En noviembre de 2001, John Walker Lindh tenía 20 años cuando fue capturado por tropas de EE UU, junto a un grupo de talibanes y de Al Qaeda, en Afganistán. Nació en Washington en una familia acomodada. Durante su adolescencia, impresionado por la película Malcom X, de Spike Lee, decidió dejar atrás su formación católica y abrazar el islam. En 1998, a los 16, sus padres le permitieron viajar a Yemen para aprender árabe. En el 2000, viajó a Pakistán y allí decidió unirse a los talibanes. Poco después se trasladó a Afganistán y llegó a conocer a Osama bin Laden. Fue unos meses antes de los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York y en el Pentágono, en Washington, que arrojaron un saldo de más de 3000 muertos.

Lo llaman «el talibán estadounidense». También es conocido como el «detenido 001». Fue condenado en 2002 a 20 años de prisión luego de declararse culpable y aceptar los cargos de prestar servicio al grupo insurgente y de manejo de explosivos. Pero, luego de cumplir los últimos años de su condena en la penitenciaría de Terre Haute, en Indiana, por «buena conducta» le redujeron la condena, a pesar de que ya entre rejas, activó con éxito por los derechos de los presos musulmanes.Ahora tiene 38 años y mantiene su carácter introvertido. Sigue profesando orgullosamente su religión. Se instalará en Virginia bajo una estricta libertad condicional que le prohíbe contactar a otros islamistas y consultar contenidos extremistas, ni podrá viajar al extranjero sin autorización, a pesar de haber obtenido la nacionalidad irlandesa en 2013. Una docena de prisioneros capturados en Irak y Afganistán se encuentran en el mismo programa, para ser liberados en los próximos años.

La salida de Walker Lindh de la cárcel generó enorme polémica en EE UU. El secretario de Estado, Mike Pompeo, la calificó como «nexplicable e irrazonable». El presidente Donald Trump se mostró furioso: «Todavía amenaza a EEUU de América y aún sigue comprometido con la misma yihad a la que se unió y que mató a un gran estadunidense y un gran oficial». Lamentó que ningún recurso jurídico haya podido retrasar el fallo: «Si hubiera habido alguna forma de impedirlo, lo habría hecho en dos segundos». Advirtió: «Vamos a vigilarlo de cerca». «