Creado en 2013 con el objetivo de premiar aquellas producciones audiovisuales que promovieran la “libertad en la comunicación, la difusión de voces y la diversidad en temáticas y tópicos” -como grandes objetivos-, la nueva edición del premio Nuevas Miradas de la Universidad de Quilmes, cuya entrega será el lunes 6 de marzo a las 19, tuvo que reducir rubros y ternas debido a la baja cantidad de postulaciones que recibieron.

“Los premios salieron pegados a la Ley de Difusión Audiovisual -cuenta Omar Quiroga, Productor Ejecutivo de Nuevas Miradas-, sobre todo a lo que fue la primera ola de producciones financiadas por el fomento estatal. Para que se tenga una idea: hasta el 2016 (producción de 2015), nosotros tuvimos el primer año 250 inscriptos, el segundo 350 y el último 400; eso nos daba ventipico de ternas con cien programas en danza, y ahora sólo entregamos diez estatuillas a algunos programas elegidos porque la producción se murió.”

La premiación era una manera de celebrar la democratización que implicaba “sobre todo la creación de TDA (Televisión Digital Abierta)”, señal que abría la posibilidad de que los espectadores de cualquier punto del territorio argentino accedieran a una cantidad de material que de otra manera le sería imposible. “La democratización de la señal -dice el también docente de guión de la institución- es como el paso inicial fundamental para la innovación y la profundidad de las miradas”, señala Quiroga. Por eso, la Ley volteada por un decreto del Presidente Macri, resultaba un pilar cultural de suma importancia ya que facilitaba tanto la producción como el acceso a esa producción de sectores regionales y económicos a los que antes les estaba vedada esa posibilidad; de otra manera, debían quedar a merced de los programas y ficciones producidos por las grandes cadenas locales o regionales. Los premios Nuevas Miradas querían acompañar, desde el galardón, esa nueva diversidad.

El cambio en la relación entre “dinero y capacidad de producción” que estableció la política económica del gobierno de Cambiemos, lleva “a lo seguro”. Una búsqueda que no está guiada por la voluntad de los actores de las distintas disciplinas que participan en una producción audiovisual, sino a partir del cambio de esas condiciones materiales de producción que impuso el gobierno. “Para dar un ejemplo sencillo: si vos tenés plata, no importa si las condiciones climáticas te cambian porque podés filmar o producir otro día; si no tenés, antes de arriesgarte a que te corra la lluvia, te asegurás un interior. Eso va a modificar tu manera de contar lo que querés contar.”

Ahí la resolución tal no implique mayores dificultades, pero cuando se trata de pensar en riesgos a asumir en formas de narrar, la cos es distinta. “Si las pantallas para difundir son menos o de muy difícil acceso, vas a tratar de hacer un producto híbrido, porque pensás que eso te puede dar mejores posibilidades de juntar distintas audiencias, juntar muchas cabezas y así tener más rating. Siempre la búsqueda de un mayor volumen de alguna manera conspira contra la realización, porque tiende a ser más conservador. Todos esos son factores hacen a la calidad artística.”

En contraste, cuando la financiación es accesible y la posibilidad de pantalla casi certera, aparecen productos como El marginal, el gran premiado de esta edición de Nuevas Miradas. “Es una producción con tema y mirada bien local, que terminó accediendo a una segunda temporada en Netflix, que es un canal regional. Y eso es un valor para premiar, pudo cruzar la frontera sin volverse híbrido, sin perder identidad. Un producto que nació con fomento estatal y terminó en Netflix. Es una victoria.”

Como de valorar esos pequeños triunfos se trata, uno de los reconocimientos históricos de esta edición será a Las patas de la mentira, aquella producción independiente que llevó adelante Miguel Rodríguez Arias en compañía de Emilio Cartoy Díaz, que encontró una forma novedosa de mirar los programas periodísticos y de actualidad. “Es una forma de darle continuidad a la historia, sino todo parece hachado, segmentado. Hay una tradición y hay una historia para reconocer”.

Esa continuidad histórica también se reconoce en el intento de nuevas modalidades para seguir peleando por lo que se cree. Así que si no hay postulaciones suficientes, “hay que buscar la forma de darle continuidad a lo largo del año a lo que es una celebración anual”, dice Quiroga. “Hasta ahora no habíamos puesto mucho énfasis en la mirada académica, básicamente porque decíamos: este año el premio se consolida y camina solo. Pero lo que sucedió fue un golpazo, así que frente a esta situación decidimos que mensualmente haya alguna actividad relacionada con el premio y con el audiovisual, pero organizada desde lo académico, sean charlas, seminarios u otro tipo de actividad”.

Una nueva muestra de que las expresiones culturales de una sociedad y las organizaciones que intentan entender y propagar su sentido, encuentran formas de resistencia en los malos tiempos, a la espera de encontrar nuevas respuestas en el viento.