Hace 26 años, Roberto Catarineu interpretaba a uno de los payasos más famosos del teatro argentino. Los tres clowns que pensaron Hugo Midón y Carlos Gianni en Vivitos y Coleando recorrieron el país, atravesaron generaciones y se volvieron un clásico que cambió la forma de entender las obras infantiles. «Lo vamos a hacer toda la vida», dice el actor, que integra el elenco original junto a Carlos March y Andrea Tenuta, y que ahora  reestrena en El Picadero. 
Vivitos y coleando tal vez sea la obra más famosa de la dupla Midón – Gianni, creadora de varios clásicos del teatro infantil. Pero, en ese caso, el poder del lenguaje del payaso y la crítica social implícita en la pieza le dió varios niveles de lectura, que atrapó a adultos y chicos. «Esta es una época difícil. Hay muchas inclemencias y en el teatro está costando que la gente venga, pero nunca vamos a dejar de hacer Vivitos… porque sólo nos da alegría. La obra es un acto de amor», cuenta el actor. 
El espectáculo se estrenó en 1989 y el año pasado volvió con gran parte del elenco original, salvo Tenuta que es remplazada por la actriz Laura Conforte. Más allá de estos cambios, Vivitos y coleando se repone con los textos y las músicas originales y con gran parte del equipo creativo de los inicios de la compañía, esta vez con dirección de Manuel González Gil. Completan el elenco Julián Pucheta, Flavia Pereda, Rodrigo Cecere y Vicky Barnfather.
«Los chicos que nos vieron hace 26 años, ahora vienen casados y con hijos. Entre el público, hay gente que nos dice: ‘Yo vine a ver este espectáculo cuando era chico y ahora soy bailarín’. Siento que esta obra es una alegoría del amor», dice Catarineu. 
Uno de los cambios radicales que introdujo Hugo Midón al teatro infantil fue la posibilidad de hablar de temas dolorosos, como la muerte, o de críticas sociales, como la pobreza o la injustica. Explica Catarineu: «Midón tenía unos conceptos muy especiales con respecto a lo que pensaba del niño. Los trataba como personas inteligentes, quería profundizar la sensibilidad. En sus obras no hay gritos, nunca se dice ‘¡A ver esas palmas!’ Eso no existe. Apuestan a otra cosa. Y por supuesto está la música bellísima, de Gianni, un genio que pudo componer y encontrarle melodías a todo eso que pensaba Midón.
Los fanáticos de este espectáculo conocen las canciones de memoria. Uno de los momento más emotivos es cuando los payasos Lauco, Rocat y Camar cantan: «Mirarse otra vez, así de nuevo cara a cara, saber cómo estás, decir todo lo que hace falta». La frase retrata algo del espíritu de la obra: confiar en el otro y animarse a querer. «