Miguel Lifschitz habla sobre la situación del país con el tono medido al que está obligado cualquier gobernador que debe negociar con el gobierno nacional. Cuando hace una definición contundente, busca de inmediato algún elemento para volver al delicado equilibrio. Las palabras “pero” y “aunque” aparecen con frecuencia.   

El mandatario socialista santafesino recibió a Tiempo en la Casa de Santa Fe, en el microcentro porteño. Fue pocas horas después de reunirse con varios ministros del Ejecutivo nacional para conversar, entre otras cosas, sobre el aumento de las tarifas que puso en alerta a la mayoría de las provincias. Lifschitz estaba sentado detrás de un escritorio, flanqueado por una bandera argentina y otra del terruño que gobierna. Sobre la mesa había dos platitos con medialunas y bolitas fraile para acompañar el café caliente. 

–Durante el gobierno anterior, la oposición criticaba mucho una supuesta falta de federalismo. ¿Eso cambió ahora o es una cuestión gestual?

–La gestualidad cambió. Hay reuniones periódicas, con ministros y con el presidente. Me parece que en parte es una posición obligada por la relación de fuerzas que tiene el gobierno en el Congreso, donde es minoría y necesita negociar con las provincias para sacar las leyes. Eso no está mal. Nosotros siempre reclamamos ser parte de la definición de las políticas nacionales. Creemos que fue bueno que el Senado haya convocado a los gobernadores para opinar respecto al acuerdo con los fondos buitre. Me parece que si nos hubieran convocado con el tema energético se habrían evitado errores, sin tener que dar tantas idas y vueltas, con incertidumbre y conflictos sociales. Reconocemos que hay diálogo, aunque eso no implique siempre soluciones.

–Esta semana usted y otros gobernadores se reunieron con varios ministros por la política tarifaria…

–Así es. Hubo un planteo de poner un tope a los incrementos del gas. No más del 400% en ningún caso de usuarios residenciales y no más de un 500% para los comerciales y las pymes. Esto en Santa Fe tiene un impacto relativo. En el caso eléctrico se planteó el tema de las instituciones sociales, como los clubes. Ahí se habló de una partida para auxiliarlas. 

–Analizando estos seis meses de Mauricio Macri en la presidencia, algunos dirigentes de su partido no vacilan en calificarlo de neoliberal. ¿Comparte la definición?

–Es probable que algunas de las cosas que hizo el gobierno las hubiera hecho cualquiera que ganara las elecciones. Todos estamos de acuerdo en buscar mecanismos para bajar la inflación…

–Por ahora la inflación subió…

–Es cierto. Por eso digo que algunas cosas podrían haberse encarado de otra manera. Yo también creo que lentamente había que ir eliminando los subsidios a la energía, que había una distorsión en las tarifas. Yo en mi departamento de la ciudad de Rosario pagaba 25 pesos de gas por mes. Eso era un exceso de distorsión. Claro que la forma de hacerlo es muy discutible. 

–¿No cree que el gobierno tiene un sesgo determinado?

–Creo que tiene una impronta neoliberal, pero es pragmático. Muchos de sus funcionarios vienen de una formación neoliberal. Eso es claro. Sin embargo, también ha habido alguna medida heterodoxa.  Se van acomodando. Hay un cierto manejo político de las situaciones y la realidad los obliga a cambiar. 

–¿Las idas y vueltas con las tarifas, por ejemplo, serían señales de pragmatismo?

–En parte sí. Hay ministros con más cintura política que otros. No subestimo al oficialismo. Gobernaron la Ciudad durante dos períodos, aunque claro que el país es otra cosa. 

–Políticamente, ¿su partido se ubica en la oposición? 

–Por supuesto. Por eso no integramos Cambiemos, a pesar de que hubo invitaciones del radicalismo y la Coalición Cívica. Nosotros creemos que hay que reconstruir una alternativa progresista en la Argentina. Hay un sector de la sociedad que fue invisibilizado en el balotaje del año pasado. Es un sector que ha estado presente en las elecciones nacionales en los últimos 20 años con distintas expresiones. 

–Hubiese preferido que el Frente Amplio Unen (alianza que reunía al socialismo con la UCR y otras fuerzas) sobreviviera…

–Sí. Esa fue nuestra apuesta. No se dieron las condiciones. Hubo una polarización entre el anterior gobierno y una coalición liderada por el PRO, en la que también estaban varias corporaciones económicas y mediáticas, que jugaron fuerte en esa opción. No había espacio para algo en el medio. 

–El veto a la Ley Antidespidos, ¿no confirma el sesgo del oficialismo? 

–Mostró una faceta de falta de consideración hacia la opinión de un sector importante de la sociedad que se había expresado en el Congreso. Era un proyecto que no provocaba ningún daño a la economía. Era una señal política. Quienes apoyamos la iniciativa creíamos que en esta situación de crisis era importante enviar una señal a los trabajadores. Al gobierno le importó más tener un gesto con las grandes empresas.

–¿Comparte que hay una oleada de despidos? 

–No tenemos información clara sobre lo que pasa a nivel nacional. Y quizás Santa Fe no sirva de botón de muestra. No hemos encontrado cifras alarmantes de desempleo. Estamos haciendo fuerte inversión en obra pública, así que no vemos algo alarmante ahora, pero sí puede volverse grave en los próximos meses.