Si el objetivo final del gobierno de Estados Unidos cuando rompió en forma unilateral el acuerdo nuclear 5+1 era acrecentar la tensión contra Irán, podría decirse que el clima en el estrecho de Ormuz, desde el jueves, alienta las expectativas de los halcones del Gabinete de Donald Trump. Para el complejo militar, los tambores de guerra auguran buenos negocios, aunque los aliados tradicionales de Washington ahora están mucho más remisos que cuando en 2001 apoyaron la invasión a Irak en busca de armas de destrucción masiva que jamás aparecieron. Para las multinacionales petroleras también, ya que la primera novedad fue el aumento de un 4% en el precio del barril, que subió de 60 a 60 dólares.

Dos barcos petroleros se incendiaron tras sendas explosiones en el golfo de Omán y equipos de rescate iraníes salvaron la vida de 44 tripulantes de ambas naves. De inmediato, el Pentágono anunció el envío del destructor USS Mason y el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, condenó el presunto ataque aunque al mismo tiempo alertó sobre la necesidad de mantener la calma hasta tener mejor información sobre lo ocurrido.

La escalada sobre la región había comenzado el mes pasado, cuando la Casa Blanca envió a la flota en medio de los cruces entre Washington y Teherán y el aumento de sanciones contra Irán. España, que forma parte de la OTAN, se apuró entonces para anunciar el retiro de sus buques. El socialista Pedro Sánchez no quería cometer el atropello del conservador José María Aznar en 2001, que junto con el británico Tony Blair fueron los únicos que apoyaron la ofensiva sobre Saddam Hussein. Este viernes, Sánchez pidió contención «y respeto a la libertad de navegación».

El petrolero Front Altair, de la empresa taiwanesa CPC, transportaba 75 mil toneladas de combustible y habría sido atacado por minas, según la firma propietaria. El otro carguero, el Kokuka Courageous, de la japonesa Kokuka Sangyo y que llevaba 25 mil toneladas de etanol, habría sido atacado por «dos objetos voladores».

Para Mike Pompeo, el secretario de Estado de Trump, «la manos de Irán están por todas partes». El Pentágono difundió un video en que se ve a presuntas tropas de la Guardia Revolucionaria retirando minas sin detonar de uno de los cargueros. El canciller iraní, Mohamad Yavad Zarif, consideró que EE UU sugirió que el incidente sería una operación destinada a culpar a Teherán y alimentar una guerra en la región, como viene amenazando Trump desde que asumió su cargo.

«Que Estados Unidos lanzara inmediatamente acusaciones contra Irán, sin ninguna evidencia objetiva o circunstancial, sólo deja más claro que el equipo B está moviéndose al plan B: sabotear la diplomacia y ocultar su terrorismo económico contra Irán», escribió Zarif en un tuit. «Somos responsables de garantizar la seguridad del estrecho y rescatamos a la tripulación de los petroleros atacados en el menor tiempo posible», dijo el vocero del Ministerio de Exteriores, Abbas Mousavi. «La región no necesita más pasos que provoquen más inestabilidad y tensión. Hay que evitar provocaciones en la región. Por eso, hacemos un llamado de máxima tranquilidad», señaló Maja Kocijancic, vocera de la Unión Europea.

Lo que despierta las sospechas de los analistas es que el ataque ocurrió justo cuando el ayatollah Ali Jamenei se reunía con el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, en un intento por pavimentar el camino a un posible encuentro de los líderes iraníes con Trump. El incidente bloqueó esa posibilidad.

Se anota como dato a favor de la posición iraní que en las negociaciones por el plan nuclear Teherán había logrado un acuerdo que le permitía suavizar las sanciones impuestas hasta 2015. La ruptura inconsulta de Trump deja mal parado a EE UU. El ataque conviene a los belicosos de su Gabinete, con John Bolton a la cabeza.

No sería la primera vez que un atentado de falsa bandera le sirve a EE UU para desatar para una guerra. Ocurrió contra España con el incendio del acorazado Maine en La Habana, en 1898. Se recuerda el ataque al destructor Maddox en 1964 para la escalada en Vietnam. Hay quienes anotan el ataque a Pearl Harbour en 1941 . «