ministerio de Salud de la provincia no tienen información cruzada”, contó a Tiempo Nicolás Kreplak, presidente de la Fundación Soberanía Sanitaria y ex viceministro de Salud. En ese sentido, Kreplak profundizó: “No alcanza con computar los nacidos y los fallecidos porque la TMI no se mide por ocurrencia sino por lugar de residencia”.

Según detalló el exfuncionario, la información necesaria para establecer este tipo de resultados en políticas de salud pública la tiene que tener, en primera instancia, el Ministerio de Salud de la Nación para luego cruzarla y finalmente bajarla a las provincias. “Desde Nación nos dijeron que no tienen la información necesaria. O sea que la provincia o hizo la estadística por lugar de ocurrencia, o consiguió la información de una manera no muy transparente”, amplió Kreplak que también agregó que en principio la noticia es buena, pero que están esperando que desde la gobernación de Vidal brinden información más detallada que por ahora no se conoce, lo que hace que el anuncio dé para desconfiar. En ese sentido, Kreplak afirmó: “Me parece poco serio. Es información importante, pero no información para sacarse fotos. La mortalidad infantil no es el resultado de un partido de fútbol. Es un tema muy complejo. No se puede publicar ese dato para hacer una rueda de prensa y no dar las herramientas que los establecimientos de salud necesitan para ponerse a trabajar. Y por eso necesitamos saber cuáles son los componentes de la mortalidad infantil que se redujeron”.

Según detalló Kreplak, es necesario conocer tres puntos clave para determinar si es correcto afirmar un descenso en la TMI: “Primero necesitamos saber si ese número es el completo de mortalidad infantil según lugar de residencia y no de ocurrencia. Una vez que sepamos eso, o sea el número real, tenemos que saber cuántos de esos casos corresponden a mortalidad infantil neonatal (durante los primeros 28 días de vida) y cuántos a mortalidad infantil postneonatal (relacionadas con el colecho, por ejemplo). En el caso de las neonatales hay casos reducibles (relacionadas con el control del embarazo, el lugar del parto, las complicaciones quirúrgicas, entre otras variables) y no reducibles (como el caso de las malformaciones congénitas por ejemplo). Pero estos datos no están”.

Finalmente, otro dato que llamó la atención de Kreplak es la rapidez con la que se difundió la noticia. “Es curioso que este número se conozca cuando la estadística de 2016 se conoció recién en febrero de este año”, cerró.