El 19 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Abuso Sexual contra la Infancia (ASI), fecha que sirve para visibilizar la emergencia para erradicar estos delitos y para reclamar al Estado políticas públicas que velen por los más pequeños.

Según la Organización Mundial de la Salud, uno de cada cinco niñas y uno de cada 13 niños sufrió abusos sexuales durante su infancia. Tiempo Argentino entrevistó a personas de distintos puntos del país que fueron víctimas de estas situaciones durante su niñez.

Una de esas historias es la de Sebastián Cuattromo que hoy tiene 43 años. En el camino de denuncias y lucha por conseguir justicia se encontró con quien hoy es su compañera: Silvia Piceda, quien también sufrió abuso sexual durante la infancia.

Ambos son de Buenos Aires y hace siete años, juntos encabezan la Asociación Civil Adultos por los Derechos de la Infancia. A diario, con mucho amor, realizan un genuino trabajo a lo largo de todo el país con el propósito de ayudar a los niños, niñas y adolescentes. Recorren escuelas, universidades, centros culturales, comunitarios, barriales, espacios estatales y públicos. También iglesias de distintos credo, teatros y espacios donde se produce comunicación.

“Fui víctima de abuso sexual a los 13 años en el colegio Marianista de barrio porteño de Caballito. Asistía como alumno de séptimo grado de la primaria. Mi abusador fue el hermano y docente Fernando Picciochi, de entonces 26 años, que también hizo lo mismo con otros chicos que eran mis compañeros. Durante los primeros diez años no pude hablar, por todo lo que me había pasado. Recuerdo que era una institución muy violenta y autoritaria donde ocurrían múltiples abusos de poder. Una cultura machista muy fuerte”, cuenta Cuattromo.

“En mi casa también recibía violencia y malos trataos. Cuando me abusaron me sentí solo, vulnerable y desesperado. Recuerdo que en el 89 cuando fui víctima en los medios de comunicación se hablaba del caso de Héctor “Bambino” Veira, quien abusó de un niño. Delito por el cual fue juzgado y condenado. El trato periodístico que se le dio a este caso fue amarillista y sensacionalista dando a conocer la identidad de la víctima. Ese tratamiento mediático me generó una situación muy conflictiva y traumática”, continúa.

“Yo era un chico muy futbolero e hincha de San Lorenzo, cuadro que tiene a Bambino como uno de sus máximos ídolos deportivos. Entonces yo iba a las canchas y a mi alrededor miles de personas adultas cantaban denigrando a niño victima con nombre y apellido y exaltando a Veira. La tele y la cancha me resultaron una pesadilla”, asegura Cuattromo.

Silvia Piceda, su compañera, fue abusada cuando asistía como alumna a la escuela primaria. Ella es la pareja de Cuattromo. Diez años atrás recibió un testimonio que la llevó a comprender la necesidad que existe de escuchar y acompañar a las víctimas: “Romina es la hijastra de mi ex marido, y un día me dijo que tenía algo muy importante para contarme. Entonces la esperé en la confitería del Hospital Español y me trasmitió que a los 11 años fue abusada por el que era mi pareja y padre biológico de mi hija, Jazmín. Yo le creí y salí a defenderla. Así pude proteger a mi hija de su papá”.

“Es muy importante que los adultos prestemos total atención cuando un niño o niña está en peligro. En estos casos el Poder Judicial resulta cómplice de los abusadores siempre repiten el hecho y son del entorno íntimo de la víctima. Romper el silencio y contar la verdad es algo fundamental. Para que esto sea posible es necesario crear espacios de contención y acompañamiento donde se respete y valide los testimonios de quien padecen estas situaciones”, enfatiza Piceda.

Otra historia es la de V.A, de 49 años, vive en Capital Federal y sufrió abuso sexual intrafamiliar desde muy pequeño junto a su hermana. “Sufrí abuso desde los 5 hasta los 12 años por parte de mi hermano mayor, mi hermana también padeció lo mismo. Lo hacía en el horario que mi padre trabajaba. Mi mamá era alcohólica ambos murieron sin saber nada de lo que ocurría  en nuestra propia casa, en San Juan. Fui rescatado por mi hermana que se embarazó y se casó a los 15 años y me sacó de ese entorno. Desde entonces vivo haciendo terapia, pero ahora puedo hablar de esa horrible situación”, expresa.

“Pude romper el silencio a los 34 años cuando mi hermana decidió contarle a su hijo, yo estuve ahí para bancarlos y apoyarlos. Fue así como pude liberarme. Cuando la madre de mi hijo se enteró de todo esto nos abandonó, yo quedé a cargo del nene, quien no sabe nada de lo ocurrido. Cuando vine a Buenos Aires conocí a Daniel, mi actual pareja, él sabe todo lo que padecí. A los 37 años decidí salir del closet”.

Otro caso es el de la riojana Nahiara Rafiaa, de 28 años. Sufrió abusos por parte de su padre durante siete años en su infancia. Hace casi dos años pudo romper el silencio: desde entonces dedicó su vida a la militancia con el fin de obtener una respuesta política que termine con esta problemática. “Mi padre abusó de mí sexualmente desde 1996 hasta 2003. Sin embargo, desde el Estado no existe una voluntad manifiesta para que esto se termine. Muchas personas lo sufrimos en el pasado, pero en la actualidad hay niñas, niños y adolescentes que lo padecen”, expresa Rafiaa.

“Este martes me notificaron sobre la segunda pericia psiquiátrica realizada al imputado, Anibal Rafiaa, que está procesado por el delito de abuso sexual gravemente ultrajante y agravado por el vínculo. Los resultados muestran que su personalidad en compatible con la denuncia que realicé. Esto constituye una prueba fundamental y determinante sobre su autoría en los hechos que sufrí”, concluye.

Donde denunciar

Ante la sospecha de que un niño, niña o adolescente puede estar siendo víctima de de algún delito sexual, se puede denunciar en forma anónima y gratuita en la línea 0800-222-1717, cualquier día, a cualquier hora, desde cualquier lugar del país.

El panorama actual

Desde el programa de víctimas contra las violencias informaron que las denuncias a la línea 0800-222-1717 aumentaron un 53,07% entre enero y septiembre respecto a igual periodo de 2018. Desde el espacio atribuyen entre otros factores a la difusión del caso Thelma Fardín.  

Entre enero y septiembre de 2019 el Programa, que pertenece al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, recibió 3.383 denuncias en tanto que en igual periodo de 2018 había recibido 2.210, lo que representa un incremento del 53,07%.

Desde el Programa informaron que desde el inicio de la campaña “Hablar es empezar a prevenir” (noviembre de 2016) hasta septiembre de este año se atendieron 9.591 casos de abuso sexual de todo el país, que representan 9.990 víctimas. El 62% de las víctimas (6.200) fueron niñas, niños o adolescentes, el resto fueron adultos que se contactaron por hechos sucedidos en su infancia o actuales.

Siete de cada 10 víctimas menores de 18 años fueron niñas y el 50% de ellas menores de 11 años; como en casi todas las pocas estadísticas que existen, siete de cada 10 agresores son personas del ámbito familiar y de éstas el 34% son padres (20%) o padrastros (14%).