Pandemia: las calles semivacías en las ciudades, colas de media cuadra para ingresar en una carnicería porque si son 15 personas utilizan al menos 30 metros para guardar la distancia; los chicos encerrados en las casas sin poder ir a la escuela, ni a la plaza, ni a la casa de un amiguito. Son sólo algunos de los cambios en la vida cotidiana provocados por el aislamiento social obligatorio dictaminado por el presidente Alberto Fernández para enfrentar la expansión del coronavirus y su letalidad en adultos mayores y personas con problemas crónicos de salud.

La reacción del sistema político fue racional, cohesión detrás de las medidas del gobierno. Los sectores del periodismo tradicional cuyo ejercicio cotidiano es prender el ventilado y cuestionar a los dirigentes o “al ser nacional” de pronto descubrieron que los políticos argentinos, en especial los tradicionales, la “vieja política”, deja sus pujas de poder de lado en ciertos momentos y se pone de acuerdo. En lugar de reconocer que es algo que ha ocurrido varias veces en la historia reciente, semana santa de 1987, contra el levantamiento cara pintada, sólo por dar un ejemplo muy potente, sostienen que es el virus el que logró esta reacción.

Más allá de los medios y los políticos, ¿cómo está viviendo la población esta situación excepcional? ¿Hay pánico o no? ¿Cómo cayeron las medidas del gobierno?

“El pico del miedo ya pasó”, dijo a Tiempo el especialista en comunicación política y director de la consultora Comunicaciones Sudamericana Raúl Timerman. “Fue muy tranquilizador que hable el presidente. Alberto transmite que cuando habla dice lo que realmente cree, que no está leyendo  un discurso armado. Eso tranquiliza”.   

A contramano del clima que generan los medios, que repiten una y otra vez las imágenes de quienes no respetaron la cuarentena, Timerman piensa que “la gran mayoría de la población  respondió muy bien a las medidas del gobierno. Siempre hay gente que no respeta las reglas. Pero son minoritarios”. El consultor arriesgó una sugerencia de comunicación para el Ejecutivo nacional. “Sería bueno que el presidente hable todas las noches, que sea él quien dé las novedades del día”.

La socióloga Analía Del Franco sostuvo que “respecto de la enfermedad hay dos posiciones en la opinión pública, los muy responsables y otros que no hacen caso”. “Me parece que la postura de Alberto, y el respaldo del conjunto de la dirigencia política a las medidas, ayudó mucho a que la gente no entre en pánico-agregó-. Por supuesto que hay reacciones frente a la incertidumbre”.

Del Franco sostuvo que para terminar de captar el impacto en el imaginario social, tanto de la epidemia como de la cuarentena, hay que esperar un tiempo. “Estamos evaluando que esto comenzará tener relevancia cuando se vean los efectos de la cuarentena, el impacto económico y social de las medidas”.