El historiador Norberto Galasso publicó en 1985 Jauretche: biografía de un argentino. Su libro, no es simplemente una crónica de vida, sino un cruce necesario entre el acontecimiento político e histórico del país con la configuración del pensamiento nacional y popular, en este caso a través de Don Arturo, enorme figura de esta corriente junto a Scalabrini, Hernández Arregui, Homero Manzi y otros fundadores de FORJA.

Por esta razón, a 45 años de la muerte de la muerte de Jauretche, lo consultamos acerca del momento álgido de la Argentina, previo al fallecimiento de Perón y las opciones de lucha.

-Usted ha escrito la biografía de Arturo Jauretche. ¿Cuáles fueron sus fuentes?

– Darío Alessandro era la mano derecha y confidente de Jauretche. Darío entró a FORJA de muy jovencito a los 18 años. Él fue quien pudo reunir el material de archivo, hay que decir que como Jauretche no pensaba en la gloria, sus notas, libros y artículos no estaban muy ordenados que digamos. A través de Darío – que fue mi amigo-, tuve acceso a los archivos y a las anécdotas de Jauretche. Además lo veía con frecuencia porque yo cimento la biografía de Scalabrini por encuentros en la casa de Jauretche. Ahí también conocí a Clarita su mujer, que en realidad era la que sostenía el departamento de la calle Esmeralda 886 5° J, si no recuerdo mal.

-¿Qué puede decirnos de su viaje a Bahía Blanca y la reunión con dirigentes de Montoneros?

El encuentro en Bahía Blanca, fue breve, se habló sobre el uso de la violencia como política.  Precisamente Darío Alessandro me contó aquel acontecimiento. Jauretche había viajado para dar unas conferencias sobre pensamiento nacional, él era en esos momentos director de la editorial EUDEBA. El caso es que representantes de Montoneros le piden una entrevista a la que en principio se niega. La insistencia de estos jóvenes es tal que les concede una breve charla.

-¿Hay constancia de lo que se discutió en ese momento y quienes estuvieron presentes de parte de la organización Montoneros?

No sé quiénes estuvieron. Bueno, tal como me lo cuenta Darío Alessandro, Jauretche los increpa: “Ustedes creen que hacer política es irrumpir tirando una pared abajo. No, política es otra cosa”. Pensaba en la famosa frase de Methol Ferré: “la política de la muerte es la muerte de toda la política”. La política no puede estar en la mira de los fusiles.

-¿Se puede decir que Arturo Jauretche estaba en contra de los métodos pero no de los objetivos de las organizaciones armadas?

-Algo puedo decir al respecto, no sé si respondo a la pregunta. Luego de los acontecimientos del 20 de junio de 1973 en Ezeiza a la llegada de Perón, en un reportaje que le hace Terragno, Jauretche dice que las revoluciones pasan por sobre las tumbas y las hacen los jóvenes. Esto no se puede interpretar como apoyo a la violencia porque ésta tiene un papel que jugar cuando existen condiciones de violencia por abajo, según su pensamiento.

-¿Qué pretendían los Montoneros de Jauretche?

En realidad yo solo puedo contar una anécdota. Recuerdo que un día estaba esperando la entrevista con Jauretche en su departamento, por el tema de la biografía de Scalabrini.  Clarita, su esposa, me dice que tengo que aguardar porque Arturo estaba reunido; creo si mal no recuerdo con Ernesto (su propio sobrino) y Galimberti. De pronto escucho que se altera la discusión, se oyen gritos. Jauretche quedó furioso, tanto que me confió el porqué de la discusión, me dijo: “quieren hacer un Vietnam, dos Vietnam cien Vietnam, es una barbaridad, si se levantó el pueblo en Vietnam la violencia es lógica pero no se puede tomarla acá como estrategia. Eso que yo andaba con una metralleta en Paso de los libres, no soy ningún amargo”.

-Entonces, se puede decir que consideraba que ciertas acciones violentas eran legítimas y otras no.

Jauretche participaba de la idea que la violencia es un elemento que no puede intentar generarse desde arriba, porque un joven romántico de clase media, tiene techo y comida, y puede toma las armas, convertirse en un guerrillero. Pero distinto es para un obrero que tiene que levantarse a las cinco de la mañana para ir a la fábrica y no puede faltar al trabajo para realizar acciones de guerrilla. Cuando no se está en una guerra civil, lo que hay que hacer es política, unir a los sectores populares, aislar al enemigo, reforzar el frente propio. El enemigo va a cometer errores porque no tiene la historia por delante, como me dijo el dirigente del frente obrero, Narvaja.

-Volvamos a esos tres últimos días de la vida de Don Arturo

Después de Bahía Blanca, Jauretche toma el avión en la mañana del 24 de mayo, va a hacer unas compras, se va a dormir y le da un infarto, muere el 25 de mayo de 1974, poco antes que Perón. Él fumaba terriblemente y veía lo que se le venía, a él y al país. En EUDEBA ya había amenazas, y por eso él no quería faltar nunca a la editorial, para demostrar que no tenía miedo.

-¿Jauretche era hombre de armas tomar?

– Jauretche era una excepción. Los intelectuales no andaban armados, no portaban cuchillos.  No se batían a duelo. Era un hombre con gran capacidad de reflexionar sobre el país y, a su vez, era un duelista. Supo enfrentar a sus enemigos como un guapo.