Enero termina con el gobierno nacional lanzado a un nuevo estadio de gestión: la provocación. Si durante su primer año, el macrismo avanzó sin freno en la redistribución regresiva en beneficio de los sectores concentrados de la economía, ahora redobla su flema aristocrática, y si bien mantiene su energía en favorecer a los favorecidos, le dio una vuelta de tuerca al asunto.

A la teoría del «comer y descomer», en referencia al trabajo, y por ende, a los trabajadores como bolo alimenticio del sistema empresarial, ahora el gobierno sumó otro capítulo, al avalar el incumplimiento del acuerdo sellado por los bancarios en noviembre pasado que incluyó la reapertura de la paritaria de 2016 para compensar la pérdida del poder adquisitivo: una suma fija de $ 2000 y un aumento del 10%, que equivaldría a casi el 20% del salario inicial a cuenta de la negociación de 2017. El ministro de Trabajo Jorge Triaca no homologó el acuerdo. Pero enfrente está Sergio Palazzo, titular de la Asociación Bancaria, un sindicalista que no responde al canon de los dirigentes domesticados. Por el contrario. Palazzo dará pelea y no está solo. El dirigente, desmarcado del triunvirato de la CGT, tributa en la tradición de un sindicalismo nacional que va más allá de la reivindicación sectorial; un sindicalismo que se plantea la construcción de un modelo de país y que tiene al movimiento obrero como columna vertebral de una sociedad más justa. El gobierno pateó un hormiguero.

Pero a esta altura no se puede hablar de torpeza gubernamental sino de un estilo político para provocar la tensión social, que hasta hoy fue respondiendo con más ajuste y represión.

No es el único caso de provocación de las últimas horas.

Es inocultable cómo la figura de la ex presidenta sigue desvelando al macrismo de cara a las elecciones de medio término. La filtración de una conversación privada entre Cristina Kirchner y el ex titular de la AFI Oscar Parrilli desnudó la falta de límites de la cloaca de los espías (y subordinados de la Justicia y la prensa), pero esa operación pueril les salió mal: solo han logrado iluminar a CFK en el centro de la escena.

Y por último –para no extendernos en el rosario de provocaciones que incluye la persecución a extranjeros que desconoce las estadísticas oficiales sobre delitos– Mauricio Macri provoca al decretar que el 24 de Marzo será una feriado móvil. Otra bofetada de cinismo, de profanación simbólica, que tendrá su límite cuando miles y miles de compatriotas se manifiesten en las calles en contra del olvido y contra el retorno a las mismas políticas neoliberales de aquellos años indelebles que expulsaron del sistema a millones de personas. «