Este jueves 26 de enero había sido anunciado como el día en que, por fin, el Gobierno y los dirigentes del fútbol argentino llegarían a un acuerdo para que la pelota empiece a rodar en este 2017. Antes de las 9:30, cuando un grupo de dirigentes encabezados por Armando Pérez, titular del Comité de Regularización, ingresaron a la Casa Rosada, se sabía que tal compromiso no llegaría. Ya se dijo: desde el 10 de diciembre de 2015 el Fútbol para Todos tiene anunciadas más muertes que Víctor Sueiro. Pero la estocada final nunca llega.

Un sector encolumnado detrás de Daniel Angelici (Boca), en el que aparecen Víctor Blanco (Racing), Hugo Moyano (Independiente) y los representantes del Ascenso, llegó a la Casa de Gobierno con la intención de que el Fútbol para Todos se renueve seis meses más y negociar con tiempo la televisación privada del campeonato que comience en junio.

Otro grupo liderado por Marcelo Tinelli (San Lorenzo), Rodolfo D´Onofrio (River) y Nicolás Russo (Lanús) pretendía que esta crisis se cierre cuanto antes y el desembarco privado se de ahora. Por el lado del gobierno, estuvieron Fernando De Andreis, secretario general de Presidencia, y Fernando Marín, titular de Fútbol para Todos.

Armando Pérez aseguró que el Gobierno les pidió «la aprobación del nuevo estatuto y la creación de la Superliga» para pagarles «los 350 millones de pesos que debe por diciembre» para que así el fútbol vuelva en febrero.

La reunión, cuentan, tuvo muchos cruces fuertes y ninguna resolución. Así, mientras enero se consume, febrero aparece a la vuelta de la esquina y el arranque del torneo figura difuso en el horizonte. El fútbol argentino sigue en estado de ebullición. Por la tarde, habrá reuniones con las empresas privadas que buscan quedarse con el negocio de la televisación. Una buena oferta serviría para calmar los ánimos y acercar a las partes. Aunque en este contexto parece difícil que algún privado se acerque a los números que pretenden los dirigentes de los clubes.